Rafael Fenoy Rico •  Opinión •  21/03/2023

Caídos y asesinados en la guerra incivil

Centenares de miles murieron en combate. Centenares de miles murieron asesinados. Absolutamente todas ellas hubieran culminado su vida de forma natural sin un grupo de golpistas y capitalistas que los financiaban no hubieran provocado esa masacre. Alguien dirá, incluso han llegado a decir, que de no haberse “levantado” el puñado de Generales contra la República el escenario a futuro hubiera sido caótico. Evidentemente quienes así han apoyado este horrible acto contra la voluntad popular y la sangrienta confrontación lo hacen desde intereses bastardos y pura avaricia. Los pueblos resuelven en cada momento las graves situaciones a los que los abocan el ansia de poder de unos pocos y casi siempre las crisis políticas con políticas se resuelven. Pero en la España de 1936, recién elegido el Frente Popular en febrero ¿cómo se justifica el complot puesto en marcha? Y provocaron la guerra, los asesinatos, el exilio, el cautiverio y la cruel “paz” represiva contra inocentes.

Todas las víctimas del bando vencedor reposan en cementerios reconocidos y homenajeados por vencedores. Los muertos de los vencidos reposan en otros cementerios identificados por quienes aún podían, aunque luego perdieron o en fosas anónimas. De muchos de ellos aún no se han encontrado sus restos, muchos ni siquiera se sabe dónde buscarlos, y la verdad es que fueron asesinados. Decenas de miles murieron en cautiverio o en el exilio. Todas estas personas muertas nos convocan a reflexionar y sentir desde el sosiego y la paz, que la muerte conlleva a quien visita. Aunque, como dijo José Luís Sanpedro, al ser preguntado por la muerte: “Con esa señora nunca pienso encontrarme”. Y es otro hecho que cuando ella llega, ya no somos. Antes de su llegada aterra el sufrimiento que la rodea, salvo casos envidiables de dulce partida. De hecho, reconforta, aunque sea levemente, el saber que no hubo sufrimiento a las gentes que querían de verdad a la persona difunta.  En fecha reciente en el antiguo cementerio de Algeciras, el de toda la vida, se desarrolló un acto religioso, “en forma de responso, en memoria de los difuntos que a lo largo de los 175 años de historia de este Campo Santo reposan en él.” Una observación previa: Quienes tienen fe religiosa esta noticia les parecerá normal y adecuada y estas personas deben contar con el respeto de toda la ciudadanía. ¿Qué puede haber de negativo de un responso donde se le desea a las personas fallecidas que descansen en paz y que brille para ellas la luz perpetua? El tema que suscita este texto requiere algunas consideraciones por la redacción de la nota de prensa. La primera que en ese cementerio hay enterradas personas que profesaron diversas creencias religiosas o ninguna, y que la Iglesia Católica podría celebrar, con las familias de aquellos difuntos creyentes en esa religión, los actos que considere oportuno. No para la totalidad de las personas difuntas. Tampoco parece adecuada la presencia de quien ostenta la representación de todas las personas que residen en Algeciras. No puede representar a toda la ciudad porque quienes en ella viven tienen la libertad de creer o no en cualquiera de las religiones. El acto peca de “católico” (pretende abarcar al todo) porque no puede imponerse a todas las gentes una ideología determinada y además que el respeto a todas ellas debería hacer pensar al primer edil que representando a la totalidad no puede transferirla a una “fracción” del todo, como si toda Algeciras fuese católica. Se entiende que, después de siglos de connivencia del poder político con la Iglesia Católica, aun se mezclen estos asuntos. Pero llega el tiempo del respeto a todas las creencias de las personas, incluso las del primer edil que podrá manifestarlas como una persona más, sin el añadido del cargo que ostenta. La segunda: Aunque el edificio donde se celebró el acto data de 1885, dice la noticia que los restos más antiguos datarían de 1848, cuando se inauguró el primer cementerio de Algeciras, de ahí el 175 aniversario. No obstante, como la llegada de vecinas y vecinos, desde el exilio de Gibraltar data de 1704 y la ciudad se fue conformando desde 1750, es de suponer que algún resto mortal de años anteriores al 48 habría allí. Lo cierto que eso de 175 años aún no se sabe si es por el edificio o por los restos de las personas enterradas en el mismo. Sea como sea a lo largo de la historia de la ciudad ha habido varios cementerios (religioso, civil, de disidentes…) La tercera: En 2021 escribí un artículo titulado “In Memoriam. Caídos por…y por la patria” en él decía: “En todos los cementerios de España pasó algo similar a lo que aconteció en el Cementerio de Algeciras en 1944. Se destinó una parte al enterramiento de los “caídos por Dios y por España”, sólo una parte de quienes murieron  en la guerra provocada por el golpe militar fascista del “Generalísimo”, entre 1936 y 1939 con la leyenda “allí descansan nuestros héroes, protegidos por los amantes brazos de la cruz”. Así lo dispuso el dictador Franco para toda la España “nacional” y encargó, a un equipo especial, el control de todos los monumentos donde, a modo de lugares de exaltación del régimen fascista y siempre con la presencia de la Iglesia Católica, se perpetuaría la memoria de unos y el olvido de los otros. En la fachada de la Iglesia de la Palma, en la Plaza Alta, conserva una losa de Mármol blanco -aunque lleva muchos años mimetizada por la pintura blanca, de varios metros de altura, donde se podían leer antes de la transición, los nombres tallados y pintados en negro de un buen número de personas encabezando la relación “Caídos por Dios y por España”. Y si al general le faltó un segundo para ir homenajeando a las personas muertas en el bando “nacional” ¿Por qué este balbuceo democrático en transición ha tardado más de 40 años en concretar la ley de la memoria histórica? Quienes dentro de algún tiempo tengan que escribir la historia de este periodo tendrán complicado responder a esta pregunta.Llama la atención como recoge la noticia de la celebración de este 175 aniversario un medio local que dice: “También allí reposan los republicanos represaliados durante los años que siguieron al golpe de Estado de 1936, a pesar de que en la ciudad no hubo guerra, salvo algunas escaramuzas durante los días que siguieron al alzamiento de Franco contra el Gobierno legítimo de la Segunda República.” ¿Se sigue escondiendo la verdad? ¿Escaramuzas? Las personas, vecinas de Algeciras, que se opusieron al golpe militar o incluso sin darle tiempo a ello porque fueron detenidas previamente, siendo fieles al gobierno legítimamente salido de la voluntad popular en febrero de 1936, fueron ASESINADAS. ¡Escaramuzas! Y el golpe de los fascistas encabezados por el General Mola y un puñado de generales golpistas, entre ellos Franco, no fue nunca un “ALZAMIENTO”. Escaramuzas, Alzamiento. Palabras envenenadas ideológicamente durante 39 años de dictadura que han calado en el inconsciente colectivo. Va siendo hora que al pan se le llame pan y al vino, vino. Caer, cayeron todos, los de un bando y el otro. Quienes iniciaron el Golpe de Estado son los responsables de la Guerra, que no fue civil, sino asesina e incivil, ya que en cada pueblo ocupado por los golpistas se perpetraron asesinatos y vejaciones de la población civil, venganzas salvajes contra defensores del orden constitucional republicano. No es tiempo de revancha, pero sí de justicia y restitución. La ley fue quebrantada y ¿todos los golpistas deberían haber sido juzgados, como en las dictaduras de Argentina, Chile…? ¿Para cuando serán juzgados el conjunto de golpistas? No sólo militares, sino también civiles que apoyaron económicamente el golpe de Estado, por ejemplo, Juan March (Banca March…)  o quienes los fundamentaron ideológicamente como por ejemplo José María Pemán (presidente de la comisión depuradora de funcionarios docentes…) Y así, un largo etcétera de personas que deben quedar en los anales de la historia puestos en su sitio. Quienes vivieron el horror no desean ni siquiera evocarlo e incluso afean el que ahora se desentierre el pasado. Pero esas personas de avanzada edad deben reconocer que todas las generaciones venideras deben saber quiénes fueron y los malvados hechos que promovieron. Porque, como bien se dice: “El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”. ¡Nunca más! Y para ello la sociedad libre debe defenderse, ahora y para siempre de las dictaduras.


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