El mundo está “ahí fuera”, o no

Filósofos como Rorty, Goodman, Putnam o Davidson hace tiempo que vienen diciendo que una de las creencias sobre la que ha descansado la idea de un mundo exterior al que hemos de conocer inapelablemente porque es algo que funciona, porque evoluciona por la ciencia misma, es la de un mundo que está ‘ahí afuera’… algo así como otro al que debemos dirigirnos como si fuera una especie de nosotros con el que podemos dialogar.

Es tanta la fuerza de esta creencia que resulta difícil imaginar otra vía, aun no satisfaciéndonos  esta. Resulta que la tesis galileana de una naturaleza escrita en lenguaje matemático no dice mucho más que lo anunciado por Aristóteles al hacer una predicción. Esto es, que desde la filosofía no podemos afirmar que ese diálogo es lícito a no ser que consideremos el mundo de ahí fuera como una esencia puesta por alguien sin nuestro permiso.

Solamente podríamos cargar con el marrón si admitiéramos una tesis creacionista o un punto de vista teológico de gobernabilidad del mundo. Pero si hemos de ser fieles a nuestros requerimientos, para nada sirve esa creencia, a no ser que la consideremos como una metáfora, y haciendo de tripas corazón aceptemos nuestro progreso porque nos da la gana y es así sin más. Es lo que llevamos haciendo hace más de veinticinco siglos.