Redacción •  Actualidad •  21/01/2021

Tras Filomena, lluvias y deshielo, alertan de la falta de preparación y adaptación de España a eventos climáticos, cada vez más extremos

  • La lluvia de estos días acelerará una posible conversión de la nieve en inundaciones, en un país que urbaniza lugares no apropiados.
  • Según el Observatorio de la Sostenibilidad, los ríos y cauces naturales de nuestro país han sufrido una reducción de su superficie (un 12% entre 1987 y 2000).
  • El uso masivo de sal contra el hielo provoca daños en acuíferos, fauna y flora.
  • La planificación urbana debe contar con mejores estrategias y planes de prevención y gestión de riesgos, especialmente en emergencia climática.
Tras Filomena, lluvias y deshielo, alertan de la falta de preparación y adaptación de España a eventos climáticos, cada vez más extremos

Madrid, 21 de enero de 2021.- Tras Filomena, la Península se enfrenta a las borrascas Gaetán y Hortense, fenómenos con lluvia y viento que pasarían desapercibidos si no “lloviera sobre mojado”. Ocho comunidades autónomas (Principado de Asturias, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Andalucía, Aragón, Madrid, La Rioja y Navarra) tienen ya aprobada la declaración de “zona afectada gravemente por una emergencia de protección civil”, por los daños de las últimas nevadas, que, previsiblemente, se desharán con la lluvia y el ascenso de las temperaturas, poniendo en riesgo de inundaciones a distintas zonas de nuestra geografía.

Inundaciones

En las últimas semanas, se han superado espesores de nieve por encima de los 20 cm, o hasta de los 60 cm en lugares como la Comunidad de Madrid. Esto hace que algunas cuencas, como la del Tajo, hayan alcanzado registros históricos de volumen de agua en forma de nieve, con cerca de 245 hectómetros cúbicos (hm3), según datos de la Confederación Hidrográfica del Tajo.

Sin heladas, ahora la lluvia acelerará el proceso de fusión, especialmente en aquellas zonas de montaña donde hay más nieve acumulada: sierras, zonas de altitud entre la montaña y la llanura y en zonas de confluencia de cauces.

“Los humanos hemos invadido el propio territorio del río, constriñéndolo, y por lo tanto sufrimos las consecuencias de ello cuando hay crecidas. Hemos convertido ríos sinuosos en canales casi lineales de hormigón, lo que hace que el agua corra más rápido y por lo tanto aumente el riesgo de inundación y su peligrosidad”, ha advertido Julio Barea, portavoz de Greenpeace España.

Y es que la evolución que están experimentando los usos del suelo en España, principalmente a causa de los avances de una urbanización realizada de forma masiva y sobre terrenos no siempre adecuados, es muy preocupante:

  • Se ha invadido el Dominio Publico Hidráulico, con viviendas, infraestructuras y todo tipo de equipamientos.
  • Ha desaparecido, y/o se ha alterado sustancialmente, la vegetación de ribera en la práctica totalidad de los ríos de nuestra geografía.
  • Se han producido cambios morfológicos y topográficos alterando las funciones geomorfológicas de los espacios fluviales, debido a las afecciones por la construcción de obras públicas y urbanizaciones derivadas del planeamiento urbanístico municipal.

El problema es tal que, según el Observatorio de la Sostenibilidad, en España, solo desde el año 1.987 al año 2.000, los ríos y cauces naturales sufrieron una reducción de su superficie en un 12%, es decir, en 7.508 Has.

El uso masivo de sal

Para favorecer el derretimiento de la nieve y el hielo, el uso (y abuso) de sal, salmueras y fundentes salinos crea graves problemas. El más directo, en las propias infraestructuras viarias: el cemento, el asfalto, el mobiliario urbano y hasta las señalizaciones se ven afectados por procesos de corrosión. También los crea directamente en el parque automovilístico produciendo daños en vehículos, principalmente en sus carrocerías.

Pero los daños medioambientales son también evidentes y devastadores para el entorno, ya que la sal se arroja, casi siempre, en vías montañosas, que son zonas más frágiles y de ecosistemas sensibles. En ellas, el aumento de la salinidad afecta muy negativamente, pues al disolverse la sal se descompone en elementos sobre el terreno, que se filtran en los acuíferos y terminan en cauces fluviales, afectando también directamente a plantas y animales, pudiendo incluso matarlos.

En el caso del uso masivo en la ciudad de Madrid, también afectará al alcantarillado y las estaciones depuradoras, cuyos digestores biológicos no podrán soportar un aumento tan elevado de la salinidad, por lo que o bien se perderá durante días la posibilidad de depurar correctamente las aguas residuales o bien se tendrá que realizar un bypass de las aguas directamente a los cauces del Manzanares y el Jarama para evitar daños en las plantas depuradoras. Ello provocará un daño directo a estos ríos, a la fauna y flora que viven en ellos y a sus riberas. Una tonelada de sal cuesta entre 60 y 80 euros, pero existen alternativas (más caras y más baratas también) como son el acetato de calcio y el magnesio, más biodegradables y menos corrosivas, arenas, gravillas y cenizas vegetales o productos agrícolas residuales como la urea o el jugo de remolacha.

Soluciones

En medio de una escalada global de temperaturas medias, se irán registrando cada vez más eventos episódicos extremos. Pero las grandes ciudades siguen sin estar adaptadas a la emergencia climática ni a fenómenos como Filomena. El cúmulo de restos y residuos nos hace pensar que los desagües, alcantarillado o canalones, no van a estar suficientemente limpios para poder recibir todo el agua de fusión estos próximos días, incluyendo también los de nuestras casas. La planificación urbana debe contar con estrategias y planes de prevención y gestión de riesgos que, a través de una gestión pública, sean capaces de responder de forma rápida y eficaz a las necesidades que se presenten.

La gestión del riesgo de inundaciones exige una visión conjunta a nivel de cuenca y una adecuada ordenación del territorio que se ha obviado. Los políticos/as suelen señalar al insuficiente mantenimiento de los cauces o a la falta de limpieza de los mismos para excusarse.

Greenpeace señala que se debe:

  • Incluir el riesgo de inundación en la planificación urbanística.
  • Contemplar que los usos del suelo en zonas inundables sean compatibles con las inundaciones.
  • Establecer franjas amplias de protección en los márgenes de los torrentes.
  • Trabajar con sistemas eficientes de alerta meteorológica.
  • Contar con más estudios de atribución en y para España, dado que es la única herramienta científica que nos informa, de modo objetivo, sobre la relación entre el CC y un determinado evento meteorológico.

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