Ramaris Vásquez • Opinión • 29/11/2020

Irán-Estados Unidos, un juego de ajedrez peligroso

Entre Teherán y Washington se juega un ajedrez peligroso, con un Estados Unidos (EE.UU) que abandonó el acuerdo Nuclear con Irán(1), el de Cielos Abiertos (2) el de Fuerzas Nucleares de Rango intermedio (INF) con Rusia(3) y un Irán que maniobra dejando claro que vengará el asesinato de Solemaini y del científico nuclear Fakhrizade (4).

El ex jefe de la CÍA, Jhon Brennan, advirtió vía Twitter que el ataque a Fakhrizade fue “imprudente” y puede “generar un conflicto regional pues a su juicio, “si un gobierno extranjero autorizó o llevó a cabo el asesinato de Fakhrizadeh, tal acto de terrorismo patrocinado por el Estado sería una violación flagrante del derecho internacional y alentaría a más gobiernos a llevar a cabo ataques letales contra funcionarios extranjeros”. (5).

Brennan sabe de qué habla. BBC Mundo, el 20 de agosto de 2013 publicó, basado en documentos obtenidos bajo la Ley de Libertad de Información por el Archivo de Seguridad Nacional (una institución sin fines de lucro con sede en la Universidad George Washington, en EE.UU.) que el golpe militar contra Irán en 1953 “(…) fue realizado por la dirección de la CÍA como una acción de la política exterior estadounidense”. (6).

El medio recuerda que “los iraníes eligieron a Mossadeq en 1951, quien rápidamente optó por renacionalizar la producción petrolera del país, que había estado bajo el control británico a través de la Compañía Petrolera Anglo Persa, que más tarde se convirtió en British Petroleúm o BP. La medida causó preocupación en EE.UU y Reino Unido, país para el cual el petróleo iraní era clave para su reconstrucción económica de la posguerra”.

BBC refiere que en el año 2000, tanto la Secretaria de Estado estadounidense, Madeleine Albright, en 2002, como Barack Obama en un discurso en 2009 en El Cairo, reconocieron el papel de EE.UU en el derrocamiento del mandatario iraní. La CÍA “admitía abiertamente haber representado un papel activo, en conjunto con la agencia británica de inteligencia, el MI6”.

Mark Gasiorowskii, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Luisana, Bâton Rouge, en su artículo científico “El golpe de estado de 1953 en Irán”, publicado por la Universidad de Cambridge (Págs.261-286), plantea que “el golpe de 1953 también marcó el primer uso en tiempos de paz de una acción encubierta por parte de EE.UU. para derrocar un gobierno extranjero. (…) fue un precedente importante para eventos como el golpe de Estado de 1954 en Guatemala y el derrocamiento de Salvador Allende en Chile en 1973, y convirtió a Estados Unidos en objetivo clave de la revolución iraní”. (7)

En perspectiva, no es tontería. Hace pocas horas, Israel –acusada por Teherán de acompañar a EE.UU en el asesinato del científico nuclear- pertrechó sus embajadas (8) mientras Arabia Saudita -aliada de EE.UU.- atacó con su Real Fuerza Aérea (RSAF) los alrededores de Saná, capital de Yemen (9), continuando una guerra de 6 años que según advirtió el secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, puede causar “la peor hambruna en el mundo en décadas”. (10)

Todas estas situaciones violentan abiertamente la Carta de las Naciones al quitarle un peso moral importante al multilateralismo, de cara a la no agresión entre Estados. El artículo 2 del documento, en su numeral 4 establece que:

“Los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas.” (12).

Ahora, este ajedrez tiene movimientos distractores. EE.UU. movió tropas en Afganistán e Irak, y la OTAN se quejó. Oriente Medio arde. Hace poco Rusia debió expulsar un destructor estadounidense de sus aguas (13). Sin embargo, el Comando Sur sigue apostado en el Caribe, acechando Venezuela, que, pese a ser un país pacífico, según la “orden” Ejecutiva 13692 de EE.UU. –emitida por Barack Obama- es una “amenaza inusual y extraordinaria” para el país norteamericano, lo que pone en riesgo a su población.

Rojas Aravena (2004) en su artículo científico “Seguridad en las Américas, los desafíos Post Conferencia: Operacionalizar los consensos y articular los conceptos” lo resume así: “Estados Unidos impulsa una capacidad de control global desinstitucionalizada, sobre la base de “coaliciones ad hoc”. Esto se ha traducido en el desarrollo de una política de unilateralismo radical que posee como instrumento la intervención y ataques anticipatorios”. (14)

Venezuela tiene las mayores reservas de crudo probado del mundo, (para tres siglos), al igual que oro, abundantes reservorios de agua y un sinfín de recursos que EE.UU. querría tener y no podría tomar por la fuerza si Irán y otros aliados del país bolivariano se opusiesen. Pero Irán y otros aliados están estratégicamente ocupados y lejos.

El tablero está servido y es un juego peligroso que pone en vilo -una vez más- el sentido de la existencia humana en contravención a los intereses económicos transnacionales, operado por Estados, empresas y emporios que socavan la soberanía de los Estados en el mundo.

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