Tiempos Modernos •  14/04/2015

Miedo a perder (o miedo a equivocarse)

Miedo a perder (o miedo a equivocarse)

Son muy pocas las personas que no creen que si se hicieran las cosas como ellos dicen el mundo sería mejor. Proyectos frustrados de dictadores a pequeña escala. Así el individualismo toma fuerza, así emerge, el ruido inunda todo y la reflexión pausada desaparece.

En mi país hay dos momentos históricos que han marcado nuestro presente: El devenir de la Guerra Civil Española, ¿qué hubiera pasado si la República hubiese seguido hasta nuestros días, que país tendríamos si los golpistas hubieran fracasado? Y en ese mismo período de disparos y explosiones, ¿qué hubiese pasado si el tratado de Yalta hubiese dejado a Italia, Grecia, Portugal y España en la órbita Soviética y no en la de EEUU?

El otro momento sería en la transición, con un seguido de victorias electorales del PCE, contrarrestando las victorias de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. ¿Y si? Pero cada mañana despertamos más cerca de la distopía que de utopía. Ninguno de esos dos momentos va a cambiar. El único elemento orgánico a nivel político que acompaña estos dos actos y que perdura hasta la actualidad es el PCE, símbolo de la resistencia, de la lucha, de la dignidad y el aguanta.

Justamente, la larga trayectoria que desde dentro del PCE se ve como gloriosa, desde sectores opuestos se ve como un viejo enemigo, desde tiempos del pleistoceno se está haciendo propagando en su contra. Casi 80 años de propaganda gubernamental en su contra. En cambio, la derecha de este país ha sabido cambiar de siglas para no dejar rastro, igual que los malhechores que cambian de identidad cada poco para que no se les reconozca.

La historia nos demuestra que para presidir este país no siempre hay que ganar las elecciones (1936/39-1977), aunque si se quieren ganar las elecciones hay unas reglas de juego injustas.

¿Actualmente un proyecto de cambio puede ganar unas elecciones? Claro que sí! Las encuestas siguen mostrando a Podemos como primera fuerza. Ahora bien, Podemos no es el PCE, ni por asomo, tampoco pretende serlo. Sirviéndose de las contradicciones de los demás y de la falta de un pasado ligado a su marca electoral disparó su intención de voto.

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Militantes del PSOE dicen que Podemos es un invento del PP para dividir la izquierda (la fuerza de Podemos reside en las apariciones de su líder Pablo Iglesias, en un programa de televisión, La Sexta Noche, de un grupo de comunicación propiedad del ahora fallecido José Manuel Lara Bosch, vinculado al PP). Por otro lado, la gente de Izquierda Unida dice que Podemos es obra del PSOE para evitar que un partido transformador pudiera crecer a su izquierda tener un papel determinante en la política nacional.

Nadie sabe que es Podemos, lo entiendo como el vestido del Emperador, cada uno ve en él lo que quiere ver. La relación del partido morado con la sociedad la entiendo en tres niveles: con la gente sobre informada e ideologizada; los periodistas; la gente que se informa. A la gente que no se informa o que lo hace de una forma muy vaga no los vamos a contemplar.

El mensaje de Podemos va dirigido al tercer grupo, a la gente que se informa, por eso intentan que se informen de manera directa a través de ellos, saltándose en la medida de lo posible los filtros ofrecidos por los periodistas y los medios de comunicación.

Al segundo grupo, al de los periodistas también se saben dirigir y mostrarse atractivos para captar su atención, al fin y al cabo, si uno no sale en los medios de comunicación no es nadie, y los periodistas juntamente con los editores son los que deciden si una noticia sobre la formación se narra de forma positiva o negativa.

El primer grupo es al que se desatiende por completo, no existen canales de comunicación para aquellos intelectuales que no han querido ver la estrategia de ser calculadoramente ambiguos en los temas en los que la izquierda nunca ha cedido en su programa.

Se suele decir que en nuestro país hay muchos héroes anónimos, mucha gente cada día da la cara, y aunque se la rompan vuelven a levantarse. Y la hay, pero los lugares de decisión de nuestra sociedad están copados por cómplices que se visten de cobardes. Los héroes y heroínas viven en la resistencia, nos hemos acostumbrado a vivir constantemente replegados, incapaces de pasar a la ofensiva.

Los mismos cómplices del franquismo que no dudaron en decir que tenían miedo de la dictadura cuando llegó la democracia, y que con el paso de los años hasta inventaban que habían corrido delante de los grises. Los mismos que protestan cada huelga y callan ante cada desahucio. Esos que han aprendido a mirar hacia otro lado esperando unas migajas como premio.

A pesar de semejante miseria humana, a pesar de esta cultura dirigente de cómplices disfrazados de cobardes, a pesar de eso, nacen los héroes y las heroínas que algunos tanto se llenan la boca al nombrarlos. Esos héroes que resisten en esas condiciones, resisten y hasta avanzan.

Paso a la ofensiva. Es por eso que hay que guardar el castillo de la resistencia, es imprescindible el PCE, y a poder ser, un PCE fuerte, en la calle y en las instituciones. Pero además de guardar el fuerte hay que ir a la ofensiva, hay que tomar la Moncloa, además de dar ejemplo.

Avanzar sin miedo, sabiendo que detrás se mantiene la posición, que esta ofensiva puede fracasar, por eso alguien tiene que mantener las posiciones conseguidas durante tantos años. El rival está en los templos del poder, no en la calle. Cada uno con su proyecto, pero sin zancadillear al otro.

Cómo se suele decir en el mundo del deporte, lo difícil no es ganar, lo difícil es volver a ganar. Por eso hay que empujar todos para ganar las próximas elecciones, y luego construir un país mejor.


Tiempos Modernos / 

Andreu Llabina.

@andrullabi

Barcelonés del 86.

Historiador.

Miembro de Observatori Internacional de Conflictes Estela Barcelona.

He colaborado en Tercera Información Catalunya.

Colaborador habitual en la revista de pensamiento y cultura El Ciervo.