Juan López Páez •  Memoria Histórica •  24/04/2018

Exhumaciones en el Valle de los Caídos. La Memoria que quieren imponer en España

"Somos, más bien, nosotros, los vivos, los que debemos consagrarnos aquí a la tarea inconclusa que, aquellos que aquí lucharon, hicieron avanzar tanto y tan noblemente. Somos más bien los vivos los que debemos consagrarnos aquí a la gran tarea que aún resta ante nosotros: que, de estos muertos a los que honramos, tomemos una devoción incrementada a la causa por la que ellos dieron hasta la última medida completa de celo. Que resolvamos aquí, firmemente, que estos muertos no habrán dado su vida en vano" Abraham Lincoln. "Discurso de Gettysburg". 19/10/1863

Exhumaciones en el Valle de los Caídos. La Memoria que quieren imponer en España

Sobre la exhumación en el Valle de los Caídos de los restos de dos bilbilitanos víctimas de la represión en la comarca de Calatayud (Aragón) a sus familiares.

Los peritos del Instituto Torroja de Ciencias de la Construcción (CSIC) abrirán una cripta del Valle de los Caídos para empezar la exhumación de los cuerpos de los hermanos bilbilitanos Manuel y Antonio Ramiro Lapeña Altabás.

Por orden del Juzgado de Primera Instancia n° 2 de San Lorenzo de El Escorial y Patrimonio Nacional se procederá a acceder con microcámaras al nivel 3 donde están sepultados 81 bilbilitanos en 9 cajas para realizar un informe sobre las condiciones en que están los restos y poder exhumarlos.

El juez considera que existe una «alta probabilidad» de que los restos cadavéricos se encuentren en los columbarios comprendidos entre el 2061 y 2069 e indica en su auto que la familia tendría que correr con los gastos.

Manuel Lapeña fundador de la CNT en la comarca de Calatayud, no tuvo juicio, ni sentencia. Lo que se sabe de aquel 27 de julio de 1936 es que la Guardia Civil pasó por la finca donde estaba Manuel y que le detuvieron. “Pasaron por el pueblo y un hijo intentó salir para seguirle pero le aconsejaron que no lo hiciera”. Su muerte quedó registrada el 14 de agosto de 1936, casi un mes después de su desaparición. Su cuerpo apareció en el barranco de La Bartolina (Calatayud). Ese barranco era el lugar de fusilamiento de la gente de toda la comarca de Calatayud.

Bienvenido, el cura de Villaroya de la Sierra (Zaragoza) declaró ante la Comisión de Incautaciones en 1937: “Manuel Lapeña era veterinario. Fue el fundador de la CNT y causante de todo el mal que ha ocurrido al pueblo, pues supo engañar a la juventud arrastrándola por estos derroteros tan nefastos. Un tipo verdaderamente cretino, hombre funestísimo por todos los conceptos, que fue fusilado”.

En 1937 el bando franquista abrió un expediente al muerto para imponer a su familia una multa de 1.000 pesetas y embargar sus bienes: un huerto y un corral. Tenía 44 años y cuatro hijos cuando lo mataron.

Ramiro, su hermano estuvo como un perro escondido en el monte, le dijeron que no le pasaría nada y se entregó. Le fusilaron en octubre en la tapia del cementerio municipal de Calatayud tres meses después que a su hermano. Tenía 39 años y dos hijos.

En 1959, sus cuerpos fueron trasladados al Valle de los Caídos por orden del Ministerio de Gobernación. Tal y como consta en el Registro de Inhumaciones de la Abadía Benedictina del Valle, Manuel Lapeña figuraba con el número de expediente 3.746 y su hermano Antonio con el 3.745. Los restos mortales de ambos fueron inscritos dentro de un grupo de 81 persona de quienes no constaba el nombre y apellidos y fueron depositados en nueve columbarios de madera donde aparecían las inscripciones con el número de entrada y su lugar de procedencia.

Parece que con la entrega de restos de víctimas de los crímenes franquistas a los familiares acaba el proceso histórico que se inició el día que los fusilaron. Todo consiste en inhumarlos de nuevo «dignamente», aunque no se sepa qué dignidad existe en desenterrarles como “criminales” sin cuestionar, sin solicitar justicia siquiera por las condenas de sus procesos ilegales.

La entrega de restos, el rescate de los cadáveres es finalmente una respuesta que satisface a los familiares, lógico, que les da algo de reparación pero es incompleta. Pero cuando se va a afrontar el hecho de que hay miles de sentencias que siguen siendo legales que condenan a las víctimas del franquismo a pesar de ser aberrantes.

El abogado de los familiares, Ranz, dice que en caso de no encontrar los restos barajaba la posibilidad de reparar a las familias haciendo que entrarán y se pudieran despedir de sus familiares.

Si el examen tuviera éxito, ya se habría cumplido el objetivo que se marcaron sus familiares y que era honrar la memoria de sus antepasados. Así, el Registro Civil deberá hacer constar que Manuel Lapeña Altabás “fundador de la CNT de Calatayud, desparecido en fecha de 27 de julio de 1936 y con acta de defunción en fecha de 14 de agosto de 1936, fue fusilado por las autoridades en el barranco de La Bartolina, enterrado en fosa común, sin que conste juicio con condena a pena de muerte conforme legislación vigente en el momento de los hechos, con carácter legítimo”. Y con su hermano Antonio ocurrirá tres cuartos de lo mismo. Constará que: “Tras ocultarse de las autoridades, se entregó en octubre de 1936 y fue fusilado por las mismas el día 20 de octubre de 1936 en la tapia del cementerio municipal de Calatayud, enterrándose los restos en fosa común”.

Hay que dejar claro que la sentencia del Juzgado n°2 es «administrativa», te autoriza de manera privada a «buscar los restos» y te permite contar con «una declaración oficial o decisión judicial que restablezca la dignidad, la reputación y los derechos de la víctima y de las personas estrechamente vinculadas a ella». Es lo máximo que da de si la Ley de Memoria Histórica.

Y si se consigue, ¿Archivado el asunto y nada más?. ¿Dónde está el ideario de los fundadores de la CNT en la comarca de Calatayud que dieron su vida por ello?. Lo dejamos que lo diluya el tiempo.

El abrazo mediático de Purificación Lapeña y Rosa Gil, familiares cuyos abuelos eran del bando republicano y nacional en las inmediaciones del Valle de los Caídos mientras comienzan los trabajos de exhumación de sus abuelos refleja una “reconciliación equidistante” que es asimétrica, el asesinato de las dos víctimas republicanas sigue impune, no ha sido investigado.

Diferente sería una sentencia «penal» donde serían forenses oficiales del Juzgado quienes realizarían el levantamiento de los restos y mantendrían la cadena de custodia legal de las pruebas como ocurre en todos los casos que hay indicios de asesinato.

La memoria como está planteada por el actual sistema de impunidad es funcional y deseable: actúa como un cortafuegos, es acabar la obra de Franco, una vez entregados los restos cada uno a casa con su duelo. ¿Y la investigación de los crímenes y la imputación de los culpables?.

¿Es que acaso los nietos se van a callar?. Jamás, por una razón sencilla porque tienen las mismas ideas que nos ocultaron de ellos, son la esperanza que no duerme.


Valle de Cuelgamuros /  Valle de los Caídos /