Unión Proletaria •  Opinión •  14/04/2021

14 de Abril de 2021: ¡Unidad antifascista, republicana y comunista!

14 de Abril de 2021: ¡Unidad antifascista, republicana y comunista!

En el mundo entero, el capitalismo se está convirtiendo en un obstáculo cada vez mayor para satisfacer las necesidades de la población y para una sana relación de la humanidad con la naturaleza. La actual pandemia lo ha vuelto a poner en evidencia, en contraste con la capacidad del socialismo (China, Cuba, Vietnam, etc.) para doblegar al virus. Pero el capital se empeña en seguir mandando a costa de explotar más a los trabajadores, de arruinar a masas de pequeños propietarios y de fomentar el fascismo para dividir al pueblo y arrastrarlo hacia la guerra. Esta estrategia es todavía más clara en España donde no hubo ruptura democrática con el franquismo, ni en las instituciones públicas ni en los medios privados.

Crece la represión contra quienes luchamos por una vida mejor. Con el pretexto de equiparar al nazismo y al comunismo, los poderes oligárquicos no elegidos (monarquía, ejército, policía, judicatura, gran prensa, iglesia, monopolios, OTAN, Unión Europea, etc.) garantizan la impunidad a los fascistas e impulsan la criminalización e ilegalización de las organizaciones de izquierda. El régimen está en crisis, pero no cae porque los oligarcas lo sostienen por la fuerza y el engaño. Aunque las crecientes contradicciones entre ellos los debiliten, tienen a su disposición los principales medios materiales y humanos organizados para enfrentar el descontento popular. Mantienen su control sobre el aparato del Estado, por mucho que unos pocos demócratas consigan alcanzar cargos de ministros, diputados, jueces, etc. El pueblo trabajador, mucho más numeroso, sería más fuerte que ellos si no lo tuvieran confundido y dividido.

Unidad democrática antifascista

Así que no hay otra salida a este círculo vicioso que impulsar contra ellos la movilización de un gran número de personas. Sólo así la acción puede ser eficaz, aunque a cambio los objetivos resulten modestos y ambiguos: carácter público de la sanidad, de la educación, del sistema de pensiones, derecho real a la sindicación, libertad de expresión, de reunión y de manifestación, etc. Y la lucha por estas mínimas reivindicaciones democráticas, necesarias para poner en movimiento al pueblo contra la oligarquía, pasa indefectiblemente por desarrollar una unidad de todas las fuerzas expresamente denostadas por ésta: desde las organizaciones obreras hasta Unidas Podemos y los demás partidos que luchan en las instituciones públicas contra las tendencias reaccionarias y por aliviar las condiciones de vida de la población empobrecida. Hay que dejar a un lado el maximalismo y la soberbia para alcanzar el mejor acuerdo posible.

Por un lado, es verdad que tales objetivos son insuficientes, se prestan a confusión y los partidos parlamentarios que los defienden pecan a menudo de una falta de radicalidad y de coherencia que les hace parecer cómplices de la oligarquía. Pero, por el otro lado, no podemos prescindir de ellos: el deseo de alcanzar los objetivos finales no debe ofuscar el reconocimiento de la realidad actual en la que los demócratas revolucionarios y los obreros con conciencia de clase carecemos de fuerza para vencer total o parcialmente a esa oligarquía y su régimen monárquico (más aún al capitalismo). Por supuesto que, lejos de conformarnos con esta constatación, debemos hacer lo necesario para fortalecernos. Y esto incluye, entre otras cosas, la realización de toda posibilidad de acción unitaria para mejorar la correlación general de fuerzas o evitar su empeoramiento. A la vez, en cada una de esas batallas que por sí solas son insuficientes, debemos plantear aquellas críticas que permitan concienciar y organizar más radicalmente a sus participantes. La unidad y la crítica no son excluyentes, sino inseparables para todo desarrollo social progresivo.

Unidad republicana

La lucha democrática contra la oligarquía se fortalecerá en la medida en que las fuerzas más resueltas crezcan y se cohesionen hasta hacerse hegemónicas. A día de hoy, son las más inconsecuentes y timoratas las que prevalecen, porque las republicanas sólo nos unimos esporádicamente. Así, carecemos de unidad en cuanto a estructura de masas, medio de difusión, candidatura electoral, etc. Esto se «justifica» por las diferencias entre los partidos que forman el movimiento republicano: ruptura democrática o revolución socialista; república federal o república confederal; república española o repúblicas independientes de las diversas nacionalidades; etc. La realidad pone de manifiesto que la revolución socialista o el derecho de autodeterminación sólo pueden realizarse desarrollando la unidad de las luchas democráticas hacia el objetivo de una república democrática que destruya el poder de la oligarquía y ponga en manos del pueblo toda concreción y progreso ulterior.

Aquí también, el éxito de la unidad no excluye la crítica entre quienes la componen, siempre que ésta sea lo suficientemente acertada como para no destruirla. En efecto, la unidad republicana depende de la lucha del proletariado contra la tendencia disgregadora y entreguista de las clases medias del pueblo. De todas las clases sociales que aspiran a una mayor democracia, sólo la clase obrera puede llevarla hasta su máxima expresión, es decir, a la dominación del pueblo mayoritario sobre la minoría explotadora. Porque sólo la clase obrera está despojada de medios con los que pudiera explotar a otros seres humanos y esto la convierte en la única clase social que no puede vacilar y conciliar ante esa minoría explotadora.

La crítica proletaria en el seno del movimiento popular republicano asegura la independencia política de la clase obrera en el seno de éste y, con ello, el fortalecimiento y el éxito del pueblo frente a la oligarquía. Si la clase obrera no conquista su independencia política respecto de las demás clases, prevalecerá el particularismo burgués de éstas que debilita la causa republicana, como ocurre en el presente.

Unidad comunista

Esta crítica proletaria también debe definirse, clarificarse y unificarse para que sea real y eficaz, para que no sea una variante «roja» de la dispersión pequeñoburguesa. De todas las formas de organización del movimiento obrero y popular, la decisiva para dirigirlo a la victoria es el partido revolucionario de la clase obrera. La reconstitución del Partido Comunista exige, a su vez, desarrollar la unidad de los marxistas-leninistas entre sí, con los obreros y con el resto del pueblo oprimido. La unidad comunista tampoco excluye la crítica, sino que la exige con luz y taquígrafos, para que sea toda la clase obrera la que zanje y forme su partido con quienes demuestren capacidad de autocrítica e identidad con sus intereses fundamentales.

¡Basta de sectarismo, de división y de unidades que dividen a la clase obrera!

¡Luchemos con el objetivo de unir y unámonos con el objetivo de vencer!

¡Por la república democrática y el socialismo!

¡Ayuda y súmate a Unión Proletaria!

Unión Proletaria. Abril de 2021.


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