Alvaeno •  Opinión •  29/08/2017

Del individualismo a la crueldad

De la jauría el lado más salvaje, eso que parece no existir, o que no se ve, como el puto dinero, ese que todos guardan (los que lo poseen) a buen recaudo, escondido muy oculto, tanto que solo sale a la luz cuando necesitan presumir pagando las cosas materiales y superfluas que los hacen ser, existir, sé que me repito, una y otra vez como un loro que repite su cantinela, una y otra vez, sin percatarse de la razón por la que repite esas palabras que su estúpido dueño le ha enseñado a decir para presumir ante sus amigos, ¿amigos?, he dicho, mejor dicho, he escrito, amigos, ¿amigos?, que gran palabra, amigo, amistad, y nadie parece comprender qué contiene ese gran vocablo, inventado para disfrazar la negociación, el interés, la transacción comercial, que en definitiva, es en lo que se ha convertido la amistad, como el amor, eso que llaman la incondicionalidad del amor, o de la amistad, algo que quedó hace mucho condenado a la indiferencia de los que de boquilla dicen ser tus mejores amigos, o amores, ¡oh, por amor, por amistad!, se enorgullecen muchos, ¡oh, orgullo!, otro vocablo mal interpretado porque entre el orgullo y el egoísmo caben muy pocas cosas, ¡ay, qué confusión existe! Observo, escucho y descubro que una gran parte de las personas sufren los estragos de esta guerra sin declarar que cada día se libra entre unos y otros.

Escucho como si de una letanía se tratara, como si las campanas sonaran muy lejos, las campanas que doblan por otro, otro muerto, no tú ni yo, sino otro, como si ese otro nada tuviera que ver contigo, conmigo, con vosotros, con nosotros, con ellos, o con cualquier hijo de vecino que antes de convertirse en un hijoputa, fue generoso, honesto y hospitalario y ayudaba a los demás sin ningún tipo de interés, eso, sí, eso que debería ser lo incondicional tanto del amor como de la amistad.

La tribu humana ha sido desintegrada, destruida, ya solo quedan los escombros en los que todos andan buscando un cascote que los purifique, que los libere, que los libre de esa pesada cadena que arrastran, invisible, pero pesada, ¿qué somos?, me pregunto: ¿Animales?

La decadencia está en todo, y nos han convertido en seres decadentes, animales que son guiados como se guía al ganado hacia el redil, un rebaño de cabezas gachas que sumisos hacen lo que les dictan al pie de la letra, sin leer la letra pequeña del contrato. Todo es dinero, todo se compra, todo tiene un precio, cada cosa, cada ser, cada persona tiene un precio, que es pagado sin más, todos somos enemigos, lo humano ha desaparecido, nada hay ya que merezca ser nombrado con ciertas palabras que definan lo que ya no existe, la decadencia esta servida, la libertad convertida en libertinaje, la honestidad convertida en algo digno de un museo milenario, un museo en el que exhibir aquellos valores que la tribu fomentaba, aquello que fue, porque todo lo que fue es exhibido en los museos como algo que recordar, pero no como algo que practicar.

¿Hacia dónde se dirige la “humanidad”, si es que algo queda de ella?

SALV-A-E

Los que quieren vivir no te saludan.


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