Elena Buch •  Internacional •  20/02/2020

La matanza de Senkata, Distrito 8: las víctimas hablan desde La Paz (Bolivia)

  • Elena Buch y Javier Galán, fotógrafos, viajaron a Bolivia acreditados por Tercera Información poco después del golpe de Estado militar y policial que desalojó a Evo Morales de la presidencia de Bolivia, obligándole a abandonar el país.
  • Entre los lugares a los que acudieron, Senkata, en al Alto, junto a la capital de Bolivia, donde tuvo lugar una masacre el pasado mes de noviembre. Allí recogieron numerosos testimonios de las víctimas de la represión del Gobierno de facto impuesto tras el golpe de Estado, y encabezado por Jeanine Áñez.
La matanza de Senkata, Distrito 8: las víctimas hablan desde La Paz (Bolivia)

Martes 19 de noviembre de 2019. Amanecer en El Alto, La Paz. El mismo clima de tensión de días precedentes, hay bloqueos, disturbios y marchas (manifestaciones multitudinarias). No difiere este ambiente del acaecido en otras ocasiones, más lo que pasará después sentará un precedente, y hará de esta, una fecha que recordar, y un fatídico día para la democracia y los derechos humanos. Mariana Encinas es quien nos aporta este testimonio, tiene 22 años y es estudiante de la UMSA, en la Paz. El Alto se encuentra a 9 km. del centro de la capital de Bolivia,y a 500 metros de abrupto desnivel.

Mariana dejó su barrio, el distrito 6, muy próximo a la planta gasira de Senkata, con manifestantes bloqueando los 6 carriles de carretera que lo atraviesan, quemando neumáticos , y con las mujeres de pollera (falda larga hasta los pies, que forma parte de la indumentaria tradicional de las llamadas cholas) aguardando por la gente que acudía marchando desde zonas campesinas y mineras como Colquiri, Potosí o Corocoro, para sumarse a las protestas.

Planta de Senkata.

Ella continó su rutina con cierta normalidad, pues la vida sigue a pesar de los conflictos sociales. No era la primera vez que esto pasaba en Senkata, porque allí está instalada a YPFB, la planta gasira, en la que en grandes depósitos se almacena gas, recurso del que Bolivia posee importantes reservas naturales. Este gas se embotella en bombonas y todos los días sale en camiones para ser distribuido en la Paz. Por lo que unos días de bloqueo a esta planta suponen un colapso en la capital a corto plazo. El bloqueo de esta planta, acompañado del corte de la carretera RN1 (Ruta Nacional 1), es un recurso utilizado por la población alteña para hacer visibles sus reivindicaciones. En esta ocasión protestaban por los acontecimientos que desde el 20 de Octubre habían paralizado el país. Resumiendo: las acusaciones, no poco infundadas, de fraude electoral al partido ganador, el MAS (Movimiento al Socialismo), el claro apoyo de la OEA (Organización de Estados Americanos) a esta versión; la renuncia de Evo Morales a su cargo de la presidencia de Bolivia, mediante amenaza directa de Williams Kaliman (comandante de las fuerzas armadas) el 10 de Noviembre; la autoproclamación, el 12 de Noviembre de la Senadora del Movimiento Democrata Social, Jeanine Añez como presidenta transitoria, hasta nuevas elecciones. Todo esto acompañado de graves disturbios en las calles; en unos casos provocados cómo señal de rechazo al levantamento militar, que tuvo lugar en Cochabamba, en apoyo al nuevo régimen o gobierno, y el consiguiente levantamiento de delegaciones policiales en diferentes puntos del país.

Otro motivo de protestas fue la quema de Wiphalas (bandera de siete colores , que representa a los pueblos originarios), que la población indígena, mayoritaria en los censos de población en Bolivia, y de ascendencia Aimara, Quechua y Guaraní interiorizó como propia. En el año 2009 se incluyó como símbolo Nacional en la Constitución, por lo tanto, ondea, excepto en esos fatídicos días, en los edificios oficiales, junto a la bandera tricolor. También en multitud de casas o negocios de quien con ella se identifica.

Mulleres na kermés de Senkata.

La ola de disturbios se tiñó de gestos revanchistas de una banda y de otra; pasaron desde agresiones y quema de propiedades a miembros del MAS, a la quema de 8 comisarías (FLCC, Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen), y estaciones policiales en El Alto, Cochabamba, se quemaron los autobuses municipales…

Algunos de estos actos sospechosos de ser realizados previo-pago, tanto para dañar directamentre a las víctimas de este hecho, como para favorecerlas desde el cobro de seguros de los bienes incendiados.

Las calles ardían con olor a Guerra Civil; en el que la población sacó a florecer sus más enfervorecidos sentimientos racistas, contra la población indígena, que en estos últimos años habían estado enterrados, amansados, o simplemente reprimidos; en gran parte por el auge y apoyo que tuvieron en los 14 años del anterior gobierno (en el 2010 se promulgó una ley antirracista), que supuso la participación y representación en todos los ámbitos de la sociedad: político, cultural, laboral, educativo…

A eso del mediodía, Mariana, recibió la llamada de una amiga, advirtiéndole de lo que allí estaba pasando. Los bloqueos comunes, a los que ella ya estaba acostumbrada en su corta vida, se habían convertido en algo que ella no conocía. Cuando el minibús paró para bajar a su pasaje en el arcén y dar vuelta, comprobó que el paisaje cotidiano, a pesar del que ella había dejado de mañana, se había convertido en la escenografía de una guerra. El cielo completamente cubierto de humo negro, de la quema de neumáticos, y blanco, de los gases lacrimógenos, lanzados por las fuerzas armadas, obligaban a la gente a salir de sus casas para poder respirar, sobre todo con niños/as. En su carrera de regreso a su hogar, vio unas 15 personas llevadas en volandas o en aguayo (tejido tradicional con multiples funciones), heridas o muertas. Los disparos y los gritos, junto con el ensordecedor rugir de los helicópteros y aviones, que sobrevolaban muy bajo el distrito, fue la banda sonora que aterrizó y traumatizó de por vida a su población.

Impactos de bala en un comercio de Senkata.

Bala que se conserva dentro de un comercio.

Vió al enfermero que grababa un video, en el que solicitaba insumos materiales para continuar socorriendo a la gente que caía baleada; fue detenido por policías de civil, a día de hoy continúa detenido, acusado de ejercicio ilegal de la medicina. Este dato fue confirmado por el Itei (Instituto de Terapia e Investigaciones sobre las Secuelas de la Tortura y Violencia Estatal); casi dos meses después de los hechos, continuaba detenido, sin confirmar el lugar de detención, en un claro caso de apresamiento abusivo. En las listas de detención constan menores y personas discapacitadas. Los listados oficiales aportan los datos de 34 personas muertas, 800 heridas, y más de 1200 detenidas. No se valoran desapariciones.

Cuando Mariana consiguió llegar a la céntrica plaza 25 de julio, muy próxima a la iglesia de San Francisco, espontáneo lugar de reunión donde brotaban las lágrimas y las primeras ideas, recuperada la capacidad de pensar con claridad, decidió llamar a la prensa. Nadie acudió, “Ya ni la tele vemos, la tele sólo dice mentiras “. Es la frase más escuchada en El Alto referida a los medios de comunicación, y la cobertura mediática que ofrecieron a lo allí sucedido. RTP, un medio local, fue el único en interesarse en la emisión de lo sucedido en Senkata; la respuesta gubernamental fue la clausura del canal durante 4 días. Donaron 7 cajones para los muertos de Senkata, que en total fueron once.

Comisaria de S. Francisco, en La Paz. Acusados quienes la regentan de apresamiento abusivo y torturas.

El padre Gechy, párroco de la iglesia decidió abrir sus puertas; lo que convirtió a San Francisco en un improvisado velatorio, morgue también; pues, además de espacio donde recibir a las personas asesinadas, sus flores, las velas, y banderas, se realizó una autopsia, las familias querían conservar las balas como pruebas, pues ya se sabía que en hospitales, los informes médicos corroboraban la versión oficial: las personas en Senkata se mataron entre ellas.

Los medios adornaron la versión oficial gubernamental, con los calificativos de “terroristas, vándalos, borrachos, delincuentes, maleantes, vagos…” , con la consiguiente criminalización del casi millón de personas que viven en El Alto, la segunda ciudad más grande de Bolivia. La población alteña se autodefine como humilde y ultratrabajadora, en un 70% ejerce trabajos informales, las mujeres son “Mañaneiras”, acuden a las 5 la.m a abastecerse de productos alimenticios a los propios productores o intermediarios, que después venden en los mercados al aire libre, un gran número de ellas criando bebés, que portean y amamantan como siempre se hizo; los hombres se dedican a la albañilería, mecánica… Mucha gente joven cursa estudios universitarios, a UPEA (Universidad Pública del Alto) se fundó en el año 2000. Además de ser la boliviana en general, una sociedad muy joven. Un ejemplo de esta gente joven y luchadora es Maria Cristina Quispe, de 21 años, viuda de Jose Tenorio Mamani, de 23; y madre de Diego, de 1 año. Su compañero falleció en el acto, de un disparo recibido en el costado, que le destrozó las costillas, el corazón y el pulmón. Él era mecanico cerrajero, y salió de casa el martes para ir al banco, no había podido trabajar en días precedentes por los bloqueos. Esto coincide, en la mayoría de testimonios de las familias de personas asesinadas, la parte del cuerpo en la que recibieron los balazos, cabeza o torax; el que evidencia que los disparos vinieron desde posiciones superiores; testigos hablan de francotiradores en edificios o helicópteros.

Maía Cristina Quispe, viuva de José Tenorio Mamani, de 23 años. Una trabajadora de Senkata.

Los heridos que acudieron a los centros de salud, muchos no lo hicieron, y muchos escaparon o pidieron el alta voluntaria, testimonian, en la mayoría de los casos espeluznantes historias de los malos tratos recibidos por el personal medico: desde no recibir atención, y tener que marchar a otro centro médico, no recibir sedación, tener que pagar por placcas o transfusiones (1200 BS, pesos bolivianos, unos 170 €. El salario medio de un obrero es de unos 2400 BS, unos 340 €), a la violencia verbal, amenazas de ser denunciados y detenidos, mala praxis,… Existe un alarmante numero de heridos que recibieron el alta hospitalaria con los proyectiles alojados en su cuerpo, siendo el consejo médico hacer una vida normal. En una clara muestra de violencia y tortura institucional, infringida desde el colegio medico a un sector poblacional concreto. Muchas de las personas afectadas por este trato y por estas prácticas médicas, acuden al Itei, institución fundada y presidida por Emma Bolshia, en la que junto a un equipo multidisciplinar formado por un cirujano, una psicóloga, un psicoanalista especializado en psicotraumatología, un abogado y becarios especializados en derecho, psicología, ciencias políticas o medicina, trabajan en el centro desde hay 14 años. Bolivia era el único país sudamericano que vivió dictaduras (Hugo Banzer Suarez 1971-78) sin centro para la rehabilitación de víctimas de la tortura.

Gali Mamani Choque sostiene una foto de la herida de su marido Elvis.

Gloria Quispe Ticona, viuda de Antonio, asesinado.

Su fundadora fue refugiada política en Chile y Suiza, hasta que retornó hace 14 años, y puso en marcha el Itei. Actualmente con una oficina en el centro de la capital, La Paz. En el Itei ofrecen, ademáis de diferentes formaciones, en psicotraumatología como por ejemplo, trabajos desde la memoria histórica y el deber de restitución; mediante publicaciones e informes, e intervenciones directas en casos de crisis. En la mañana que acudí a su sede intervinieron a dos personas; la primera es Jose Manuel Cono Itusaca, de 16 años, estudiante de tercero de secundaria, que acudió acompañado de su madre, Lola Itusaca, de 40 años. Fue herido en Senkata cuando volvía a su domicilio en la Ceja, “los militares disparaban indiscriminadamente”. Fue herido en la cadera, el proyectil se alojó cerca de la su pelvis. Lo trasladáron al hospital holandés, tardaron mucho en atenderlo, otros heridos se fueron a otros hospitales. Estuvo ingresado cuatro días; el doctor dictaminó que su situación no era tan grave, y que podía hacer vida normal con el proyectil alojado donde está. En el Itei dudan de qué criterios médicos están siguiendo para dar altas en estas condiciones.

Jose M. Cono Itusaca, en el ITEI.

Entrada del Hospital Holandés, sobre el que pesan acusaciones de torturas.

Justicia es lo que reclaman en Senkata las hermanas Condori Morales: Natividad y Vilma, de más de 60 años,expresan su descontento y declaran sus reivindicaciones: “Nos quieren cerrar la boca y que no expresemos lo que le tenemos que exigir al gobierno; que no nos discriminen por vestir “polleras”. Vamos a luchar hasta lo último. Salimos a la calle sin dirigentes, autoconvocándonos, no somos de ningún partido, somos del campo”. “Sufrimos discriminaciones graves, y no hay culpables. Esto no va a quedar así“.

Natividad e Vilma Condori Morales, hermanas de Senkata.

En el exterior de la iglesia de San Francisco un pequeño llora; dentro se celebra un espectáculo de payasos, fuera el niño tiene miedo de los muertos de la iglesia.

Así crecerá este niño, traumatizado por el sucedido en la denominada matanza de Senkata, sin ningún tipo de medida gubernamental de apoyo.

Bajo el sol y el clima de yunque del altiplano, frente al majestuoso paisaje andino.Y sobre la mayor reserva de Litio mundial.

Pintadas.

Militares custodian una planta de gas de manera inusual.

Edición: César Pérez.


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