Al Ahed News •  Internacional •  11/08/2016

Estado Islámico: Un ex miembro de Daesh relata cómo se organiza la red de terroristas

Harry Sarfo dejó Bremen y viajó varias horas en auto hasta Turquía. Desde allí, unos hombres lo llevaron hasta los territorios controlados por Daesh en Siria, donde recibió entrenamiento para convertirse en uno más de los terroristas. Todo iba de acuerdo a sus planes pero, de repente, algo cambió. Las atrocidades fueron demasiadas y decidió desertar.

Estado Islámico: Un ex miembro de Daesh relata cómo se organiza la red de terroristas

Tras unirse y entrenarse con Daesh, un alemán cuenta detalles sobre la red secreta que recluta terroristas extranjeros.

Entonces volvió a Alemania, donde confesó su colaboración con el grupo terrorista y fue detenido. Ahora, mientras cumple una condena de tres años de cárcel, contó en una entrevista a The New York Times cómo una rama secreta de Daesh recluta y prepara extranjeros para atacar en sus propios países.

Con los ataques cometidos en Francia en noviembre del año pasado, se profundizó la pista sobre los terroristas preparados por Daesh que actuaban solos. En uno de ellos estuvo por convertirse Sarfo, quien se radicalizó y se sumó a las filas de la unidad de inteligencia denominada Emni, una mezcla de policía interna y rama de operaciones en el exterior.

Al llegar a Siria, los encargados de las “entrevistas de admisión” le hicieron muchas preguntas, tales como “¿cómo te llamas?”, “¿quién es tu madre?”, “¿qué estudiaste?”, “¿cuál es tu ambición?” o “¿qué quieres llegar a ser?”. Entonces, entre otras cosas, Sarfo aseguró que su intención era luchar en Irak y en Siria. Pero eso no era lo que necesitaban los terroristas. “Tras los primeros días, me llevaron a hablar con unos hombres con los rostros cubiertos y me explicaron la existencia de este servicio secreto. ‘No necesitamos europeos que luchen aquí, necesitamos una red de europeos que se queden en sus países y estén preparados para posibles ataques’”, le respondieron. La intención era “atacar al mismo tiempo en Inglaterra, Alemania y Francia”.

Entre otras virtudes, Sarfo era un buen aspirante, en especial debido a su capacidad para hablar alemán e inglés, ya que había vivido en Gran Bretaña durante su adolescencia.

La exportación del terror

La Emni es la unidad secreta de inteligencia de Daesh encargada de exportar el terror a través de soldados extranjeros. Se trata de una organización que funciona en varios niveles, bajo el mando del vocero y jefe de propaganda del grupo terrorista, Abu Muhammad al Adnani, debajo de quien actúan varios lugartenientes con la capacidad de planear ataques en diferentes partes del mundo.

Gracias a esta división, describió Sarfo, hay servicios secretos que atienden las cuestiones de Europa, otros se encargan de las de Asia y un tercero, de los temas árabes.

De esta manera, la Emni tiene carta blanca para reclutar y redireccionar operativos de toda la organización, por lo que se ha convertido en un engranaje fundamental en la maquinaria de terrorismo del grupo, gracias a soldados reclutados de Austria, España, Alemania, Túnez, Líbano, Indonesia, Malasia y Bangladés.

El único lugar al que no lograron enviar de vuelta a los terroristas es a Norteamérica. “Saben que es difícil conseguir estadounidenses”, contó Sarfo quien, sin embargo, explicó: “Es más fácil conseguirlos a través de las redes sociales. Dicen que son tontos, tienen políticas abiertas de armas. Dicen que los pueden radicalizar fácilmente y si no tienen antecedentes pueden comprar armas sin que entren en contacto con ellos”.

El plan de entrenamiento

De acuerdo con los documentos oficiales de las fuerzas de seguridad alemanas y con lo declarado por Sarfo, los aspirantes a terroristas en Siria son llevados al medio del desierto, en las afueras de la cuidad de Raqqa, donde comienzan una preparación que no se extiende demasiado, ya que “cuanto más tiempo estás con Daesh, más sospechoso te vuelves para los servicios secretos de Occidente, por lo que tratan que el entrenamiento sea lo más rápido posible”.

Su entrenamiento comenzó junto al de otros futuros terroristas: horas de correr, saltar, hacer flexiones, barras paralelas, arrastrarse, hasta que los reclutas comenzaron a desmayarse. A la segunda semana les dieron un rifle de asalto Kaláshnikov y les dijeron que durmieran con el arma entre sus piernas.

Quienes no podían soportar ese ritmo eran brutalmente castigados. “Un joven se negó a levantarse porque estaba exhausto. Por eso, le ataron las manos y las piernas a un poste y lo dejaron ahí”, contó.

La preparación tenía un total de 10 niveles y, al llegar al segundo, los llevaron a una isla en un río en la ciudad siria de Tabqa, donde practicaban natación, buceo y navegación orientándose con las estrellas.

La deserción

En medio de esta preparación, Sarfo comenzó a sentir dudas sobre su deseo de continuar con este grupo debido a la crueldad con la que trataban a quienes no podían mantener el ritmo. Esto, junto a otras desilusiones, lo llevaron a pergeñar un plan para escarpar que incluyó un difícil cruce hasta Turquía, desde donde voló de vuelta a Bremen.

Al llegar, el 20 de julio del año pasado, confesó su historia y fue acusado de “terrorismo”, por lo que fue sentenciado a tres años de cárcel


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