Hedelberto López Blanch •  Opinión •  04/08/2021

Las tres grandes “culpas” de Cuba

Tres grandes “culpas” ha tenido Cuba desde el primero de enero de 1959 para que las 13 administraciones de Estados Unidos que han pasado desde entonces por la Casa Blanca, hayan tenido la obsesión de tratar de derrocar al gobierno de la Isla.

La primera “culpa” fue hacer una revolución socialista a solo 90 millas del imperio económico, político y militarmente más fuerte de toda la historia moderna que aplicaba en la región la Doctrina Monroe con el concepto de “América para los americanos” y que trababa a Latinoamérica como su patio trasero.

Nacionalización de compañías extranjeras en la Isla; profunda Reforma Agraria que entregó las tierras de los latifundistas a los campesinos y al pueblo; Ley de Reforma Urbana que nacionalizó inmuebles y los entregaba a los inquilinos; desaparición de los desahucios; campaña de alfabetización por la que Cuba se declaró libre de analfabetismo en 1961; creación de un ejército y unas milicias integradas por el pueblo y que no fueran entrenadas por el ejército norteamericano como sucedía desde 1898, eran cuestiones que no podían asimilar los principales representantes del vecino imperial.

La segunda “culpa” fue resistir a lo largo de todas estas décadas el bloqueo económico, comercial y financiero; las agresiones; invasiones armadas; intentos de magnicidios; ataques terroristas y campañas mundiales provenientes desde Estados Unidos para tratar de aislar a la Revolución.

Después que las fuerzas armadas, la policía, las milicias y el pueblo cubano en general derrotaron la invasión mercenaria por Playa Girón en abril de 1961, Estados Unidos logró que Cuba saliera de la Organización de Estados Americanos (OEA) institución lacaya de Washington.

El terrorismo procedente del Norte se incrementó. Crearon bandas armadas en varias zonas del país; se impulsaron la quema de sembrados, fábricas y tiendas; se estimularon atentados contra los principales dirigentes de la Revolución; se introdujeron enfermedades como el dengue hemorrágico y la fiebre porcina y junto a éstas y otras acciones violentas, recrudeció el bloqueo económico contra la Isla con el fin manifiesto de causar malestar y tratar de ahogar por hambre a la población.

Demás está decir que esas y un sinnúmero de acciones terroristas han sido derrotadas o reducidas sus consecuencias por la firme unión existente entre el pueblo y los dirigentes del Gobierno.

El tercer “pecado” cometido por Cuba es haber sido, desde un principio, una nación independiente, soberana y solidaria con numerosas naciones del mundo que han sufrido desastres naturales (terremotos, inundaciones, epidemias, etc.), además de algunas que le han solicitado ayuda militar para impedir el derrocamiento de sus gobiernos nacionalistas.

Cuba ha estado presente desde principios de la década de 1960 con su ayuda solidaria en naciones como Chile, Nicaragua, Pakistán, Haití que han padecido terremotos, por citar algunos. Ha prestado apoyo humano en naciones centroamericanas que le han pedido ayuda por las inundaciones sufridas.

Se han visto a sus médicos laborar en naciones que han padecido epidemias como las de ébola en Congo y Guinea; en las de malaria en Angola, Mozambique o las de Covid-19 en alrededor de 40 países.

La rabia estadounidense creció enormemente cuando a pedido de los legítimos gobiernos de Argelia (1963), Siria (1973), Angola (1975), Etiopía (1977) fuerzas cubanas ayudaron a preservar la integridad y la soberanía de esas naciones.

Las victorias angoleño-namibiano-cubana contra el régimen sudafricano del apartheid, catalogado por la ONU como de lesa humanidad, abrieron las puertas para la independencia de Namibia y de Sudáfrica.

Estas tres afrentas de un pequeño y diminuto país en el Caribe, no pueden ser digeridas por el decadente imperio estadounidense que en los últimos años, a la par que intensificó el bloqueo contra la Isla, ha lanzado una virulenta campaña de desinformación en los medios de comunicación hegemónicos y en las redes sociales en un vano esfuerzo por tratar de aislar internacionalmente al país y buscar la forma de resquebrajar la unión del pueblo con su Revolución.

Pero ni una, ni otra ha logrado el imperio que tendrá que seguir cargando con las frustraciones de tener a solo 90 millas de distancia a una nación que es faro y guía para decenas de países del llamado Tercer Mundo.


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