Ramón Pedregal Casanova •  Opinión •  24/12/2025

Askatasuna de Turín y la caída del árbol de Navidad

El mismo día y a la misma hora que en Turín (Italia) la juventud proletaria y demás partisanos con la organización internacionalista Askatasuna, defendían en las calles la recuperación de un edificio, que años atrás había abandonado el Estado. Los revolucionarios habían levantado una organización social con trabajo comunitario, compartido, ejemplar para el barrio y la ciudad. Como muchos espacios recuperados para convertirlos en centros sociales, disponía de atención sanitaria, espacio para la enseñanza, zona para la práctica de deportes, local para la recogida y reparto de alimentos, formación laboral, coordinación organizativa, comunicación y solidaridad con organizaciones de otras ciudades, regiones y países, para su buen funcionamiento tenían establecidas asambleas generales en las que trataban la actuación política general y los asuntos comunes, todo giraba en torno al compromiso social para dar soluciones prácticas, … La movilización proletaria defendía el espacio de defensa común y la continuidad de las actividades. El Estado neofascista italiano quiere acabar con semejante ejemplo de cambio social, teme que se extienda y arraigue, ve en Askatasuna un peligro de resistencia y lucha creciente ante la crisis de la Europa del capital. La batalla entre las fuerzas opuestas ha paralizado la ciudad, por un lado los uniformados y armados pagados por los que representa Meloni, y, por otro, los proletarios en lucha por una sociedad justa sin explotadores, tal y como han creado con su energía revolucionaria. Las huestes reaccionarias disparaban bombas de gases lacrimógenos, chorros de agua a presión desde grandes camiones, y miles de individuos organizados en brigadas de ataque, armados con fusiles y porras, y cubiertos con trajes especiales de protección y cascos. Las filas revolucionarias presentaban un frente con una pancarta en la que se decía “Viva Askatasuna” y numerosas banderas rojas y de Palestina, Cuba, Venezuela, … , la defensa extremadamente valiente de la pancarta por la primera fila revolucionaria fue tan emblemática que los extremistas Melonianos del fusil la porra y el casco atacaron furiosos a los solidarios cuando éstos llevaron sus pasos hasta el mismísimo encuentro. Y ahí se desató la batalla que ha mostrado el valor de la solidaridad para transformar el mundo, y la cobardía de poseedores de las riquezas que pagan la organización de fuerzas neofascistas para que deshagan ejemplos de unidad solidaria antiimperialista. La lucha se levanta cómo un gran árbol de Navidad: https://mail.google.com/mail/u/0/#inbox?projector=1

En Madrid, en un barrio obrero, a 3 grados bajo cero, veía por la ventana a un hombre africano mitad tendido en la acera y mitad acurrucado en el umbral de una puerta de casa de vecinos, no tenía más que una chaqueta como abrigo y permanecía encogido, los ojos cerrados, las manos agarrándose los bordes de la miserable chaqueta, con las rodillas metidas contra el pecho cuanto le era posible, agachada la cabeza y metida entre los hombros, hablando solo y temblándole los labios.

El ideal de las fiestas de consumo quedaba deshecho.

Entre los votes de humo de la policía, los lanzamientos de agua a presión de los camiones de los guardianes de las riquezas de sus amos y las cargas de batallones con porras y fusiles, los solidarios defienden el centro de trabajo proletario.

El hombre castigado por el hielo social por ser pobre, permanece en el suelo de la calle helada de un barrio obrero madrileño. El árbol de Navidad, ideal de anunciación de algo bueno era defendido con fuerza solidaria en Turin, … y se moría caído en una calle de un barrio pobre en Madrid. La desatención proletaria disuelve la defensa, hace inhumanos, hiela la sangre, congela las manos y la conciencia, pues los ojos se quedan hechos hielo.

El hombre aquél había pasado la noche expuesto a la muerte, sin ayuda ninguna, y salté en busca de alguna manta que pudiese tener guardada, revolví el armario pero no encontré, y me dispuse a bajar con él, pero cuando iba a salir se me ocurrió llamar antes a Atención Social, o Servicios Sociales con el fin de que hubiese una atención especializada, conseguí fácilmente el número, pero en el teléfono que marqué respondió una voz fría grabada diciendo que aquel número no existía, entonces volví a buscar el de Emergencia de Servicios Sociales, sonó el timbre y lo cogió una mujer, le pedí ayuda contándole rápidamente el caso, pero la respuesta me estremeció: “diga a ese hombre que llame aquí”, ¿cómo?, los gritos se escucharon en la casa, en la calle, en todo el vecindario, la empleada se callaba. ¡Un hombre está muriendo en la calle y … ¿no se le ocurre pensar en qué condiciones se encuentra?, ¿que es posible que ni hable el idioma?, ¿que no sabe ni cómo hacerlo ni dónde?, y respondió con sequedad: “nosotros no podemos hacer nada”.

Los partisanos de Turin que crearon recursos, resolvieron problemas, atendieron con calor a colectivos y necesitados particulares, tanto habían hecho durante años por los proletarios de la ciudad que son bien conocidos por las masas, solidaridad política, a lo grande, solidaridad de urgencia, particular vuelco de la conciencia.

Bajé a la calle y fui a su lado, no se movía, amigo, ¡amigo! Llamé al Ayuntamiento, no sabían que hacer, quien cogió el teléfono me indicó póngase al habla con la policía, pero no pude, cómo, y llamé a la Cruz Roja, que en qué dirección estaba, mandamos a los de la zona. El árbol de Navidad se murió helado, arrugado sobre si mismo en la noche desalmada del proletariado, caído en el umbral sin luces de una casa estrecha de vecinos y la acera pequeña empedregada de una calle sin salida, de un barrio obrero de Madrid.

Askatasuna de Turín tomó su nombre del país vasco internacionalista, para serlo ella misma y no dejar caer el árbol de Navidad proletaria.

Ramón Pedregal Casanova es autor de los libros: Gaza 51 días; Palestina. Crónicas de vida y Resistencia; Dietario de Crisis; Belver Yin en la perspectiva de género y Jesús Ferrero; y, Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios. Colaborador del canal Antiimperialistas.com, de la Red en Defensa de la Humanidad


Opinión /