Puño en Alto •  Opinión •  23/09/2022

Ahorro energético y cambio climático

Las medidas propuestas por el Gobierno para conseguir un ahorro energético cumpliendo los compromisos con la Unión Europea, por su propia naturaleza y por estar consideradas temporales y extraordinarias, no van a suponer cambios en nuestros patrones de consumo. Es imprescindible aumentar la eficiencia energética de todos los procesos productivos y sustituir el consumo de energías fósiles por renovables. El ahorro energético no se debe considerar algo puntual o estacional, sino que es un concepto sobre el cual hay que concienciar.

El ahorro energético, la herramienta más necesaria para combatir el cambio climático, la están pervirtiendo al considerarla una mera herramienta de ahorro económico. El cambio climático que padece el planeta va más allá de tener temperaturas más cálidas. Conlleva también padecer fenómenos meteorológicos extremos de forma cada vez más frecuente: sequías intensas, escasez de agua, tormentas catastróficas, incendios graves, aumento del nivel del mar, inundaciones, deshielo de los polos y pérdida de la biodiversidad.

Generar energía es un proceso que perjudica al medioambiente. Actualmente en España un gran porcentaje de la electricidad consumida proviene de fuentes de energía no renovables, como son el petróleo, el gas o el carbón. El uso de energías no renovables y altamente contaminantes provoca la emisión de multitud de gases de tipo invernadero, como el dióxido de carbono y el metano, responsable, en gran medida, del cambio climático. Por otra parte, el ser humano está consumiendo una cantidad tan desproporcionada de recursos que a la Tierra no le está dando tiempo a regenerarse.El debate interesado que se ha suscitado sobre el ahorro energético está enmascarando el principal principal problema con que se enfrenta la humanidad que no es otro que el cambio climático y toda iniciativa que no lo tenga presente son tan estériles, como estériles es el debate suscitado respecto al decreto de ahorro energético aprobado recientemente por el Gobierno.
Politizar las medidas de ahorro energético no es el mejor camino para un necesario consenso para conseguir métodos de producción más sostenibles, reducir el consumo generando menos residuos y llevar a cabo un más eficaz reciclaje y propiciar una conciencia pública absolutamente crucial para tal fin. Pero si al contrario, todo lo reducimos de forma transitoria a una disminución de la temperatura del calentador en invierno, a un aumento de la temperatura de la climatización en verano, a que compremos electrodomésticos de bajo consumo, a una disminución de la iluminación pública y privada en las calles para conseguir reducir así el gasto de energía, poco o nada haremos contra el principal problema planetario del cambio climático.
Todo lo demás, ruido que no conduce a nada y de servir de algo, es para que algunos de forma interesada encuentren terreno abonado para expandir sus proclamas negacionistas. Ya no se trata de prevenir el cambio climático, porque ya está aquí. Se trata de tomar medidas efectivas para revertirlo y las necesarias para paliar sus consecuencias.


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