Carlos de Urabá •  Memoria Histórica •  11/07/2016

Homenaje a los presos republicanos del fuerte de San Cristóbal. Pamplona-Navarra

El 22 de mayo de 1938 se fugaron de la prisión de San Cristóbal 795 presos republicanos condenados por los jueces nazi-franquistas. La fuga fracasó pues desconocían el terreno y las rutas de escape. 585 fueron recapturados y 221 asesinados a balazos. Sólo tres lograron cruzar la frontera francesa.

Homenaje a los presos republicanos del fuerte de San Cristóbal. Pamplona-Navarra

El fuerte de San Cristóbal (Alfonso XII) se construyó en lo alto del monte Ezkaba (al norte de Pamplona) a finales del siglo XIX y a principios del XX (en la época de las guerras carlistas) para que sirviera de polvorín y baluarte militar. Pero con el auge de la aviación se quedó obsoleto y por tal motivo lo reconvirtieron en presidio (1934-1945). 

Su fama se debe principalmente a la fuga masiva  (se le considera una de la más memorables evasiones de toda la historia) que protagonizaron los presos republicanos confinados por el nazi-franquismo en la época de la guerra civil española.

De Pamplona eran oriundos varios militares de más alta graduación como Mola (el director) y Sanjurjo, (ambos compinchados con Manuel Goded, Queipo del Llano, Yagüe y Franco) planificadores y ejecutores del golpe del 18 de julio de 1936. Los conspiradores aprovechando las fiestas de sanfermines se reunieron en los clubes sociales de la ciudad para ultimar los detalles del “levantamiento”.

Reinaba una época de gran tribulación social y política y por lo tanto ya se presentía el estallido de una asonada. Así se lo comunicó el mismísimo general Franco al gobierno de la república -dirigido por Casares Quiroga-  en una misiva enviada el 23 de junio del 1936. En ésta le advertía el descontento de los mandos y oficiales por las divisiones y la ingobernabilidad surgida tras el triunfo del Frente Popular. El secuestro y posterior asesinato de Calvo Sotelo el 13 de julio actuó como espoleta del golpe de estado. España necesitaba un salvador que la sacara a flote.-repetían una y otra vez los partidarios de la derecha-

En Navarra el ejército, la Guardia Civil y los paramilitares requetés carlistas neutralizaron rápidamente la incipiente resistencia republicana haciéndose con el control de toda la provincia. Los fusilamientos, torturas, desapariciones, encarcelamientos se encargaron de multiplicar el terror. Poco pudo hacer la clase obrera y campesina para enfrentar una fuerza tan descomunal.

El fuerte de San Cristóbal, entonces, es utilizado para encarcelar a los republicanos acusados de alta traición a la patria y rebeldía (procedentes de toda España) La cruzada contra los rojos se puso en marcha dejando un espantoso rastro de muerte y destrucción.

A muchos de los detenidos se les aplicaron la “ley de fugas”. Es decir, se les anunciaba que quedaban libres y cuando salían de la cárcel a los pocos metros se les daba el alto y los asesinaban. 

El 21 de mayo de 1938 el ejercito republicano contraataca en Teruel y  los presos del fuerte de San Cristóbal al conocer la noticia estaban confiados de que si las tropas atravesaban el Ebro podrían llegar hasta Pamplona. De ahí que varios reclusos utilizando la lengua del esperanto (para despistar a los guardianes) urdieron un plan de escape.  El domingo 22 de mayo de 1938  aprovechando que el personal militar se encontraba en día de asueto y que había poca vigilancia los presos tomaron posiciones dentro del penal matando a un guardia y reduciendo al resto.  Disfrazándose con sus uniformes consiguieron llegar hasta el cuerpo de guardia y hacerse con las llaves de las celdas y de la puerta principal.

La mayoría de los presos no sabía nada de la fuga así que creyeron que se trataba de una trampa. Ellos pensaban que cuando estuvieran en el exterior se le aplicaría la ley de fugas y los asesinarían a mansalva.  En todo caso 795 se arriesgaron corriendo a esconderse entre el monte en busca de la libertad -aunque sin el calzado, ni el equipo suficiente para resistir todo su esfuerzo iba a ser infructuoso-. No sabían ni orientarse y muy pronto la mayoría fueron capturados por los fascistas que poco tardaron en salir a perseguirlos. Los vecinos de los pueblos cercanos ya estaban advertidos y tenían que por fuerza denunciarlos.

Esta fuga se produjo sobre todo a causa de la desesperación ya que era imposible seguir soportando los malos tratos, insultos, golpizas, torturas,  hambre, enfermedades o las plagas de piojos.  Además sin sanitarios, ni agua, durmiendo en el suelo húmedo y frío sin mantas y apiñados para darse calor. Aparte de ser obligados a entonar cánticos fascistas y asistir a las ejecuciones sumarísimas. El fuerte de San Cristóbal se le consideraba la prisión más tenebrosa de toda España. Y encima se le añadió el título de Hospital penitenciario por el alto número de tuberculosos. 

Enterrados en vida en esas mazmorras inquisitoriales del nazi-franquismo no había otra posibilidad de supervivencia que buscar la escapatoria.  De los 795 evadidos la mayoría fueron recapturados y 207 fueron cazados a balazos por los montes, bosques o pueblos aledaños. A muchos se les hizo cavar su propia tumba y sin el menor escrúpulo masacrados. Solo tres consiguieron llegar hasta Francia. A los cabecillas o autores intelectuales sufrieron horrendas torturas y posteriormente los pasaron por las armas.

A partir de la promulgación de la ley de Memoria Histórica se inició la búsqueda de los cuerpos de los desaparecidos con el afán de entregárselos a sus familiares  y rendirles un justo homenaje.

Como dijimos antes la fuga de los presos republicanos del fuerte de San Cristóbal ha sido una de las más grandes de la historia. Y lo más triste del caso es que durante los 40 años de dictadura se prohibió totalmente hablar de este terrible suceso. En los primeros años de democracia también sucedió algo parecido con la aprobación por parte de las Cortes de la Ley de Amnistía de 1977 (pactada por todos los partidos políticos) que contribuyó a la amnesia colectiva.  Con el pretexto la reconciliación nacional y la consolidación del nuevo régimen un tupido velo siguió cubriendo este episodio.  

Sólo hasta la aprobación en el parlamento de  Ley de la Memoria Histórica en el 2006 (en reconocimiento de todas las víctimas de la guerra civil) es que se le ha dado un mayor impulso a las reivindicaciones de justicia y reparación con las víctimas del bando republicano.  De este modo desde hace 28 años el día  22 de mayo se reúnen los familiares de los presos del monte Ezkaba -gracias al apoyo de la asociación Txinparta de Antsoain-  para recordar esta intrépida hazaña.

Se levantó un monolito de homenaje a los presos (7.000 en total llegados de toda la geografía española) – una y mil veces destruido por los fascistas- que reza: “Por la libertad de la república dieron la vida. Muero sin dolor ya que doy mi vida por la libertad”

Agradecemos inmensamente la colaboración en este documental de los integrantes de IU de Berriozar-Pamplona.