Bruno Díaz López, director del Instituto de Investigación Bottlenose Dolphin: “Se le está dando repercusión mediática al comportamiento de una o dos orcas”
Los dos animales más grandes del planeta, la ballena azul y el rorcual común, nadan y se alimentan desde 2017 cerca de las costas gallegas. El equipo de investigación que dirige este biólogo las sigue muy de cerca en mar abierto. También a las aves marinas y otros cetáceos como las orcas, muy comentadas por su interacción con las embarcaciones en Galicia.
Bruno Díaz López atiende al teléfono a varias millas náuticas de la costa, en pleno océano Atlántico. Está en una de sus maratonianas jornadas de hasta 14 horas en mar abierto siguiendo con su equipo del Bottlenose Dolphin Research Institute el rastro de ballenas azules, delfines, rorcuales y demás cetáceos y aves marinas que habitan las aguas cercanas a Galicia.
Aunque pudiera pensarse que su presencia en grupos numerosos es un fenómeno nuevo, esta zona de costa fue lugar de caza de abundantes ballenas hasta la moratoria que lo prohibió en 1986. Díaz López estudia su comportamiento aquí desde 2013, año en el que su centro de investigación se trasladó a O Grove.
También aclara a SINC que no hay ni más ni menos orcas estos días en las aguas de Galicia que en años pasados, ni tampoco que su comportamiento de interacción con embarcaciones de recreo puede calificarse como anómalo desde un punto de vista científico.
En 2017 se comenzó a considerar la costa gallega como un corredor de cetáceos. ¿Se sigue sosteniendo esa teoría?
Yo no hablaría tanto de corredores. Se consideró así en 2017 porque confirmamos la presencia de la ballena azul, así como de otras especies en peligro de extinción como los rorcuales comunes. Ya a finales de ese año y en los posteriores se pudo evidenciar en los avistamientos que no era un paso, sino una zona de alimentación de grandes cetáceos. De hecho, este año a través del proyecto Balaenatur, que estamos llevando a cabo con la Fundación Biodiversidad, lo hemos confirmado totalmente.
En agosto su grupo localizó a un grupo de catorce rorcuales alimentándose junto a cientos de delfines en las Rías Baixas. ¿Hay cada vez más presencia de estas especies en la costa gallega?
De estas dos especies teníamos poca información en los últimos años. Nos estamos encontrando que su presencia está yendo a más con el paso del tiempo, según los datos recogidos. Ocurre sobre todo porque escogen esta zona para alimentarse en ciertos períodos del año, que van desde mediados y finales del verano a diciembre, que es hasta cuando tenemos constancia de su presencia en estas aguas.
¿Qué características tienen estos ejemplares de rorcuales?
La mayoría posiblemente no alcancen la madurez sexual, muchos son de menos de 15 metros. Esta semana pasada volvimos a ver varias agregaciones. Mientras haya alimento parece que va a haber animales. Ahora estamos estudiando si son los mismos individuos o diferentes, aún tenemos que analizar todos los datos que estamos recogiendo, como los de hoy, por ejemplo.
Dentro del proyecto Balaenatur, ¿qué es lo que han avanzado este año sobre el conocimiento de estos grandes cetáceos?
El proyecto consiste en estudiar la ecología y distribución del rorcual azul y el rorcual común en la costa sur de Galicia. Hemos ido recogiendo datos de plancton y de la alimentación en superficie, así como sobre su comportamiento. Podemos confirmar que se trata de una zona de alimentación y estamos observando un número importante de ejemplares, pero necesitamos series temporales más largas para sacar conclusiones específicas.
¿Y por qué se concentran aquí y no en otras zonas de costa?
Una de las variables es el afloramiento costero. Galicia es una de las regiones del mundo más importantes en lo que a ello se refiere y eso supone una alta carga de plancton, en este caso de zooplancton, que es el principal alimento de estas grandes ballenas.
Otra de las hipótesis que estamos barajando es una clara recuperación de las especies gracias a las moratorias de caza de ballena a escala internacional, sobre todo de la ballena azul y el rorcual común. Como un gran número de animales son juveniles, es posible que nuevas generaciones estén recuperando antiguas zonas que antes estarían pobladas por ejemplares adultos diezmados con la caza.
En el pasado fue zona ballenera. ¿Qué se conoce de aquella época, desde el punto de vista biológico y de las especies que existían?
Basta echar mano de los estudios que se hicieron, por ejemplo, por parte del profesor Alex Aguilar de la Universidad de Barcelona sobre las empresas balleneras que estuvieron cazando en los años 70 y 80. Antes de entrar en la moratoria de 1986, los números de caza de ballenas próximos a la costa son extremadamente elevados. Tampoco es una sorpresa que luego desaparecieran, porque son animales que viven 100 años y que pueden tardar 15 años en dar a luz a sus primeras crías, por lo que la recuperación requiere de tiempo.
¿Cuándo dejaron de ser comunes?
Al no haber estudios sistemáticos no se puede saber. Es como con el tema de las orcas. Puedes creer que hay muchas este año porque sale en los periódicos, pero yo te digo que el número de avistamientos de ejemplares desde que trabajamos aquí en aguas abiertas, entre 2014 y 2016, no cambió. No estamos viendo ni más ni menos que otros años. Las observaciones oportunistas de orcas desde embarcaciones y veleros de recreo hay que cogerlas siempre con pinzas desde un punto de vista científico.
Crédito BDRI
¿Qué ocurre entonces con las orcas y su interacción con las embarcaciones?
Desde un punto de vista científico no hay nada nuevo. Al igual que muchos otros depredadores y otras especies de delfines, pasan por estas aguas. Hay especies con un carácter más residente y otras, como la orca, que tienen carácter de paso. Para ellas sí que es un corredor y lo que hacen es pasar cerca persiguiendo a las presas, porque hay bastante concentración de atún rojo y otras especies.
¿Es un comportamiento habitual que se acerquen tanto a los barcos hasta incluso causar daños?
Nosotros estudiamos el comportamiento de estos animales y hay que tener en cuenta muchísimas variables. Anteayer nos informaron de otro caso en la costa norte de Galicia. Su tendencia de sur a norte da que pensar que se podría tratar siempre de un mismo grupo. Lo que nunca sabremos es lo que pasa por la cabeza del animal. Es decir, tienen un comportamiento muy complejo, mucha curiosidad y se ven atraídos por el movimiento de las embarcaciones. Pueden llegar a un grado de excitación cuando interaccionan con una embarcación. Esto puede conducir al caso, que es el menos común, de contacto físico con el casco o en el caso del timón. Hay juveniles que aprenden y practican con técnicas de juego. Es como si tienes un perro, que si juegas y se excita mucho puede acabar rompiéndote un jarrón en casa.
No es una cuestión de que sean solo cazadoras entonces…
Exactamente. Hay muchos factores y son datos que estamos obteniendo de forma oportunista. Dicen que hay más comunicaciones de su presencia que en años pasados, pero es porque salvamento marítimo dio la alarma de que todos los barcos tienen que comunicarlo. En cambio, el año pasado nadie comunicaba la presencia de orcas. Es raro que toquen una embarcación o que causen daño porque es un riesgo excesivo para el propio animal. Hay que tener también en cuenta el factor individual. Cada ejemplar es un mundo y cada grupo tiene técnicas de caza y comportamientos distintos. Se le está dando mucha repercusión mediática a lo que podría ser el comportamiento de uno o dos individuos.
Respecto a los ataques entre los delfines y también con sus crías que se han observado en Galicia, ¿es también común?
Es bastante común en bastantes especies de mamíferos. Ha habido diferentes presentaciones de estudios aquí de infanticidio así como de comportamiento epimelético, es decir, cómo la madre reacciona ante la muerte de la cría y permanece con ella.
¿Por qué se creó el centro de investigación BDRI y en qué momento decidió trasladarlo a O Grove?
El instituto se creó en 2005 en el mar Mediterráneo. El objetivo era la investigación científica y la formación académica, porque existe una gran carencia de la parte práctica de investigación, de trabajo de campo. Y 2013 yo, como fundador, tomé la decisión de trasladarlo a la costa gallega. Soy gallego, pero no fue por la morriña, sino porque sabía que en Galicia existía una enorme riqueza en biodiversidad marina y no había estudios científicos sistemáticos sobre ella.
¿Por qué en Galicia no se ha hecho ese seguimiento sistemático como, por ejemplo, en el golfo de Cádiz?
En el Golfo de Cádiz hay datos, sobre todo, por el turismo de cetáceos, que es una industria bastante potente que lleva muchos años, y porque los animales están más próximos a la costa. Ten en cuenta que nosotros hacemos más de 100 millas náuticas en un día de navegación.
Por otro lado, en la costa gallega ha habido siempre una red de varamientos muy importante. Hay una media de más de 280 al año y ahí es donde se ha centrado el apoyo de la administración y los proyectos de las ONG principalmente. Los trabajos sobre ecología y comportamiento de cetáceos requieren de logística e investigadores que se dediquen a ello. Por suerte nosotros contamos con el apoyo de la Fundación Biodiversidad, si no, no habría fondos para hacer 100 millas de navegación diarias.
Ha publicado en lo que va de año tres estudios en revista científicas, uno de ellos sobre la personalidad de los delfines.
Este es uno de los trabajos más importantes que haya hecho en mi carrera. Fueron más de diez años de estudios. Es el resultado de una combinación de diferentes trabajos en la isla de Cerdeña en delfines mulares, que me permitió mostrar cómo cada individuo tiene un comportamiento único que no cambia ni con el tiempo, ni en el contexto en el que esté el animal. Es decir, si es tímido lo va a ser siempre. Esto provoca ventajas y desventajas, que es lo importante de la existencia de la personalidad en estos animales. Unos son más audaces y obtienen la comida de forma fácil mientras que los tímidos corren menos riesgos. Siempre va a haber un balance desde el punto de vista evolutivo. Esto permite el mantenimiento de distintos rasgos de personalidad totalmente equiparables con lo que ocurre en los humanos y otras especies.
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