Sin justicia social no hay justicia. La justicia social es terrorismo según la ultraderecha
No podemos entendernos con gente que dice que la justicia social es terrorismo, que la libertad de mercado es la libertad para explotar a la clase trabajadora. No podemos entendernos con Milei, Abascal, Ayuso, Trump y sus seguidores.
Donde esté Donald Trump, Benjamin Netanyahu, la ultraderecha, el fascismo y el sionismo no es nunca el lugar donde deben estar los trabajadores, es como si las ovejas votan por el matarife para que defienda sus intereses, algo tan estúpido como suicida.
No podemos hablar con quienes solo saben gritar consignas de odio e ignorancia como «España es cristiana y no musulmana», «Heilt Hitler», o «Viva Franco». Porque para poder argumentar debes de tener como interlocutor a alguien capaz de escuchar, de pensar, de argumentar, todo lo contrario a un fascista.
Los migrantes no son el problema, el verdadero enemigo de la sociedad, de la convivencia, de la justicia, son los explotadores, son los racistas, son los clasistas, son los que siembran odio y miedo.
Cuando se defiende la privatización de todo y se ataca al sector público es siempre porque existen intereses económicos, lo privado solo busca beneficio, lo público debe de ser un servicio a la sociedad.
Si cualquiera de nosotros tuviese que pagar la sanidad, el tratamiento de un cáncer o de otras enfermedades crónicas o mortales, serían la sentencia de muerte para cualquier miembro de nuestra familia, para nosotros mismos, para un mayoría aplastante.
La necesidad de defender a ultranza el Estado de bienestar quedó demostrada en las crisis, la pandemia puso sobre la mesa el peligro que conlleva la degradación de la sanidad pública y la privatización que la derecha neoliberal y de los empresarios sin escrúpulos quieren para acabar de convertir nuestras vidas en un simple y vulgar negocio.
Como sociedad necesitamos comenzar a reforzar los pilares de nuestro Estado del bienestar. Una de las lecciones que tenemos que aprender de la pandemia, es la necesidad demostrada de recuperar los sectores estratégicos para lo público, porque para quienes no tienen escrúpulos todo es un negocio, desde las mascarillas, hasta los respiradores, las vacunas, o nuestras vidas.
Necesitamos una sanidad pública, universal, gratuita y de calidad, y lo mismo pasa con el sistema educativo. La justicia social es horizontal y nos iguala a todos, pero también es un escudo que nos protege a todos.
El sector privado ha demostrado ser incapacidad de enfrentar las crisis globales, las pandemias son un ejemplo práctico, como lo son las crisis económicas o los desastres naturales, de que solo desde el Estado y el sector público la sociedad puede defenderse.
También es un ejemplo de que el Estado debe regular el mercado para evitar abusos y nacionalizar los secretos estratégicos, para que estos estén en todo momento al servicio de la ciudadanía y lo de las oligarquías, del negocio de las minorías.
