Carlos Sánchez Mato •  Opinión •  03/06/2018

Señor Montoro, un “bolchevique” le dice adiós

Cuentan en los mentideros parlamentarios que Cristóbal Montoro presumió en los últimos días de 2017 de haber dado una lección a “ese bolchevique que pretendía hacer la revolución”.
Seis meses después Montoro deja el Ministerio de Hacienda tras una moción de censura y pasa a la historia oscura de nuestro país.
Fue el impulsor de una amnistía fiscal que permitió blanquear capitales evasores de impuestos, qué práctico para los amigos de sus corrupto partido. Y siguió allí cuando el mismísimo Tribunal Constitucional declaró nula esa medida porque no se puede aprobar vía Real Decreto una decisión que afecta a la esencia del deber de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos y altera sustancialmente el reparto de la carga tributaria a la que deben contribuir la generalidad de los contribuyentes, según los criterios de capacidad económica, igualdad y progresividad. Porque era una palmaria injusticia.
Siguió allí, como responsable de la financiación de las políticas públicas durante 15 años a pesar de sus pobres resultados. Participó en cuatro Presupuestos como secretario de Estado del primer ejecutivo de José María Aznar y otros once como ministro, con Aznar primero y con Rajoy después.
Pasó más de 3.800 días en la calle Alcalá 5 de Madrid como paladín y defensor de la estabilidad presupuestaria al tiempo que liquidaba los presupuestos de los que fue responsable con más de 403.000 millones de euros de déficit y un incremento de deuda superior a los 415.000 millones de euros.
Y mientras tanto el implacable defensor de las políticas ortodoxas en favor de las élites no tuvo problema en atacar sin piedad a los ayuntamientos gobernados por fuerzas de izquierda que han demostrado su capacidad de hacer compatible los incrementos del gasto público, especialmente el social y las inversiones, con elevados superávit y reducción de la deuda.
En el Ayuntamiento de Madrid sufrimos la hostilidad y la arbitrariedad del ya ex ministro de Hacienda. Lo hizo por motivos puramente ideológicos. Comprendía claramente el efecto que tenía y tiene la gestión que a partir de 2015 se ha realizado en corporaciones locales gobernados por grupos de signo político diferente y opuesto a quienes han arruinado a la mayoría social. Y no dudó en poner todos los palos que encontró en las ruedas de esa gestión, en hacer uso de su posición de poder, en cambiar las reglas sobre la marcha, en cobrarse piezas.
Presumió de haber dado una lección al “bolchevique”. ¿Qué nos creíamos? ¿Qué íbamos a transformar la realidad por haber llegado al gobierno de la ciudad por el simple hecho de haber recibido la confianza de ciudadanas y ciudadanos? ¿Creíamos que conseguiríamos transformar la realidad y derribar su perverso sistema?
Pues sí, señor Montoro, nos lo creíamos, nos lo creemos, seguimos. Adiós.


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