Pedro Rafael Vilela •  Internacional •  01/09/2016

Sin voto popular, Temer asume la presidencia y debe promover cortes y privatizaciones

Por 61 votos a 20, Senado aprueba el apartamiento definitivo de Dilma; crisis política se agravará con el nuevo gobierno. En una votación que quedará marcada en la historia por el hecho de poner en jaque a la democracia de Brasil, el Senado apartó de forma definitiva a la presidenta Dilma Rousseff (PT) el miércoles (31). Por 61 votos a favor y 20 en contra, en un resultado ya esperado, Dilma pierdió su mandato presidencial por acusaciones que fueron cuestionadas por juristas y especialistas.

Sin voto popular, Temer asume la presidencia y debe promover cortes y privatizaciones

Responsabilizada por la edición de tres decretos presupuestales y retrasos en los repases a bancos públicos, la petista apenas hizo las mismas medidas que prácticamente todos sus antecesores también hicieron, entre ellos Luis Inácio Lula da Silva (PT) y Fernando Henrique Cardoso (PSDB), además de docenas de gobernadores y millares de alcaldes.

A pesar de haber perdido su cargo, Dilma mantuvo sus fueros políticos. Apenas 42 senadores votaron para que ella perdiera sus derechos políticos durante los ocho años después de terminado su mandato y que aun quedase prohibida de ejercer cualquier función pública en este período. Con eso, Dilma sale del cargo de presidenta, pero podrá ejercer otras profesiones, como dar clases y consultorías, lo que ya dijo que pretende hacer ahora.

El vice presidente Michel Temer, convertido en titular, abandonó la base del gobierno Dilma hace nueve meses, y ahora tiene como su principal aliado el PSDB, partido de derecha que perdió las elecciones de 2014.

En un debate promovido por Brasil de Fato el último lunes (29) la historiadora Joana Montaleone, de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), afirmó que parte de la élite brasileña y los partidos de derecha nunca aceptaron la cuarta victoria electoral del PT para la Presidencia de la República.

“Ellos no esperaban perder. Cuando percibieron lo que había ocurrido,inmediatamente fue articulado un plan B. Tras un mes del resultado electoral, ya habían personas pidiendo el impeachment. Eso fue fomentado por los medios de comunicación. Fue inaceptable para ellos, que también percibieron que podrían perder en la próxima. La opción fue por un golpe parlamentario”, dijo Joana.

Desde que Brasil reconquistó su democracia, en 1985, apenas dos presidentes electos por el voto directo consiguieron terminar sus mandatos: Lula y Fernando Henrique. La fuerza del poder económico y de los medios de comunicación para la deposición de Dilma remite al golpe de 1964, añadió Joana. “La actuación de los empresarios en 64 fue muy evidente. [Hoy], la fuerza de los empresarios sobre el Congreso ocurre a través del dinero para las campañas electorales”, declaró.

El mundo habla de golpe

El apartamiento de Dilma, considerada por sus aliados y hasta por sus opositores como una mujer honesta, fue cuestionado por la prensa internacional durante esta semana. La nota en el diario The Washington Post, uno de los principales medios de Estados Unidos, describe que adversarios políticos “se unieron para sacar a Dilma sabiendo que era injusto”.

The Guardian, de Inglaterra, habla de un deseo de frenar la operación Lava Jato, que investiga casos de corrupción en la petrolera nacional Petrobras. Le Monde, de Francia, dijo que se trató de un “golpe ensayado”. En Argentina, España, Portugal, Rusia y hasta Medio Oriente, la repercusión fue similar.

El programa del golpe

Para Luiz Carlos Bresser-Pereira, economista, politólogo y ex ministro del gobierno de Fernando Henrique Cardoso, la población brasileña y la clase política pagarán caro por la destitución de Dilma Rousseff, en lo que él llama de “farsa jurídica”. Él alertó, en una publicación en las redes sociales, sobre el retroceso de la agenda conservadora prometida por Michel Temer a las élites económicas del país que apoyaron el impeachment.

El gobierno prepara para las próximas semanas el anuncio de un plan de privatizaciones que va a incluir, según dijo el propio Temer, “todo lo que sea posible vender”, especialmente empresas del sector eléctrico y de infraestructura.

Además, ya se tramita en el Congreso una propuesta de enmienda constitucional que congela por 20 años el crecimiento de los gastos públicos. En la práctica, la medida va a reducir, a lo largo de los años, recursos públicos para áreas como salud, educación, medio ambiente, saneamiento básico, ciencia y tecnología, entre otros. La propuesta, por otro lado, no altera el pago de los intereses de la deuda pública para banqueros y rentistas.

Otros de los proyectos que deben ser presentado aún este año, es la reforma en la previsión social, que podrá aumentar la edad mínima y sacar el salario mínimo como piso del INSS [Instituto Nacional de Seguridad Social]. El cambio en la legislación laboral también está prevista, y puede flexibilizar derechos como vacaciones, aguinaldo y aumento de la jornada.

Para la socióloga Eliana Graça, el impeachment va a agravar la crisis política en el país, justamente porque vendrá acompañado de una agenda de gobierno que no fue electa en las urnas. “Se trata de profundizar la crisis y no solucionarla. Las propuestas de Temer son tan regresivas y neoliberales que ya no son más recomendadas ni por el propio FMI [Fondo Monetario Internacional]”, finalizó.

 Brasil de Fato


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