José Camargo •  Opinión •  21/05/2018

Una campaña admirable

“A veces torcemos el brazo a otros países para que hagan lo que queremos”

Barack Obama.

El pueblo bolivariano y su gobierno legalmente constituido vuelven asestar un duro golpe a la oposición en Venezuela y en un escenario que según algunos es el alma y nervio de una democracia: los procesos electorales. Es precisamente en este escenario, donde cualquier movimiento o partido político puede convencer a una sociedad de la justeza de un programa político. La oposición demostró con su llamado a la abstención que adolece de un programa político que direccione su accionar y dejo en evidencia que carece de apoyo popular, es esta la razón por la cual el epicentro de la oposición al gobierno de Nicolás Maduro hoy se encuentra en la Casa Blanca y en la Unión Europea. Un pueblo que consigno en las urnas 8.603.396 votos, revela que tiene una democracia vigorosa y una cultura política que envidiaría cualquier maltrecha democracia neoliberal de las existentes en América Latina. El Pueblo bolivariano enfrento una verdadera guerra en este proceso electoral.

Durante el debate electoral se escucharon planteamientos pendencieros y estigmatizadores. Planteamientos provenientes de gobiernos neoliberales y de muchos intelectuales y políticos de la región que pretendían socavar el triunfo del bravo pueblo, pero tendrán que admitir, que esta victoria del 20 de mayo es una verdadera hazaña. La patria de Chávez está resistiendo de todo: sanciones impuestas por la Unión Europea, sanciones económicas por parte de los EE. UU, acoso político desde la derecha internacional, organismos internacionales (OEA, ONU, HRW, GRUPO DE LIMA) a disposición de la derecha venezolana y una campaña mediática brutal buscando sembrar miedo, angustia, desazón.

La oligarquía colombiana (su clase política) tiene que reconocer que no es la República Bolivariana de Venezuela la que necesita el supuesto rescate financiero que anunciaba el Ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas, sino Colombia para que lo inviertan en los departamentos de Cauca, Chocó, Putumayo, Norte de Santander, la zona norte de Jamundí, Valle, donde los niños han “desertado” de las escuelas y colegios para dedicarse a recoger hojas de coca y en La Guajira donde la desnutrición no da tregua y los niños Wayúu siguen falleciendo por física hambre(20 niños han fallecido en lo que va del 2018), a pesar de que la Corte Internacional ordeno medidas cautelares para garantizar la salud y el agua de la población Wayuu, esas medidas también se extendieron a madres gestantes y lactante de este pueblo. No es en la República Bolivariana de Venezuela donde hay que montar el grupo de trabajo estratégico contra la corrupción, según lo sugiere el Ministerio de Hacienda de Colombia y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, sino en Colombia donde la Corrupción tiene en jaque a las instituciones democráticas y a Colombia al garete.

La presión que se ejerce sobre la República Bolivariana de Venezuela para la implementación del “lucrativo” canal humanitario y en la cual Colombia juega un papel protagónico, encaja muy bien en Colombia porque se vive un estado de guerra, inseguridad y un desplazamiento interno importante. Dice Néstor H. Martínez, Fiscal General de la Nación, que en el primer trimestre del año se han producido 3.491 asesinatos. Además, los indígenas del Chocó, denunciaron ante organismos internacionales como sus pueblos son víctima de asesinatos, confinamiento y desplazamiento. Las casas de pique en Tumaco, se constituyen en un macabro espectáculo. El sacerdote Javier Giraldo, ha señalado que la responsabilidad en autoría de violaciones a los DD. HH y DIH corresponde en su mayoría a grupos paramilitares. Precisamente es en Colombia donde reposan los 9 mil cadáveres victimas del paramilitarismo, este accionar criminal se mantiene como una política de estado.

Todo esto significa que el gobierno de Juan Manuel Santos no protege al pueblo colombiano como lo recomienda el documento “La responsabilidad de proteger”. Es Colombia, la que está a punto de implosiónar.

El pueblo de Bolívar y de Chávez, siguen dando lección de la más genuina democracia, la ofensiva neoliberal en contra del proyecto bolivariano se mantendrá y se agudizará a futuro, y los intentos para que Venezuela caiga en los brazos del Fondo Monetario Internacional (FMI) serán permanentes y los tambores de la guerra no dejaran de sonar.

El 20 de mayo de 2018 queda como testimonio glorioso del gobierno de la vida.

 


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