Crónica del Domingo, fiesta en Managua y carretera
El Son, la Polka, la Marimba, cohetes, petardos, unas y otros, todo mezclado, metiéndose por el aire y conduciéndose con el griterío, fiesta y más fiesta, instrumentos de viento, violines o acordeones, bombos, tambores, y voces subiendo y bajando por toda la escala musical, ritmos que no acaban nunca su cabalgar, bate que bate que bate que bate, y salta, muevelo todo, y siguen explotando cohetes, no pares, ¿no se cansa nadie? Se me ocurrió preguntar a quien tenía cerca que no paraba de bailar, y riéndose me contestó: “Aquí no se da tregua al enemigo. En el trabajo y en la canción vive la nación”. No pregunté más, el hombre se perdía entre el montón de gente.
Yo concluía que aquí no echa raíz el “se acabó la vida”, he visto que se acabó el hambre, pregunto por ello en la calle a gente que trabaja vendiendo, conduciendo, sirviendo, se trabaja a diario, momento a momento para que el techo se levante, que no falte la casa. Responde la gente común, de la calle, gente desconocida que me de la respuesta, dejo el resumen en una frase: “Yo trabajo 8 horas y en mi casa tenemos lo que necesitamos, además de comer todos los días”.
Me pregunto qué les pasa por la cabeza a los fabricantes de malinformadores, a los dueños de la distribuidora del hambre. Pregunto a un hombre que se sienta cerca tomando un café, ¿volverá a ocurrir lo de 2018?, y me responde que “esa gente, la burguesía que se encierra en su zona, volverá a intentarlo, no les importa la tranquilidad, lo que quieren es el poder mandar. La otra vez confundieron nuestra capacidad de observación con lo que creían era nuestro declinar, y luego se han espantado al comprobar que el pueblo nica les ha vencido en la prueba que nos pusieron”.
Me subí a un taxi para que me llevase a un pueblito cercano, El Crucero, y le pregunté cuanto me fue posible al conductor, pero lo que me llamó la atención fueron sus palabras sobre el estado del firme: “¡Qué carreteras! ¡aquí no sufren penas por ir de una ciudad a otra!”, y es cierto, las carreteras por las que he circulado son una seda.
Por la ventanilla entra el perfume vegetal, aire fresco, limpio, y mientras pasamos delante de casetas y puestos callejeros, los carteles dicen Taller, La Gata comidas, y filas de puestos de tomates, bananas, aguacates, papas, pepinos, veo un cartel en el que se anuncia “Piedrín Arenilla Arena”. Pasamos ante un centro industrial y a mi pregunta el taxista me cuenta que Cuba dio esa procesadora de azúcar, un ingenio azucarero. Al perder las elecciones el Frente Sandinista en 1990, la derecha lo vendió por chatarra, y las tierras las repartió entre los miembros de la “contra”.
Continuamos viaje a las montañas y hacemos una parada en Muy Muy, pueblito cuyo nombre originario, según me explica el taxista, quiere decir “Buena gente”.
Continuará.