Abel Ros •  Opinión •  01/10/2016

De libros y fracasos

El otro día, me preguntaba Carmelo – un viejo conocido del Capri – por qué no escribía otro libro. Como sabéis, hace dos años, una editorial de Barcelona me publicó: «El pensamiento atrapado», una compilación de los mejores artículos del Rincón. El libro, la verdad sea dicha, no me trajo grandes satisfacciones. El concepto que yo tenía de los escritores, y del mundo editorial en general, estaba a años luz de la cruda realidad. En primer lugar, yo pensaba que una obra – en este caso un libro – era algo más que pura mercancía. Sin embargo, tras la experiencia, entendí que detrás de un «Best Seller» suele haber una gran editorial. Y detrás de una gran editorial mucho poder mediático e intereses económicos.

El libro, como les comento, fue un fracaso en ventas. El primer año solamente se vendieron treinta ejemplares de una tirada de quinientos. Una cifra catastrófica para un joven escritor que quería abrirse camino en la jungla de las letras. Aunque, la obra estaba escrita con pasión. Aunque dediqué noches en vela; madrugones y cientos de horas que robé a mi mujer y a mi hija; lo cierto y verdad, que nunca conseguí atravesar la línea que hiciera de mí un escritor de renombre. Se me juntaron las dos caras de la suerte – esfuerzo y oportunidad – pero, sin embargo, muchos medios me dieron la espalda. La mayoría no publicó las reseñas requeridas; a pesar de que les regalé decenas de ejemplares y les supliqué hasta humillarme.

Aparte del desplante que me hicieron algunos medios, yo tampoco puse mucho de mi parte para someterme a las reglas del juego. Por convicciones personales, no presenté el libro. No quería que los asistentes al evento – la mayoría familiares y conocidos – se sintieran «obligados» a comprar un ejemplar de la obra. Quería que el libro fuera algo más que un objeto rectangular ubicado en la librería de algún salón familiar. Para mí, la obra tenía un significado especial. Era un trozo de mi pensamiento. Un pensamiento cosido en doscientas hojitas de papel. A pesar de todo, para muchos fui un escritor fracasado. Lo fui porque mi obra no se vendió como la obras de Belén Esteban, de Jorge Javier, Pérez Reverte, Dueñas o Marías.

Aunque fracasé en el intentó, este verano he enviado otro manuscrito – una nueva compilación de artículos del Rincón – a varias editoriales. Casi todas me han dado con la puerta en las narices. Ninguna – hasta el momento – ha querido publicar otro trozo de mi pensamiento. Ninguna ha querido arriesgar su dinero en un escritor que vendió treinta ejemplares con su primer lanzamiento. Muchos escritores – me comentaba Carmelo – han fracasado en sus comienzos. Borges tuvo problemas para encontrar editoriales que publicaran su obra más allá de su tierra. Proust, otro escritor de éxito, escribió durante veinte años sin que nadie se hiciera eco de su prosa. Y Stephen King, entre otros, escribió tres novelas antes de que su obra saliese editada. Son ejemplos de escritores que nadie dio un duro por ellos y, sin embargo, hoy son inmortales gracias a sus libros.

Fuente: http://elrincondelacritica.com/2016/09/13/de-libros-y-fracasos/


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