Hayabusa 2 ofrece nuevos datos del asteroide donde recogió material
En febrero de 2019 la nave japonesa Hayabusa 2 tocó un instante el asteroide Ryugu para tomar una muestra y traerla a la Tierra. Además de captar imágenes en alta resolución, la maniobra permitió estudiar de cerca su capa rojiza superficial, probablemente originada durante alguna aproximación al Sol, según un estudio publicado en Science esta semana.
A unos 340 millones de kilómetros de la Tierra y viajando a una velocidad cercana a 2 km por segundo, la sonda Hayabusa 2 de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA) descendió el 21 de febrero de 2019 a la superficie del asteroide Ryugu para realizar su primera recolección de muestras.
Ahora la nave está trayendo ese material a la Tierra, donde se espera que llegue el próximo mes de diciembre, pero mientras tanto los responsables de la misión no dejan de ofrecer información, como las observaciones realizadas durante aquel aterrizaje presentadas esta semana en la revista Science.
Animación mostrando la rotación de Ryugu. / JAXA et al.
Ryugu es un primitivo asteroide carbonaceo de unos 900 metros de diametro, con minerales hidratados y moléculas orgánicas, cuya orbita discurre principalmente entre la Tierra y Marte.
“El sistema de muestreo nos permitió atrapar granos de tamaño milimétrico que fueron eyectados mediante un pequeño proyectil, y luego se introdujeron en un contenedor bien sellado para que no se contaminen con los materiales terrestres cuando lleguen en la capsula de reentrada”, explica a Sinc una de las autoras del estudio, Eri Tatsumi , que actualmente investiga asteroides desde el Instituto de Astrofísica de Canarias.
“El hecho de traer las muestras diferencia a Hayabusa2 de otras misiones como Rosetta –añade–, que aunque tenía herramientas para analizar in situ al cometa 67P, es complicado hacerlo para algunas sustancias, como las radiactivas. La recogida del material nos permite obtener información muy valiosa, como ya se hizo en el proyecto Hayabusa con el asteroide Itokawa, aunque la muestra en aquel caso fue muy pequeña”.
Respecto al contacto de la nave con Ryugu, “apenas duró uno o dos segundos”, aclara Tatsumi, “y en contra de lo que mucha gente piensa, no se ve en directo desde el centro de control terrestre, sino que estuvimos rezando durante unos 19 minutos hasta que por fin llegó la señal”.
Además de recoger material, las observaciones obtenidas durante la maniobra han permitido conocer mejor la evolución de la superficie e historia geológica de este asteroide que, para las cámaras multiespectrales, aparece bicolor.
Análisis anteriores ya habían demostrado que está compuesto por un material ligeramente más rojo y otro más azulado. Sin embargo, la causa de esa variación colorimétrica seguía siendo un misterio.
Pero, de forma inesperada, los propulsores de la nave revolvieron una capa de granos finos –algo que los investigadores no esperaban encontrar en un asteroide tan pequeño– y los científicos los asociaron con la parte rojiza de la superficie.
“Basándonos en las imágenes de alta resolución de múltiples bandas de Hayabusa2 hemos descubierto que ese material relativamente más rojo cubre el otro azul del subsuelo, que ya habíamos visto en zonas excavadas por el impacto de meteoritos”, apunta Tatsumi, “y pensamos que el rojizo podría ser el resultado de la modificación de parte del azulado debido al calentamiento solar”.
La hipótesis de los investigadores es que la superficie de Ryugu se ‘quemó’ y enrojeció ligeramente durante alguna aproximación orbital, corta pero intensa, al Sol. El fenómeno recuerda a lo que nos ocurre a los humanos cuando nos exponemos a la radiación solar sin protección.
Bombardeo del asteroide
Después del breve aterrizaje de febrero, el 5 de abril de 2019 los responsables de la misión Hayabusa 2 llevaron a cabo una segunda operación más arriesgada: lanzar directamente un proyectil llamado SCI (Small Carry-On Impactor) directamente al asteroide para crear un pequeño cráter y poder recoger más tarde muestras más profundas.
Aquel día la nave orbitó hasta situarse en una posición segura detrás del asteroide mientras estallaba el proyectil con su carga explosiva. “Fue el primer experimento mundial de impacto en un asteroide, y los materiales eyectados se observaron con éxito gracias a la cámara desplegable DCAM3”, recuerda Tatsumi.
“Así descubrimos la naturaleza frágil de Ryugu y que su superficie es muy joven, de unos 10 millones de años”, apunta la investigadora, también coautora de otro artículo publicado recientemente en Science donde se ofrecen los resultados de aquella otra operación.
Los que todavía no se han presentado son los detalles de la segunda recogida del material (del subsuelo) que dejó al descubierto el proyectil SCI, una maniobra que se llevó a cabo con éxito el 11 de julio de 2019. En los próximos meses la nave Hayabusa 2 (halcón peregrino, en japonés) seguirá sorprendiendo con nuevos datos sobre Ryugu, nombre que hace referencia al palacio del dragón en un popular cuento nipón.