Cubainformación • Vídeos • 13/03/2023

El periodismo progresista y las «cenizas» de la Revolución

Coordinación de subtitulaciones: Antonio García Moreno.

Espacio “Lecciones de manipulación” en Cubainformación TV.

José Manzaneda, coordinador de Cubainformación.- La editorial Libros del K.O. acaba de publicar “La isla oculta: historias de Cuba”, de Abraham Jiménez Enoa (1). Es el enésimo ejemplo de cómo, para un escritor cubano, optar al privilegio de publicar en una editorial extranjera, pasa por reproducir el discurso cliché: Cuba es dictadura, censura y represión (2). Mientras, cientos de escritoras y escritores de talento, en la Isla, siguen sin pasar el filtro de los ideólogos editoriales.

Privilegio editorial convertido, de inmediato, en privilegio mediático (3). Entrevistas de algodón y elogios sin fin en diarios de derecha, en medios públicos (4) y -¡sorpresa!- también en los “progresistas”. “En Cuba ya no quedan ni las cenizas de la revolución”, titulaba eldiario.es (5). En la era de la segmentación de públicos, el rol de un autor como Abraham Jiménez es el de extender la desilusión, despertar del sueño a quienes aún tienen una “vinculación romántica con Cuba”. ¡Despierten, almas engañadas de la izquierda internacional!

Para esto, qué mejor que un “periodista independiente”, que se dice castigado por un “régimen” por su crítica “desde la izquierda” (6) y que ahora vive “exiliado” en Barcelona. Todo parece encajar. Salvo un elemento que hay que silenciar. Y es el más importante de todos. Veamos.

Abraham Jiménez fue uno de los impulsores del medio digital cubano opositor El Estornudo. ¿Y cómo se sostiene El Estornudo (7)? ¿Quién paga a su plantilla? ¿Quién pagaba, mientras vivió en Cuba, el salario de Abraham Jiménez (8)? La NED, la National Endowment for Democracy, organización ligada al Congreso de EEUU cuya misión –leemos en Wikipedia- es “financiar proyectos que promuevan la democracia liberal en el mundo” y “contribuir a la lucha anticomunista”, acciones antes llevadas –seguimos leyendo- por “la Agencia Central de Inteligencia (CIA)” (9). Solo en 2021, El Estornudo recibió 180 mil dólares por esta vía (10).

Esta información, que es pública y que no procede del Gobierno cubano, apareció en un programa de la televisión de la Isla (11). Algo que daba pie a Jiménez a repetir, en cada entrevista: “me sacaron por la televisión diciendo que era agente de la CIA” (12) y ya “nadie se me acercaba” (13). Todo mentira. Nadie, absolutamente nadie, afirmó tal cosa. Solo emitieron sus propias palabras, en las que reconocía quién le pagaba: “¿Quién financia El Estornudo?” “La NED y Open Society (de George Soros)”, respondió (14).

Pero si alguien trabaja a sueldo de la superpotencia que lleva 60 años tratando de forzar un cambio político en su país, mediante una brutal guerra económica y comunicacional, ¿no lo descalifica como “periodista independiente”? Pues parece que no. Uno de estos “medios progresistas”, The Guardian, reconocía, en un reportaje reciente, que “la administración Biden gasta 20 millones de dólares al año en `democracia´ en Cuba”, y que el medio El Estornudo es sostenido, tal como hemos dicho, por la NED, mediante fondos del Congreso (15). Entrevistaba incluso a un exagente de la CIA, que aseguraba que “muchos de los llamados periodistas independientes son financiados indirectamente por EEUU” (16). Por tanto, ¿son mercenarios, son colaboracionistas de la guerra contra su país? No. Son “medios independientes”, cuyos “periodistas se enfrentan a la represión”.

The Guardian reproduce, además, los habituales clichés obsoletos sobre el periodismo cubano. Los medios pagados por Washington –asegura- ofrecen “informes reales”, frente a los “medios estatales aburridos, que están altamente censurados y tiñen de rosa la realidad”, por los que “los jóvenes periodistas talentosos han migrado a nuevos medios privados (…), que adoptan una línea abrumadoramente antigubernamental, donde pueden trabajar con más libertad”.

Aclaremos punto a punto cada falsedad. Uno, los medios públicos cubanos están lejos de “teñir de rosa la realidad” y describen, cada día con mayor crudeza, los problemas sociales del país (17). Eso sí, no olvidan mencionar, como hace deliberadamente El Estornudo, su principal causa estructural: el bloqueo de EEUU (18). Y dos, la citada “línea antigubernamental” de esta prensa “disidente” es el filtro imprescindible para recibir las subvenciones de Washington, lo que demuestra en qué consiste realmente su “trabajo en mayor libertad”.

Por último, un ejemplo de la manipulación del libro “La isla oculta”. Una de las 16 crónicas que lo componen, titulada “Argelia Fellove es una dura”, es elegido por varios medios para promocionar el libro. En un extremo, el derechista Infobae lo pone como ejemplo del “pueblo cubano reprimido, en depresión y sin sueños” (19); y, en el otro, la revista feminista Pikara Magazine, como muestra de la “otra isla, acaso subterránea” (20). Pero ¿quién es Argelia Fellove? Es una activa luchadora social, colaboradora del gubernamental Centro Nacional de Educación Sexual, cuya Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales coordinó, durante años, en La Habana (21). Hoy dirige Afrodiverso, una iniciativa para el empoderamiento de la comunidad desde el arte (22). Trabaja por transformaciones reales desde dentro, y colabora con todo tipo de actores de la sociedad civil y de las instituciones (23). La crónica es un intento sucio de utilización de su figura pública.

Ahora, en Barcelona, el inventor de historias Abraham Jiménez no solo goza del privilegio editorial y mediático vetado a otros autores de Cuba. Además, recibe ingresos por “charlas, talleres y encargos” en medios “como The Washington Post, 5W, Al Jazeera o la BBC” (24).

Sin crear el menor problema deontológico en los “medios progresistas”.

El periodismo progresista y las «cenizas» de la Revolución

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