Daniel Caresia •  Opinión •  03/12/2018

“España” y Catalunya después de las elecciones andaluzas

Hablaremos brevemente de cuatro lugares y cuatro circunstancias que se encuentran más interconectados de lo que parece. Porque al final hay una cortina en la que confluye todo: la crisis del sistema. Hay un considerable enfado que toma diferentes formas, pero que amenaza totalmente la continuidad del modelo económico y político que se ha impuesto en Europa en las últimas décadas. La era del capitalismo financiero y el retroceso de las libertades son un desastre para la mayoría de la población y todo el mundo mira lo que es la mejor manera de reaccionar, muy mal, en algunos casos, de una manera terriblemente mal cuando el temor y la ignorancia desvían hacia el fascismo el apoyo con que los ha alienado la social democracia. Dije el miedo y la ignorancia, sí, pero hay que agregar también las mentiras, corrupción, cinismo y arrogancia de la izquierda, un socialismo oficial, que solo lo es de nombre.

En Andalucía el susto es abrumador. No sólo la extrema derecha desvergonzada, Vox, entra de manera espectacular en el Parlamento andaluz, sino que la izquierda oficial, PSOE y Adelante Andalucía   (Podemos) pierden el gobierno. Hacer el seguidismo político a los temas de la extrema derecha y el nacionalismo español, como la antiinmigración, sólo la alimentan. Durante décadas este ha sido así en Europa, pero no aprenden. Vox es el resultado de muchas cosas, pero también es el resultado de la foto de la estupidez de manifestarse de Iceta, los discursos ardientes de Joan Coscubiela apoyando al PP a atacar la Independencia de Catalunya, el propagandismo de algunos ex periodistas divinos de la vieja izquierda que hoy no se sabe si son periodistas, pero que claramente no son izquierda, fiscales y jueces llamados de izquierda pero que claramente celebran junto con Vox, la prisión y el 155 para los dirigentes catalanes.

No se aprende en España, pero tampoco en Francia. En París, en el norte de Cataluña y el conjunto del estado, la rebelión de los Chalecos amarillos demuestra que la ira puede estallar en cualquier momento, de una manera más que justificada. La violencia del sábado por la noche en la capital francesa es impresionante. Y no solo desde el lado de los Chalecos amarillos, sino también desde el lado de la policía. Las imágenes de francotiradores uniformados contra los manifestantes y entre las terrazas de los bares, producen escalofríos. En un momento de máxima dificultad, se inventa el sistema Macron, un político de diseño, sin corazón ni escrúpulos, en uno de los juegos más hábiles que yo recuerdo. Funcionó de maravillas al principio con el apoyo de los medios de comunicación y del poder, ha durado un año y medio pero se ha terminado, ahora se propone implementar el estado de emergencia y Francia cae en el caos. Sin ideología, sin ideas, sin dignidad personal sin honestidad no puede hacer política de verdad. Se comprobó que la imagen y la creación de mercado consisten en ignorar que las personas son de carne y hueso.

Gente como la tripulación y el capitán del barco de Santa Pola, Nuestra María de Loreto, que atracó ayer finalmente en el puerto de la Valeta, en Malta. Los pescadores españoles que recuperaron un grupo de 11 imigrantes en alta mar han tenido que pasar días de angustia para poder bajar a un puerto seguro estas 11 personas que protegían porque tenían la obligación y era lo que tenían que hacer. Porque este era el único comportamiento digno posible. La tripulación de la nave merece todo nuestro apoyo y más aun teniendo en cuenta el desempeño cínico del gobierno español.

Gobierno “socialista” de Sánchez que ha impedido acoger a estos emigrantes en el país y que ha hecho que peligrase su vida haciéndolos navegar sin rumbo más de una semana. Cínico, porque debemos recordar que este mismo gobierno español cuando llegó al poder, sólo para marcar diferencias con Rajoy y levantar a Pedro Sánchez en los altares europeos progresistas, fue quien organizó  la llegada del Acuario, el Dattilo y el Orione al puerto de Valencia. Esto fue en junio, y sólo medio año después, cuando no es necesario lavar la cara del estado ni fingir que hay un cambio profundo en La Moncloa, nos encontramos a Sánchez haciendo lo que había hecho Rajoy. Exactamente lo mismo.

Cosa que también sucede, finalmente, respeto a Cataluña. Ha pasado medio año de la llegada de Sánchez y el PSOE en el poder y no se ha involucrado para nada en el caso catalán. No solo se ha atrevido a proponer una solución política en respuesta a la declaración de la independencia, sino que se han dedicado a retrasar la farsa judicial contra los presos. Cuando quieran invocar cualquier cambio va a ser muy difícil. ¿Hechos? ni uno, nada. En la medida que Jordi Turull y Jordi Sànchez han tenido que iniciar una huelga de hambre por la dignidad, son también conscientes de que es esta medida es esencial para desmontar el mito del que quiere creer que el PSOE es distinto del PP.

Porque eso es falso aquí y en casi toda Europa. PP y PSOe tratan de no perder poder, pasándose los problemas de mano en mano y así dejarlos sin resolver eternamente.

 


Opinión /