VV.AA. •  Opinión •  27/03/2024

Contra el actual despliegue de megaproyectos renovables y defensa de la vida

Más de 75 personas de toda Euskal Herria han publicado un manifiesto en defensa del territorio. Nos preocupa la actual agenda de transición energética que, lejos de responder a las actuales urgencias, profundiza en los mismos mecanismos que nos han llevado a esta crisis ecológica y social. El manifiesto está disponible en la esta web y se invita a todas las perronas a firmarlo.
Contra el actual despliegue de megaproyectos renovables y defensa de la vida

¿Dónde estamos?

Atravesamos una crisis ecosocial muy profunda. Al mismo nivel ecológico, nuestros campos se ven afectados por el monocultivo, nuestros ríos contaminados corren poco y las nieves retroceden en el Gorbea y los Pirineos. A nivel social, hay más personas que tienen dificultades para vivir el final de sus vidas, que no tienen frío, calor y viven de noche porque no pueden afrontar los gastos de luz y gas. Mientras tanto, la guerra se extiende por el mundo. Miles de personas en camino a refugiarse en el Mediterráneo. La extrema derecha y el militarismo adquirieron fuerza en toda Europa. El modelo de empresa de Euskal Herria es ese. Lo inconcebible se ha cotidiano y la crisis es su nueva normalidad.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

El desafío es el crecimiento económico, la mercantilización de todos los bienes y servicios, los combustibles fósiles y la destrozada globalización capitalista. Además, constituye un modo de vida estructuralmente injusto e insostenible. Hego Euskal Herria es un enorme digestor industrial de fósiles. La buena salud depende de la circulación constante de bienes a nivel global y de la distribución desequilibrada de las ganancias. Nuestra riqueza, monopolio e insuficiente distribución, es imposible sin extractivismo y presión en el entorno global, sin logística y transporte a nivel internacional basado en combustibles fósiles baratos y contaminantes, sin destrucción ecológica provocada por procesos industriales y sin la exportación permanente de bienes de consumo como como los automóviles (protagonista de la crisis climática y que representa incluso más del 25% del PIB de nuestro país).

Todo esto expuesto nos hace a la vez dependientes y vulnerables. Depende de cómo este estilo de vida sea imposible sin todo nuestro pueblo y todos nuestros territorios donde estamos expuestos. Y vulnerables, sólo hay una desestabilización de todos estos gigantescos candados impedidos por sus demandas, que no necesitamos, de nuestro territorio y de nuestros habitantes. Recuerde, esta forma de vida es injusta e insostenible. Injustamente porque no se puede generalizar a nivel global ni con una relación seria entre mujeres y hombres, ni con el resto de pueblos del mundo; por no hablar de una explotación y desigualdad social intramuros cada vez más grandiosa. E insoportable, nuestra obsesión por el crecimiento no es separable de una necesidad de más energía, ni de una destrucción ecológica menos acelerada (climatica, pero no sola).

¿Qué soluciones son nuestras ofertas?

Por todas partes hay que mencionar las transacciones verdes y digitales, los cambios tecnológicos que se mantienen intactos en nuestros estilos de vida y, al mismo tiempo, sabemos qué es el atolladero y con qué nos encontramos. El ritmo de esta música, en Hego Euskal Herria entremados empresariales, oligopolios energéticos y partidos políticos han puesto a punto su propio plan de adaptación y lo han plasmado en Leyes autonómicas de Cambio Climático. Primero en el Parlamento de Navarra y recientemente, en el de Vitoria-Gasteiz. Como parte de un diagnóstico que ahora podemos comparar, proponemos soluciones parciales, reducciones y compromisos, para establecer cómo mantener un nivel de consumo que desborde la biocapacidad de nuestro planeta. Nuestras directrices de descarbonización cuando en realidad se refieren a la electrificación de la economía y la externalización de emisiones contaminantes a otras latitudes de las que no creemos en sus consecuencias. Al mismo tiempo, sabemos que los compromisos en la reducción del consumo energético no son los mismos, no venimos con mecanismos concretos y el objeto de la descarbonización se reduce a las emisiones netas, circunscritas al ámbito automático o estatal. Todo esto se reduce en la práctica a un libro blanco para el desarrollo de macropolinas renovables y sus infraestructuras asociadas al poder económico.

Se trata de alimentar el entorno que las renovaciones industriales permiten sustituir otros usos energéticos, garantizando que se mantengan los niveles de consumo actuales. Por tanto, funciona más como una extensión de la producción de combustible que como un reemplazo real de las fuentes de energía primaria. Esto incluye también el debate y los planos de transferencia, así como la mención explícita de los cambios estructurales que deben ir acompañados del desarrollo tecnológico, así como la mención de todas las palancas que pueden utilizarse para materializar nuestros objetos: el suministro de energía. y modelos de transporte; Es en última instancia responsable de más del 40% del consumo energético de nuestro territorio.

En definitiva, perpetuamos los privilegios de una élite económica, prometemos falsas soluciones sin aceptar lo que exigen: confiar radicalmente en la oligarquía energética empresarial, romper con el imperativo del crecimiento económico, transformar nuestro nuevo modelo de producto en energético gético y profundizar la democratización. de nuestros territorios.

¿Qué proponemos?

Necesitamos empezar y empezar urgentemente con un proceso de decremento organizado de antemano. Sólo así tendremos la capacidad de perjudicar simultáneamente las tres cosas que son necesarias: a) frenar la crisis climática mediante la descarbonización y desfosilización de la producción real; b) trabajar por la regeneración ecológica para que reintegremos nuestra nueva economía a la biosfera; y, c) garantizar vidas justas, igualitarias y autónomas para nuestro pueblo y todos los pueblos del mundo.

Entendemos que nuestra responsabilidad no está predeterminada ya que garantizamos que las empresas consuman energía, materiales y acumulación de capital. Donde vamos a sostener el consumo energético y material de las grandes áreas urbanas que, de manera insostenible, concentran a casi toda la población, como resultado de decisiones políticas que silenciosamente se ignoran. La principal responsabilidad que tenemos como movimiento popular de habitantes de Euskal Herria es otra: defender la vida y el territorio.

Consideremos que la posibilidad única de enfrentar la destrucción real del capitalismo se reorganiza socialmente para ensuciar la trampa en la que hemos caído. Ahora queremos reconstruir nuestras vidas y pensar qué territorio es necesario para cubrir los deseos capitalistas actuales y entender que necesitamos cambiar lo que queremos hacer en nuestra tierra. Por ello, para poner en marcha nuevos megaproyectos corporativos, proponemos un modelo en defensa de la vida, un modelo de decadencia para Europa que se lleva a cabo a partir de las siguientes preguntas de intervención:

    1.  Partamos de las capacidades de nuestro nuevo territorio para pensar en el tipo de vida que podemos sostener. La base de nuestra nueva economía es el aprovechamiento de flujos renovables y la producción de alimentos, escapando de la dependencia actual de fósiles y minerales. Debemos concertar estrategias para la transformación de nuestros nuevos modos de vida que efectúen la reducción de nuestro nuevo consumo en términos de justicia redistributiva, un impulso poderoso para la agroecología y un poder para garantizar y priorizar el autocontrol universal, comunitario, democrático y de pequeña escala. -consumo . Por tanto, es necesario considerar el modelo urbano e industrial actual y empezar a trabajar en él para su transformación.

    2.  Se renueva la extracción real, no permita que se reemplace el papel de combustible. Los megaproyectos renovables saturan los nodos rojos y requieren grandes voltajes eléctricos para drenar la energía producida. Ello, como saben, contribuye a generar un gran mercado energético para impulsar todas las tecnologías que puedan competir de forma rentable, desde las centrales nucleares francesas hasta los ciclos térmicos de Marruecos. Aquí, para abandonar los combustibles fósiles, proponemos una deslocalización productiva en equilibrio con los recursos locales, para diversificar las estrategias energéticas más allá de la electrificación. La electricidad será un papel clave en la descarbonización de otros sectores, pero el actual plan de desarrollo no es capaz de solucionar la urgente y necesaria descarbonización de sectores como la alimentación, la industria y el transporte.

    3.  Cada nueva fuente de energía que se plante debe ser compatible con un ciclo urgente y ecológico de regeneración, pilar para contrarrestar los efectos de la crisis climática. Esta tarea está pendiente. En el contexto de discusiones ambivalentes que indican que la necesidad de construir es doblemente vertiginosa, los planes energéticos actuales se están reduciendo críticamente al colapso de grandes megaproyectos. Por tanto, la actual transición energética reduce la promoción de enormes extensiones fotovoltaicas y torres solares de más de 200 metros coronadas con nuevas alturas. Esto supone un impacto directo sobre la avifauna y una influencia sobre la biodiversidad provocada por la fragmentación directa de los ecosistemas.

    4.  Hay muchos casos en los que el desarrollo de un modelo de grandes instalaciones renovables en manos de empresas transnacionales es compatible con el autoconsumo básico de la comunidad. Si se puede ver una convivencia anecdótica, los requerimientos de infraestructura eléctrica y las inversiones que requieren, así como las instituciones a implementar, son incompatibles en el mediano plazo. En la actualidad la palpable asimetría en el desarrollo del modelo megaproyectos respecto al comunitario, nos hace denunciar ese discurso como funcional al modelo de megaproyectos corporativos, suponiendo la primacía de los intereses del capital sobre los de la ciudadanía.

    5.  La urgencia de la descarbonización es asumir que no podemos priorizar la reducción del consumo, la eliminación de instalaciones renovables a gran escala y el fomento del autoconsumo. Tenga en cuenta que se trata de un gran error. En reconocimiento de un programa político de prioridades, los actuales mecanismos de planificación energética y los recursos a disposición de los diferentes actores reducen la transición hacia un declive ilimitado de los megaproyectos corporativos. Por tanto, la retirada del autoconsumo se limita a la iniciativa individual y a la necesidad de reducir el consumo, al mismo tiempo. Ahora que esto es evidente, defendemos la necesidad de nuevos mecanismos de planificación que partan de una limitación territorial del consumo y de un fomento del autoconsumo a diferentes escalas como vertebrador de la política energética en nuestra nueva comunidad.

    6.  Es importante que la transición ecológica no se produzca, como en la actualidad, a costa de la democracia, sólo que ayude a impulsarla. A la vista de las voces de los ayuntamientos y consejerías, como la Ley Tapia, el PSIS en Navarra o la Directiva Europea de Aceleración de Proyectos, tenemos que desplazarnos hacia el centro. La democracia no puede ser un arreglo cosmético para un desarrollo a gran escala que viene acompañado de impuestos en forma y número. Ante usted, ofrecemos una consulta previa gratuita y le informamos de las comunidades afectadas a medida que se ven afectadas; para que pueda aplicar el principio de precaución correcto antes de que alguien surja.

    7.  Nuestro estilo de vida actual se basa en la situación actual, pero no podemos asumir que la responsabilidad no surja de manera uniforme. Mientras muchas personas se esfuerzan por llegar a fin de mes (siendo las mujeres una de los grupos no hegemónicos más afectados), las energéticas o la banca acumulan beneficios récord y siguen capacitando la deuda futura con la financiación del New Deal Verde Europeo. Ante este parto desigual de responsabilidades, toca poner en cuestión esta organización estructural y las relaciones asimétricas que sostienen y frenan en seco la destrucción del territorio, base de la vida, a manos de actores políticos y empresariales.

    8.  La transformación socioeconómica que imponemos a la actual situación de crisis debe entenderse como una oportunidad para plantear la ciudad sobre sus bases. Este potencial democrático no se puede cambiar al modelo energético actual, de lo contrario se transformará para que sea un principio fundamental del mismo. Esto es lo que necesitamos aprender sobre la relevancia de los actores, procesos e instituciones actuales del sistema energético. Pedimos una deslocalización de la producción que proteja la producción del consumo. Se trata del principio fundamental de responsabilidad y responsabilidad con la ciudad en relación con el modelo energético que existe para sus territorios.

 9.  El impacto ambiental está condicionado por el tipo de instalación: diferentes tecnologías tienen impactos diferentes. Esto significa que los proyectos corporativos a gran escala tienen un impacto claramente diferente y que, además, se concentran en partes del territorio sin sacrificio. Las pérdidas de menor escala permiten distribuir los impactos provocados por patrones de consumo que los justifican sobre una base mucho más sensible y eficiente para una transferencia energética justa.

    10.  El desarrollo de megaproyectos corporativos de energías renovables se justifica rápidamente en términos de conservación de energía. Es fundamental que no se den cuenta que los megaproyectos no cuentan con el papel vertebrador de las líneas de alta tensión para su desalojo. Estas líneas de alta tensión son operadas externamente por Red Eléctrica de España, quien impone las condiciones de operación; Tenga en cuenta que el MIBEL (Mercado Ibérico de la Electricidad) establece las condiciones económicas de funcionamiento. La operación, control y gestión se realizan externamente con el objetivo de maximizar el beneficio económico de la energía, que se reduce al mismo mercado. Cualquier proyecto de transición energética que requiera cualquier construcción requiere impulsar niveles de baja tensión que permitan la gestión energética local y contribuyan a la desmercantilización de la electricidad.


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