André Abeledo Fernández •  Opinión •  24/12/2025

Autocrítica y cambio de rumbo o fascismo

Todos pretenden haber ganado las elecciones en Extremadura, la autocrítica no existe, pero desgraciadamente arrasó la ultraderecha y los progresistas fueron incapaces de hacerles frente.

Muchos llevamos años advirtiendo que edulcorar la izquierda y diluirla en proyectos sin ideología es lo mismo abrir de par en par las puertas al fascismo.

No será por las críticas a los proyectos de moderación y vaciado ideológico de la nueva izquierda por lo que crece la derecha, son los hechos de estas organizaciones que no estan a la altura de sus discursos los que hacen que pierdan la confianza de la clase trabajadora y por lo tanto sus votos.

La política de pandilla y de colocación de colegas es un desastre. Pero desgraciadamente «Dimitir» para algunos/as sigue siendo un nombre ruso, y lo personal sigue primando frente a lo colectivo.

La única posibilidad de frenar a la ultraderecha es recuperar las organizaciones de izquierda y sobre todo la conciencia de clase dentro de esas organizaciones, una limpieza profunda, un reconstrucción, o la creación de nuevas organizaciones de clase se hace necesario y urgente.

Las personas que participan en la disolución de la izquierda y que venden sus organizaciones al sistema son los grandes traidores necesarios para que la ultraderecha pueda engañar a los trabajadores, a la mayoría social.

A la ultraderecha la vemos venir, los infiltrados son el peligro, los que se hacen pasar por algo que no son dentro de la izquierda, esos son los que hacen más daño.

No es suficiente apelar al miedo a VOX, al miedo a la ultraderecha, el gobierno de progreso debe ser realmente útil para los trabajadores, sus políticas deben notarse el la vida diaria, reforzar la justicia social, el derecho a la vivienda digna, al trabajo digno, a la eliminación de unas desigualdades que crecen cuando las cosas van mal, y sorprendentemente crecen aún más cuando la economía va bien.

Para frenar al fascismo hay que tomar partido por los trabajadores, no ser arbitro entre la patronal y la clase trabajadora, el pacto social es una mentira, es la estrategia de los pasos atrás hacia el precipicio, la política del mal menor donde siempre perdemos los mismos.

Sobran los generales sin ejército, los mirlos blancos, los oportunistas, los que solo buscan colocarse en la política y vivir bien, sobran los que venden humo, necesitamos líderes militantes, con ideología, valientes, honestos, que se hagan dignos de la confianza de la clase trabajadora con sus hechos más que con sus palabras.


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