André Abeledo Fernández •  Opinión •  29/04/2021

Vivir y morir a la madrileña. Fascismo en Pandemia.

A Ayuso se le olvidó decir que además de vivir a la madrileña, también se muere a la madrileña, sino que pregunten en sus residencias de ancianos.
Me resisto a creer que vivir a la madrileña es vivir sin pensar en nadie más que en uno mismo. Sin empatía, sin valores, si es así no puedo envidiar lo más mínimo esa forma de vida.
Ayuso es una sociopata, como también lo eran todos los líderes fascistas, desde Hitler, Musolini y Franco, hasta Monasterio o Abascal.
Vota para consumir en libertad pero si aún eres persona vota con cabeza.
Vota por alguien que apueste por una vida digna para todos y que no confunda la libertad, con la libertad de comercio y el derecho a vivir, con el derecho a consumir.
No entiendo como puede defenderse que la libertad consiste en no poner todas las medidas posibles para salvar vidas.
Cuando conviertes las vidas en gráficos y estadísticas les robas su humanidad, ¿dos puntos más en el gráfico cuantos muertos son?, ¿cuantas muertes a mayores y familias destrozadas son tolerables para ser libre a la madrileña?. ¿Cuantas vidas cuestan las cervezas en Madrid?.
Al margen de que para mí a Ayuso le falta un hervor, una cocedura, y no lo digo porque sea una mujer, porque Abascal es un hombre y también le faltan, la estrategia de la ultraderecha en Madrid es una copia de la el Partido NAZI en Alemania.
VOX y PP en Madrid son fascismo. Y imitan a la perfección la estrategia de Goebbels el Ministro de propaganda de la Alemania NAZI.
Los 11 principios de la propaganda NAZI creados por Goebbels:
1.- Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único Símbolo; Individualizar al adversario en un único enemigo.
2.- Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo; Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
3.- Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.
4.- Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
5.- Principio de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.
6.- Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
7.- Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
8.- Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
9.- Principio de la silenciación. Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
10.- Principio de la transfusión. Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
11.- Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad.
“No acepten lo habitual como cosa natural pues en tiempos de desorden sangriento, de confusion organizada, de arbitrariedad conciente, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer imposible de cambiar.” (BERTOLT BRECHT).

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