Venezuela ¿la sazón electoral de EE.UU?

Trump, Pompeo y demás integrantes del gabinete que procura prolongar su inquilinato en el despacho oval, han estado usando una jerga  amenazante contra Venezuela por varios años y han dado un financiamiento desmedido (3) a un pequeño, recalcitrante y elitesco oposicionismo venezolano, en procura de un cambio de gobierno en el país suramericano, forzando un desenlace que favorezca los esfuerzos injerencistas estadounidenses.

Por su lado, los demócratas se vuelcan a criticar las actuaciones de Trump en el caso Venezuela y su falta de ‘pericia diplomática’ -o como diría  el jefe de Estado cubano, su “analfabetismo político” (4)- mientras dejan hacer y pasar desde el Congreso, decisiones y sanciones asfixiantes contra Venezuela y su población, que violentan el derecho internacional y los derechos humanos.

Hablar de Venezuela les otorga crédito político a unos y a otros, gracias al centimetraje y el tiempo en los emporios transnacionales de información de una cincuentena de países -que apoyan la irrupción contra el Estado venezolano al propiciar y sostener una bifurcación de poder-  y debido a la enorme inversión en propaganda que EE.UU ha venido haciendo contra Venezuela desde 1999, cuando Hugo Chávez fue electo presidente. (5)

Venezuela es el comodín distractor que sazona una carrera electoral caracterizada por el hartazgo de la masa estadounidense ante un sistema marcado por la desigualdad y discriminación para las mayorías y los privilegios para las élites. Así lo recogió el relator especial de DDHH de la ONU cuando levantó el último informe que emitiera el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, antes de que EE.UU abandonara esta instancia (6).

Es lógico inferir que la opinión pública estadounidense vea con hastío su proceso electoral. EE.UU puntea en el continente las muertes y contagios por COVID-19, y el jerarca estadounidense decidió su salida de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y ha estado contendiendo con gobernadores de su país, de cara a las medidas requeridas ante la pandemia. ¡Además de haber sugerido que la gente ingiriera desinfectante para atacar el coronavirus!

Demócratas y republicanos se muestran divorciados de la realidad de las mayorías estadounidenses y centrados en una política exterior marcada por la lucha de mercado y la hegemonía mundial, con medidas comerciales sancionatorias y prohibitivas ante proyectos como el 5G, TikTok y WeChat Tik , impulso de venta de armas en Europa, robo de petróleo en Siria,  entre otras movidas (7) ¡Ah…y el tema Venezuela!

La pandemia mantiene en jaque a la población estadounidense, preocupada además ante la probable contaminación de su subsuelo a causa del ‘fracking’;  enfrentando una depresión económica y pérdida histórica de empleos (6) y unos cupones para alimentos que ya no alcanzan para la población pobre del país, mientras el Estado se vuelca a su patrón oro y decide imprimir por estos días, más billetes que en 2 siglos (¿tendrán respaldo?).(8).

Hay descontento en EE.UU y podría extenderse al seno de sus fuerzas armadas, que, contrario a lo que dicta su tradicional orientación a la política exterior, fueron consideradas para el redoble que Trump hizo de su campaña de “ley y orden” ante las multitudinarias manifestaciones antirraciales que se mantienen en el país (9); medida que, según han denunciado líderes comunitarios y ONG´s, contribuiría a empeorar la situación en las calles y violentar derechos humanos.

Ante este escenario interno en EE.UU, sus factores políticos han puesto Venezuela en el centro del debate electoral, mientras propician -a través de aliados y  ‘colaboracionistas’ venezolanos, financiados por la USAID y la última factura de EE.UU a PDVSA por concepto de petróleo-  que en Venezuela el proceso electoral para escoger el poder legislativo, pautado para diciembre próximo, pierda credibilidad, propiciando que haya victoria por ‘forfait’. (¿Excusa para el intervencionismo?).

Sin embargo, una parte de la oposición venezolana, que no apoya a quienes buscaron el tutelaje de EE.UU, y factores progresistas y de izquierda, trabajan para ganar un curul en las elecciones legislativas convocadas en Venezuela.

La animosidad por Venezuela entre “sirios y troyanos”, no es más que la señal del interés permanente del imperialismo por adelantarse los réditos de una inversión que se han ido cobrando con CITGO, y los bienes confiscados producto de la corrupción en Venezuela, que ahora mantienen en su Reserva Federal, al tiempo que andan pendientes de hacerse del oro venezolano, mientras el pueblo bolivariano padece.