Puño en Alto •  Opinión •  20/09/2022

Romero de flor marchita

Una lacrimógena carta de despedida, llena de consabidos tópicos y de lugares comunes y de no pocas mentiras y de cobardía, ha servido para que el diputado andaluz de Cs, miembro de la Diputación Permanente del Parlamento anunciara que abandona Cs.

Manifiesta que han sido personas normales haciendo cosas extraordinarias, lugar común de mediocres cuya actividad no ha salido de la mediocridad. De mediocres es pastelear con la extrema derecha blanqueándola para después despotricar de ella, por un mero cálculo electoral de subsistencia.

Quien ha entrado en política de la mano del Chico de los Recados, tiene que ser más cauto a la hora de calificarse asimismo de tener principios incorruptibles y de un abnegado servicio a los demás. Siendo paisano del líder autonómico de Cs y yendo de la mano de él, tarde muy tarde se ha dado cuenta de la calaña embaucadora del mismo. Debe ser el único sanluqueño que no conoce al Chico de los Recados y su capacidad para mentir para vivir del cuento. Ejercicio propio de cobarde es no haberse atrevido a nombrado en su epístola abandonaria, si cree, como así manifiesta, que es la pieza clave del derrumbe de su formación política en Andalucía. Si no sabía como era el susodicho, también le desacredita. En política, como en muchos órdenes de la vida hay que saber con quién uno se rodea.

Calificar como inigualable a quien puso su interés personal y su ego por encima del interés de su formación política, que fue la principal pieza de la debacle de la misma, no solo contradice todo lo que tan lacrimógenamente pretende expresar, sino que da la verdadera talla de quien quiso y no le dejaron.

Vanagloriarse del capital humano, el de Cs, es una desmesura, ya que, en gran medida ese capital humano ha puesto pie en polvorosa huyendo del desastre buscando cobijo en otro partido. Sin duda, un capital humano digno de consideración y valoración, pero nunca en el sentido que tan grandilocuentemte pretende expresar.

Quizás, la única verdad dicha es reconocer la suerte suya. Esto es, alguien con tan poco, al igual que el tonto útil, consiguió llegar tan lejos. Buena suerte que torna en mala, para aquellos que fueron engañados.

A buenas horas se da cuenta que este es el camino, sin embargo, de forma indigna reconociendo que no era el camino lo ha transitado hasta el final y es que renunciar de manera anticipada a un salario público no está en el ADN de esos neoliberales incorruptibles y abnegados servidores a los demás.

No se sabe si el abandono de Cs conlleva un abandono de la política. En cualquier caso, alguien de su círculo cercano de confianza debería decirle con clemencia que él no abandona la política por mucho que se esfuerce que así parezca, es la política quien le abandona a él. Dura realidad que no termina por asumir.

Sergio, anodino romero de flor marchita, nadie te echará de menos en política , ni siquiera en esa casa en ruinas que ahora abandonas.