Puño en Alto •  Opinión •  20/02/2022

Elecciones en CyL

Después de conocerse los resultados de las elecciones en CyL, todos los analistas políticos se emplean concienzudamente para hacer las valoraciones de los mismos.

El adelanto de las elecciones buscando un efecto Ayuso no ha tenido lugar. A pesar de la desaparición de Cs, el PP consolida su estancamiento en beneficio de una extrema derecha sin complejo, a la que las barrabasadas neofascistas y xenófobas que digan sus candidatos no les pasan factura electoral, limitándose  a poner el cazo sin más.

La consolidación de unas y la irrupción con fuerza de otras, el fenómeno de las formaciones políticas localistas ha llegado para quedarse del que los partidos tradicionales deben tomar buena nota. Los ciudadanos han encontrado en ellos la fórmula más directa para canalizar sus reivindicaciones.

La izquierda, más allá de limitarse a lamer las heridas con asunción o no de responsabilidades, debe hacer una muy seria reflexión. Si las elecciones en CyL se batió mayoritaria en clave nacional porque así creyeron unos y otros que les beneficiaban políticamente, cómo es posible que no supieran poner en valor electoralmente los logros sociales conseguidos desde el Gobierno de la nación. ¿Cómo es posible que a la derecha y extrema derecha, que se han opuesto sistemáticamente a las subidas del SMI y a la Reforma Laboral, no le hayan pasado factura?

En el caso que nos ocupa, el número de perjudicados y afectados por las decisiones del gobierno autonómico como Madrid o la propia CyL es considerable. La privatización y la reducción sistemática de recursos en educación, sanidad, justicia, seguridad, etc., acaban por causar el deterioro progresivo de los servicios públicos y su mal funcionamiento. Sin embargo, no se traduce en un castigo o en una considerable merma en sus resultados electorales.

Recientemente en un acto electoral, la Vicepresidenta y Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, decía que no entendía que la gente votara contra sus propios intereses, pero no fue más allá en su reflexión. Pues ese es el meollo y no otro de la cuestión. No vale quedarse con la identificación del problema, hay que buscar salidas a esta paradoja política y electoral. Hay que reflexionar sobre cuál es la motivación profunda que hace que se vote a unos partidos cuyos planteamientos y decisiones van en contra de los intereses propios.

Los resultados en Madrid y CyL son desasosegantes para la izquierda. Este desasosiego proviene del enfrentamiento entre lo pragmático y lo ideal. Por eso, la derecha en la política se centra en las emociones, porque sabe que si apela a la cabeza no obtendría sus resultados, encontrará lo previsible, esto es una reacción adversa. Sabe que si hace un llamamiento a las vísceras encontrará una reacción que no cuestiona sus políticas. El PP en parte y, sobre todo, la extrema derecha en sus planteamientos están apelando no a la ideología sino a los sentimientos y de ahí los resultados. Esa es también la base del éxito electoral de los partidos localistas porque apelan al terruño como defensa de su intereses.

La izquierda, sin abandonar su esencia ideológica y renovadora, abandonando su secular cainismo, debe reflexionar sobre esto y emplearse en la búsqueda el antídoto, de lo contrario más resultados paradójicos como en Madrid y CyL se seguirán dando.

 

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