La Mezquita secuestrada de Córdoba (II)
«Si te posicionas del lado del Estado españolista no te quejes». Ramón Grosfoguel.
De entrada ayudaremos a que no se esfuercen demasiado algunos funcionarios docentes a sueldo del Ministerio de Educación, difundiendo patrañas ‘yihadistas’ sobre la Mezquita de Córdoba. En el imaginario colectivo árabe pervive la idea de que la soberanía política de Al-Andalus se perdió por el inmoderado gusto por ‘el vino y las mujeres’ de sus habitantes, ergo nuestros antepasados fueron condenados por sus supuestos ‘pecados’. El contraejemplo le sirve a algunos ígnaros alfaquíes para difundir su puritanismo. Igual que a las cloacas del nacional-catolicismo les vendría de lujo un atentado parafascista al Legado monumental milenario de la Civilización Andalusí, por cuenta de terceros para incitar al odio islamofóbico. Debemos estar alerta y en guardia.
El hecho de que filonazis de la policía germana se hayan hecho pasar por ‘refugiados terroristas’ para excitar al racismo y la xenofobia, proyectando atentados de falsa bandera, no augura un brillante porvenir intercultural. Y con un CNI incapaz o cómplice de contrarrestar las posibles injerencias del Estado foráneo vaticano en los Poderes del Estado mucho menos…
La reciente campañita clerical-fascistoide de ‘más de cuarenta profesores’, conocidos en su casa a la hora de almorzar, abogando por que la Mezquita de Córdoba pase a manos extranjeras romanas – junto con otros miles más de propiedades públicas estatales en la saca – demuestra hasta que punto la Universidad podría estar contaminada por el oscurantismo eclesiástico-franquista. Al parecer la iniciativa partió de un docente vinculado a la ultraderecha de VOX. No aporta documentación fehaciente en su libelo de una paginita, ni el menor fundamento, para refutar al contundente estudio con datos aportado por un Comité de Expertos, con rigor intelectual y académico.
Se olvidan con sospechosa amnesia de las más de cien firmas de especialistas de reconocido prestigio internacional que hace tres años vindicaron la Mezquita de Córdoba como una entidad de carácter Público. Se posicionaron con coraje frente a la principal de las incautaciones, vía grosera inmatriculación por treinta euros, de los amiguetes registradores del imperial-papismo en el denominado ‘mayor pelotazo inmobiliario’ conocido en el globo terráqueo. La castuza partidocrática hoy, a ‘izquierda’ o derecha, ampara esta infamia desde mucho antes que el alcalde Anguita no tuviese inconveniente en poner las cuentas municipales en la por entonces Banca eclesiástica Cajasur, cuyos canónigos rectores dejaron un agujero multimillonario en el balance ruinoso de su quiebra, con absoluta impunidad hasta la fecha. ¿Sorprende a alguien que el antedicho ‘califa rojo’ de opereta, en comandita con el diputadito comunista a ratos Monereo, se dediquen a hacer de impresentables panegiristas lamezurrapas de alguna de las medidas del fascio rojipardo de Salvini en Italia?
Que una mezquita o una catedral tengan un uso confesional u otro, no invalida que la propiedad última sea del Estado a lo largo de la Historia, en cualesquiera de sus unidades administrativas. De ahí el Bando promulgado por el Concejo de Córdoba o Caballeros Veinticuatro (Ayuntamiento de la época) en el S.XVI, bajo la tiranía del emperador Karl I de España y V de Alemania, con la Inquisición sembrando el Terror. Aquellos representantes del Pueblo cordobés, jugándose el pellejo, esgrimieron su inalienable Derecho al apercibir de modo abierto a todos los trabajadores de la Villa del Guadalquivir a que si derribaban una sola de las columnas de la Aljama, para la construcción de ese mamotreto catedralicio incrustado, serían inmediatamente prendidos y ejecutados. Por eso tuvieron que traer obreros de fuera para perpetrar los miserables tal bárbara fechoría criminal.
Es lógico, por esta razón, que nadie manifieste extrañeza ni proteste ante la cobarde desaprensión de la alcaldesa sociata de Córdoba, Isabel Ambrosio, desinhibiéndose del tema y pasándole la pelota a la Junta de Andalucía y a Moncloa, como si el Consistorio nada tuviese que ver en este turbio asunto. La Mezquita de Córdoba, antes que Patrimonio Mundial de la Unesco, o Universal de la Humanidad, lo es ante todo de todos los cordobeses, su Símbolo Supremo reconocido en todo el orbe. La ilegítima apropiación de curánganos obedientes al jerarca del Tíber pisotea antes que a nadie a los descendientes de los canteros, marmolistas, orfebres, ebanistas, alarifes, albañiles… que crearon nuestro Monumento de belleza sin par: agravia y ultraja a los cordobeses en primer lugar.
Exigimos por ello la inmediata dimisión o cese de la indigna alcaldesa de Córdoba. En caso de mantenerse en la poltrona instamos al activo boicot a todos los intereses de su partido, y a los de sus compinches, beneficiados, parientes, allegados o amigos en la Capital histórica de Al-Andalus, cuarta de toda la Civilización islámica planetaria y anterior incluso al nacimiento del Bagdad de los Abásidas. Exhortamos a todos los países de mayoría musulmana a que no permitan este atropello vaticanista usurero contra los cordobeses, los andaluces y toda la Humanidad. ¡Romped relaciones diplomáticas con el Estado teocrático vaticano – creado por Mussolini -, y comerciales con todas las empresas multinacionales donde tenga accionistas de cualquiera de sus codiciosas sectas! ¿Habéis perdido ya la dignidad como personas, a qué esperáis…?
No entendemos que las catedrales de Notre Dame, Westminster, Lisboa, Roma y Berlín sean de propiedad estatal, y aquí tengamos que aguantar este expolio por parte de avarienta gentuza, la cual además tiene la desvergüenza de disfrazarse de ‘patriota’ envolviéndose con la banderita. Hasta la antigua catedral de Santa Sofía, después Mezquita con los otomanos, es hoy un museo en Estambul. Aunque, claro, Turquía ostenta con orgullo una Constitución verdaderamente laica, y aquí padecemos un bodrio tardofranquista pseudoconstitucional confesionalizado, sin verdadera Separación de Poderes ni la preceptiva Asamblea Destituyente, redactado ‘en secreto’ (sic) por siete colegas, entre ellos el llamado Carnicero de Vitoria, Fraga, o Roca, el abogado de la mujer del cuñado del hijo del rey de Franco, hoy en prisión por corrupto.
La Mezquita es y siempre ha sido de los ciudadanos. No caeremos en insidiosas controversias estériles y malintencionadas: defendemos su uso polivalente y multicultural, con una administración laica, no exclusiva por parte de ningún cínico oportunista sin escrúpulos que se embolsa dieciocho millones de euros al año por el turismo, sin rendir cuentas a nadie, en una ciudad que sufre pobreza energética, malnutrición y un paro endémicos. Cargándole además al Estado el usurpador obispo-ocupa, a los impuestos de los paganos con cara de acomplejados pardillos, a todas, toditos, ‘todes’ el mantenimiento del milenario Edificio.
Sólo cuando la Mezquita de Córdoba recupere su verdadera Misión, crear lazos de auténtica Fraternidad entre los cordobeses, los andalusíes en su conjunto y los seres humanos… entenderemos el significado del inmortal Canto del primer poeta de Pakistán, Muhammad Iqbal, que da nombre a una calle cordobesa, cuando al extasiarse ante la Aljama Máxima de Al-Andalus, exclamó al visitarla a mediados del pasado siglo para la posteridad en sus versos: «¡Mezquita de Córdoba, por el Amor creada, para el Amor creada…!». ¡Viva al-Andalusía Libre y Soberana!
*Al-Hakam Morilla Rodríguez, Coordinador de Liberación Andaluza. Cuenta de twitter bloqueada por la censura: @lascultura. Nueva: @liberacionan