Eduardo Montagut Contreras •  Memoria Histórica •  22/07/2016

El Desastre de Annual

El Desastre de Annual fue el episodio bélico más trágico de la guerra de Marruecos, con consecuencias políticas de grueso calibre para la Monarquía de Alfonso XIII. En este artículo abordamos las dos cuestiones: la militar y la política.

Para culminar la dominación del Protectorado asignado a España, el general Dámaso Berenguer, a la sazón alto comisario de Marruecos, planteó un plan que en la parte occidental se culminó con éxito. En la Yebala, el propio Berenguer desde Tetuán logró alcanzar Xauen en 1920. Pero la otra parte del plan, la campaña oriental, terminó en un desastre. Esta campaña fue comandada por el general Fernández Silvestre desde Melilla. El objetivo era ampliar y asegurar el espacio en torno a la ciudad y confluir en Alhucemas. Pero la ofensiva que diseñó tenía muchos defectos y era muy imprudente, ya que se extendieron demasiado las líneas y, a medida que se acercaban donde se encontraban las fuerzas de Abd-el-Krim, las reacciones militares de éste se hicieron más duras y certeras. El primero de junio de 1921, los harkeños ocuparon Abarrán. Cinco días después, Berenguer se entrevistó con Fernández Silvestre, pero no apreciaron la gravedad del hecho, por lo que se dictaminó que debían continuarse las operaciones militares. Se tomó Igueriben, pero los harkeños cercaron dicha posición. El general Silvestre decidió tomar personalmente el mando para llevar a sus hombres a socorrer la posición cercada, pero fracasó. Se dio la orden de su evacuación y que todas las tropas debían confluir hacia Annual. Y aquí comenzó la primera parte del desastre: la retirada se hizo precipitadamente, sin orden, con muchas bajas y con la moral de las tropas bajo mínimos. Silvestre decidió que había que emprender la retirada general en vista de la situación, sobre Ben Tieb, en la madrugada del día 22 de julio. Y la segunda y definitiva parte del desastre se consumó: más que retirada aquello fue una desbandada, estalló el pánico, y las posiciones se abandonaron sin organizar su defensa para cubrir la retirada de las tropas, con algunas excepciones de heroísmo personal. El general Navarro tomó el mando y decidió organizar la retirada encauzándola hacia Dar Drius, pero tuvo que recluirse en Monte Arruit, aislado, sin medios y con las tropas más desmoralizadas que nunca. Se le permitió capitular, y lo hizo el 9 de agosto. Al salir los soldados exhaustos fueron asesinados a pesar de la rendición. Los supervivientes, jefes, oficiales y el general Navarro fueron apresados y llevados a Axdir donde estuvieron prisioneros en unas condiciones inhumanas durante dieciocho meses.

El Desastre de Annual costó la vida a trece mil hombres, entre muertos, heridos y desertores. El propio general Silvestre fue una de las bajas. Las pérdidas de material de guerra fueron abrumadoras Las fuerzas de la Comandancia de Melilla casi habían desaparecido y la ciudad pudo salvarse gracias a la llegada de tropas desde Ceuta. La derrota sepultó diez años de esfuerzos bélicos en el Rif.

Las consecuencias políticas del Desastre de Annual fueron demoledoras para un sistema político en profunda crisis como se encontraba la Monarquía de Alfonso XIII. El ejército vivía una intensa división entre africanistas y peninsulares, y entre los políticos la confrontación era mayor aún, con acusaciones entre los partidos. El gobierno de Allendesalazar cayó y Maura se encargó de formar uno nuevo. En las Cortes destacó el discurso de Indalecio Prieto, muy significativo, y del que incluimos una parte:

«Se perdió Igueriben, como no tenía más remedio que perderse, dadas las condiciones de la posición y la calidad y cantidad del enemigo; se perdió Igueriben, y son los testigos de la pérdida de 5.000 hombres concentrados en Annual, otra posición también indefendible, que empieza por ser un puesto insignificante de policía y, por no sabemos qué razones de arte bélica indemostrables ante el más rudimentario juicio que examine esta cuestión, se convierte en un campo base de concentración de 5.000 hombres sin defensa posible. Annual es -ahí está también sangrando una frase del general Silvestre-, un callejón sin salida.

Pero ya es tarde, ya no hay tiempo; los 5.000 hombres, de los cuales una porción considerabilísima han sido incorporados a filas solamente con un mes de instrucción, cuando un reglamento que está ahí para adornar las colecciones del «Diario Oficial» establece que el primer período de instrucción de un recluta, antes de su verdadera incorporación, son de tres meses; cuando un mes, si han de cumplir las prescripciones sanitarias, también perfectamente decorativas en las «Colecciones Legislativas» del Ministerio de la Guerra, se han de invertir forzosamente en la vacuna; una porción considerable de soldados bisoños, que llegan allí forzados por la mala suerte, con el recuerdo metido muy dentro de la mente de catástrofes, de tragedias sangrientas, de barrancos del Lobo, de gente muerta a palos y a pedradas por unos moros fieros; y aquellos hombres recientemente incorporados a filas, que no saben disparar un fusil, que no saben cargar., (…)

Los muertos en la guerra provocaron el descontento de la población en grado sumo. El Desastre tocó al propio monarca, ya que no fueron pocas las voces que le achacaron parte de la responsabilidad del mismo.

Se decidió, bajo el gobierno de Antonio Maura, la apertura de una investigación, el famoso expediente Picasso, por el nombre del militar encargado de realizarla. En abril de 1922 terminaría la instrucción de dicho expediente, pero no se abordaban las responsabilidades políticas, sino las exclusivamente militares. Sánchez Guerra, el sucesor de Maura, se hizo cargo del expediente, que era secreto, pero no se sintió comprometido con la promesa de inmunidad que se habían hecho anteriormente, y concluyó que había que llevar a juicio a 39 militares de alta graduación, pero no se llegó a cumplir. El golpe de Primo de Rivera sepultó la cuestión.

 


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