Gonzalo Sánchez •  Cultura •  02/04/2017

Todo parecido entre Ghost Recon Wildlands y la Bolivia de Evo Morales es casual

Todo parecido entre Ghost Recon Wildlands y la Bolivia de Evo Morales es casual

Recuerdo que me sorprendió la noticia que salió solo unos días antes del lanzamiento de Tom Clancy’s Ghost Recon Wildlands: el Gobierno de Evo Morales quería que Ubisoft retirase los símbolos de Bolivia y las menciones al país sudamericano. Algo bastante complicado ya que el videojuego se desarrolla en la nación que es la Hija Predilecta de Bolívar.

El ejecutivo de esa nación considera que Ghost Recon Wildlands da una mala imagen de Bolivia. Los revolucionarios bolivianos que ostentan el poder, conseguido de forma democrática, no han aprendido a estas alturas a diferenciar lo real de lo ficticio. Un problema que también tuvo mi admirado Hugo Chávez, quién apoyó una iniciativa de la oposición contra los videojuegos, algo que tristemente mostró que en ese tema se dejó llevar por el miedo a lo desconocido antes que por arrojar luz y legislar cabalmente.

Yo puedo llegar a entender que en su situación, hablo ahora de Evo Morales y Bolivia, esté a la defensiva. Lidera un gobierno que apoya a sus ciudadanos, sobre todo a los más pobres, y ha dejado de postrarse ante el imperialismo norteamericano. Y ya sabemos que cuando pasa eso los explotadores que pierden privilegios usan el ocio -películas y videojuegos- para manipular en contra del gobierno que está protegiendo el interés general, como es el caso del boliviano.

Sin embargo en el Tom Clancy’s Ghost Recon Wildlands no hay nada que temer. Para empezar no existe en el juego una figura presidencial o similar que pueda ser el alter ego de Evo Morales ni de ninguno de los principales líderes de la revolución como Álvaro García Linera -mi admiración para él desde aquí, uno de los mejores oradores con los que cuenta la izquierda mundial e igualmente un estratega político fuera de lo común-. De hecho al empezar el juego Ubisoft, la desarrolladora del título avisa: “Este juego es una obra de ficción y no una representación de la realidad de Bolivia. Cualquier parecido con eventos o personas reales, vivas o muertas, es pura coincidencia.

Yo estoy jugando al Ghost Recon Wildlans y no veo nada en contra de Evo Morales ni del gobierno boliviano al que yo apoyo. De hecho la facción de “los buenos” se identifican con la wiphala, la bandera cuadrangular de siete colores que se convirtió en símbolo oficial de Bolivia durante el pasado año 2008 cuando se aprobó la última constitución boliviana.

Para poner al lector que no domine el tema en contexto, los buenos son los revolucionarios que luchan contra el cártel de Santa Blanca, una organización criminal del ámbito del narcotráfico que ha parasitado Bolivia, o sea, los malos. Nosotros, los jugadores, somos un escuadrón de élite norteamericano que apoya a los revolucionarios con el fin de acabar con Santa Blanca.

Ya ven, estimados lectores y estimadas lectoras, lo poco real que es el videojuego. ¿El gobierno norteamericano enviado a sus mejores soldados a apoyar a una facción socialista contra la droga? La realidad fulmina el argumento del juego desde el principio. En Bolivia sin ir más lejos ha sido cuando se ha expulsado a la DEA, la agencia antidrogas del gobierno de Estados Unidos, el momento en que se ha empezado a acabar con el problema. En Afganistán el negocio del opio floreció tras la invasión norteamericana.

De todas formas, los soldados de élite que manejamos, los Ghost, comentan muchas veces datos interesantes, como que fueron los propios Estados Unidos los que inundaron de drogas y armas América Latina, aunque claro está no dicen el motivo ni hablan de Billy Joya, pero ¿es que alguien lo esperaba? El guionista del videojuego no es Alberto Garzón, esto se basa en el universo creado por el ultraderechista Tom Clancy, ya fallecido, así que para tener esa base, no está tan mal. ¡Incluso llegan a decir en varias ocasiones que la coca no es lo mismo que la cocaína!

Esta es la impresión que tengo por ahora. Llevaré unas 100 horas de juego pero me falta bastante para completarlo porque lo estoy disfrutando bastante y no tengo prisa en hacer las misiones principales. Si al acabar el juego mi impresión es otra y en realidad sí es lo que el gobierno de Bolivia cree que es sin haberlo jugado, haré otro texto expresándolo.


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