Puño en Alto •  Opinión •  09/06/2023

¿Y ahora qué?

No es intención aquí hacer un análisis político pormenorizado de los resultados electorales en la Sanlúcar del Santo Régimen. Analistas de salón o de barras de bar habrá que lo hagan. Tampoco, decir en función de esos resultados, quién está más legitimado para gobernar. Para unos los votados, para otros quienes representan más fielmente la voluntad popular.

Después de 14 largos, larguísimos años, de oscurantismo, de prepotencia, de discrecionalidad, de un nauseabundo clientelismo, de amiguismo y de capitalismo de amiguetes, el Santo Régimen instaurado se resquebraja. Puede pensarse a juzgar por los resultados electorales que de forma mayoritaria, los vecinos de la Sanlúcar del Santo Régimen hartos de tanto trenes perdidos y retrocesos respecto a las poblaciones cercanas y de seguir representando la población con más paro, exclusión social y pobreza del país, han dicho hasta aquí hemos llegado. Para algunos en la dirección correcta, para otros de ningún modo y, para ambos pareceres, no con la rotundidad necesaria y deseada. El Santo Régimen está derrotado, pero no vencido y esto debe estar en frontispicio de la responsabilidad que cada cual debe asumir desde el 28 de mayo.

El infranqueable suelo que parecía tener el Santo Régimen se ha roto y más allá de que cada cual pretenda por activa o pasiva atribuirse el mérito, ahora lo que toca es que desaparezca del todo y poner los cimientos para que nunca más se puede regenerar ni reproducir en ningún sentido. Es por ello, que a los transmisores de aquel discurso único posible que imperaba, se le debe cortar de raíz la fuente de alimentación. El mensaje inequívoco para acabar con el clientelismo, principal base que sustentaba al Santo Régimen, es que nadie tendrá prerrogativas en ningún sentido por afinidad, cercanía o intereses personales o colectivos.

El esmirriado, más allá que pueda encontrar acomodo para su sustento económico en otros lares de la política o tire de puertas giratorias que haberlas haylas, en modo alguno, debe tener predicamento en esta nueva andadura, de lo contrario esa mayoría social que se ha manifestado en ese sentido no lo entendería en absoluto. Quien es señalado como principal artífice del régimen y como causante del retroceso democrático en la ciudad, así como, de haber diseñado una ciudad a su imagen y semejanza en lo ético y moral, ahora es el momento de enseñarle la puerta de salida y no ofrecerle ninguna posibilidad de blanquearse durante estos nuevos cuatro años.

Por otra parte, a modo de aviso a navegantes, un régimen no se acaba instaurando uno nuevo sea del signo que sea. Aquel o aquellos que caigan en esa tentación estará socavando su tumba política y la de su formación, pero también la esperanza, y esto es lo más relevante, de esa mayoría social que así se ha manifestado el pasado 28 de mayo.

En la Sanlúcar del extinto Santo Régimen, como en otros muchos lugares del tendido patrio, no es momento de estandartes, de consignas ni mucho menos dejarse condicionar por la ansiedad de algunos o por las urgencias de otros, sean las que sean, revestidas bajo postulados ideológicos mayestáticos y grandilocuentes, es tiempo de valentía y audacia.

Igualmente, no es momento de dejarse llevar por el miedo al que ya comparan con el monstruo mitológico de dos cabezas, que debe tenerse en cuenta y reflexionar al respecto, pero no hasta la parálisis. En este sentido en la Sanlúcar del Santo Régimen estamos algo vacunados porque durante 14 oscuros años hemos padecido las consecuencias de un no menos monstruo de apariencia esmirriada, tan real y persistente que aun algunos no se lo creen.

Por eso, la pregunta que encabeza esta reflexión, no es retórica sino más bien tan pertinente como perentoria, y cada cual debe saberse responder. Y es que en este caso, es tan necesario como pertinente hacer leña del árbol caído porque, entre otras cosas, no está tan caído y sus hojas cuasi marchitas pueden reverdecer. No solo hay que hacer leña, sino virutas, más bien.


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