Redacción •  Actualidad •  12/02/2019

Una treintena de activistas europeos pide detener las muertes de personas migrantes en el Mediterráneo

En un acto simbólico, el grupo de activistas ha lanzado chalecos salvavidas al Guadalquivir y ha desplegado una pancarta en el puente de Triana en la que podía leerse ‘Que No se Ahogue la Humanidad’.

Una treintena de activistas europeos pide detener las muertes de personas migrantes en el Mediterráneo

Andalucía, 12 de febrero de 2019. Una treintena de activistas europeos procedentes de países que se encuentran en la frontera de Europa como Italia, Grecia, Croacia y España han protagonizado esta mañana en el marco del proyecto ‘The Route Of Solidarity’ un acto simbólico a orillas del Guadalquivir para pedir el fin de las muertes en el Mediterráneo.

Los activistas depositaron sobre el Monumento a la Tolerancia de Chillida, objetos que las personas migrantes y refugiadas abandonan en su trayecto a Europa, lanzaron al río chalecos salvavidas que no pudieron salvar la vida de las 2.275 personas que, según ACNUR, durante el año pasado murieron o desaparecieron en el Mediterráneo intentando alcanzar las costas de la UE.

Para los participantes del proyecto, “la Europa que recibió en 2012 el Premio Nobel de la Paz, no puede tolerar que esta barbarie siga sucediendo en su orilla”. A su juicio, “es necesario encontrar un acuerdo para detener estas muertes garantizando una efectiva actividad de búsqueda y rescate, aplicando para los países africanos la misma política de visados que tiene Europa, poniendo fin a las políticas de externalización de las fronteras, de devoluciones ilegales y de violencia policial en los espacios fronterizos. La UE debe proporcionar una vía legal para acceder a su territorio”.

Las defensoras y defensores de los derechos humanos, que han desplegado una pancarta sobre el puente de Triana en la que se podía leer “Que no se ahogue la humanidad”, consideran fundamental poner freno a la criminalización de la solidaridad, que está provocando que en los países fronterizos de la Unión Europea, las personas que dan un paso adelante en la defensa de los derechos de quienes migran, sean perseguidas, amenazadas, procesadas y detenidas con el objetivo de desactivar su lucha.

Por otro lado, tildan de “inaceptable” que los discursos políticos estén poniendo en riesgo la convivencia y la cohesión social, justificando y dando alas a los ataques racistas. Es necesario, apuntan, poner fin al discurso del odio en todas sus formas, respetando la legislación que ya existe contra él y construyendo una contra narrativa que resalte las contribuciones positivas de las personas migrantes en las sociedades.

Además, los activistas piden el cierre de los hotspots o centros de identificación y retención de personas refugiadas, hoy lugares de violencia, tensión y enfermedades, donde las personas se ven privadas de libertad y hacen frente a condiciones de vida son inhumanas. En su lugar, proponen la implementación de buenas prácticas que muestran que hay un sistema alternativo de recepción e inclusión con efectos positivos tanto para las personas migrantes como para las comunidades de acogida y la creación de hogares que dignifiquen a estas personas.

Por último, los integrantes del proyecto europeo exigen acabar con las devoluciones ilegales y el trato indigno y violento que se dispensa a las personas migrantes y refugiadas en las fronteras, a manos de los cuerpos de seguridad, con devoluciones en caliente prohibidas, expulsiones a terceros países que no cumplen mínimamente con los derechos humanos y que contravienen la Convención de Ginebra de 1951.

El grupo de activistas ha hecho un llamamiento a las y los eurodiputados y aquellas personas que encabezan candidaturas europeas, a que prioricen en sus agendas la garantía de los derechos humanos para todas las personas, no solo para aquellas que tienen pasaporte europeo.

Los más de 300 voluntarios, activistas y defensores de los derechos humanos que durante el proyecto se han dado cita en Lesbos, Tesalónica, Ceuta, Palermo, Roma, Zagreb, Pula y Sevilla comparten una gran preocupación por el respeto a la dignidad humana, la igualdad, la democracia y los derechos humanos que en estos momentos se encuentran en riesgo en Europa y reclaman a la clase política y a la ciudadanía que se posicionen en favor de los valores que constituyen la esencia de este continente y que se encuentran en estos momentos sumidos en una grave crisis.


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