DDHH: Derecho a la alimentación. Lula: “Desayuno, almuerzo y cena”
No todo el que ocupa un alto cargo tiene liderazgo; y si lo tiene, no necesariamente es positivo u orientado a las funciones asumidas. Esta diferencia marca la posibilidad de garantía de los derechos humanos en hogares, organizaciones, escuelas, universidades, Estados, etc. Un trabajo hecho escasamente bien, desafía la garantía de derechos como la vida y la alimentación de las personas en el mundo.
Esa responsabilidad fundamental, exigible a quienes la asumen desde los más altos escaños del poder político y económico, subrayó sustantivamente el discurso del líder brasileño Luis Ignacio Lula Da Silva, al ascender por tercera vez a la presidencia de su país; momento en que remarcó la necesidad urgida de garantizar “desayuno, almuerzo y cena” a sus compatriotas, según bbc.com. Tremendo compromiso. (1).
Para el líder brasileño, resulta “inconcebible” que Brasil, con todos sus recursos agropecuarios y siendo el tercer mayor productor de alimentos del mundo, y el primero en proteínas animales, tenga a parte importante de su población padeciendo hambre. (1).
Ya lo había adelantado en su campaña con aquello de “derecho a una barbacoa”. Pero cuando Lula asume el garantizar alimentos a la población, dejó saber que parte importante de los brasileños está “pasando hambre” y de su necesidad de buscar modos de erradicar una situación de inseguridad alimentaria, que puede ser severa, si se atiende a las definiciones que al respecto ofrecía la FAO en 2020 -en su web www.fao.org. (2)
Según la FAO, hay inseguridad alimentaria severa cuando alguien “se ha quedado sin alimentos y pasado un día o más sin comer”. Mientras la inseguridad alimentaria moderada la define como un “acceso incierto” a los alimentos. En este último caso, la FAO considera probable que las personas tengan que “sacrificar otras necesidades básicas, sólo para poder comer”. Tal vez estarían refiriéndose, por ejemplo, a dejar de acceder a vestido, calzado, educación, etc. (3).
Tan difícil es la situación alimentaria en Brasil, que entró en el mapa de hambre de la ONU “después de ocho años de no estar en la lista” de acuerdo a es.globalvoices.org. La ONG cita el informe nacional “Mira el Hambre”, que recopiló datos entre noviembre de 2021 y abril de 2022, que muestran que en Brasil, 15,5% (33.1 millones de personas) de la población enfrenta inseguridad alimentaria grave. (4).
De hecho, esta ONG recuerda que durante la pandemia “los supermercados brasileños pasaron a vender hasta huesos y cadáveres de animales, lo que no era común en el país”. Esto refleja lo comprometedor del discurso de Lula, consciente de que recibe la herencia de una gestión que pareciera estuvo orientada a plagar de hambre a la población más vulnerable del país suramericano. (4).
De acuerdo a un informe de amnistía internacional, en Brasil, “en junio de 2021, 14, 7 millones de personas vivían en situación de pobreza extrema. Se estima que con el fin de la ayuda de emergencia por la COVID -19 y la sustitución del programa “Bolsa Familiar” por el de “Auxilio Brasil” en noviembre de 2021, unos 29 millones de personas se quedaron sin ninguna ayuda económica alternativa”. (5).
Y la situación se agudiza. Correio Braziliense publicaba el 07 de julio anterior, según datos de la FAO, que “más de 60 millones de brasileños enfrentan dificultades para obtener alimentos”. El hambre es mala consejera. Así lo asumió Lula; pues, tal como explica la FAO, en tiempos de hambre, las personas cuando comen, “puede ser lo que está más fácilmente disponible o lo más barato, que puede no ser el alimento más nutritivo”. (6).
Así se siembra la semilla para que se produzcan enfermedades crónicas como la diabetes, pues tal como recoge la FAO “los alimentos muy elaborados e hipercalóricos, con alto contenido de grasas saturadas, azúcares y sal son, a menudo más baratos y fáciles de conseguir que las frutas y verduras frescas”. (4).
La FAO sostiene que se pueden cubrir las necesidades diarias de calorías, pero no los “nutrientes esenciales para mantener su cuerpo sano y en buen funcionamiento. Además, el estrés de vivir con un acceso incierto a los alimentos y de pasar períodos sin comer puede llevar a cambios fisiológicos que pueden contribuir al sobrepeso y la obesidad”. (4).
Estas condiciones que encuentra Lula en este momento en Brasil, expresan plenamente la vulneración del derecho humano a alimentarse, con el que se afecta el desarrollo y las capacidades integrales de las personas, contraviniendo el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) que establece el derecho de “toda persona a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación (…)”. (7)
Siendo así, y en la búsqueda de garantías para que los brasileños puedan acceder a “desayuno, almuerzo y cena”, el líder brasileño deberá encontrar fórmulas y políticas que le permitan sortear las necesidades de alimentación a la población más necesitada. Tremendo compromiso el de Lula…resolver esos tres golpes de pecho diario que son desayuno, almuerzo y cena, de manera balanceada, es una hazaña de cuyo éxito dependen millones de personas. Es lo que hace un líder auténtico: Asumir responsabilidades. (8).
Y después se preguntan por qué ganó Lula.J
Referencias
1. https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-63451558
3. https://www.fao.org/documents/card/es/c/cb4474es/
5. https://www.amnesty.org/es/documents/amr19/5432/2022/es/
7. https://www.un.org/es/about-us/universal-declaration-of-human-rights
*Ramaris Vásquez, periodista especializada en Derechos Humanos.
Relacionado
