Dynamiskra •  Opinión •  20/01/2021

La postproducción derriba a Trump: Defund del valor trabajo en los Estados Unidos y desalojo capitoliano

Trump rompió totalmente con la lógica económica del imperialismo global, basada en aumentar el aparataje tentacular de conflicto para obtener producto mundial de expolio, y en aumentar esa inversión-expolio para poder así sufragar el conflicto y la intervención en el Mundo. Ese pozo sin fondo, circular y retroalimentado ruinoso, ha sido revertido por un Donald re-localizador de las inversiones ya no en el imperio, sino en suelo nacional USA. El complejo militar-industrial globalista, a un tiempo inversionista y desinversor, no podía consentirlo. Tras años de campaña voraz estigmatizadora, finalmente lo desalojaron; a él, y al pueblo trabajador estadounidense sin importar supuestos “grupos raciales” (discurso divisionista que ellos invocaron incansablemente, y no Trump ni sus medidas de apoyo a repatriar el Trabajo).

Trump postuló que el valor total de las importaciones, y para acabar con el hambreante déficit comercial, debía tender a igualar al valor de la producción bruta INTERIOR, ¡y de manera que las fuerzas productivas fueran relocalizadas hacia el interior de los Estados Unidos! Great News para las ciudades zombificadas como Detroit, para el misérrimo Cinturón de Óxido, y para los trabajadores de la DEEP AMERICA; despectivamente así llamada por los liberals, los leftists y los contingentes desarraigados a subvención de centenares de miles de tentáculos. Emanantes, los últimos, de la academy cómico-farandulera con aires de Broadway y epicentro en Wall Street.

Así pues, y en consonancia al proyecto de Donald Trump, había que rearmar la producción nacional para armarse de una base material (en concepto de producto nacional) con la que obligar a otras relaciones internacionales. No había ya que seguir compitiendo contra China, pero tampoco abrirse de piernas hacia su globalidad mercantil; sino sencillamente intercambiar Valores de tú a tú y mandar a parar la chinización de los salarios de la clase trabajadora occidental so tramposa excusa de una relativa chinización de los precios de algunas mercancías en las ciudades.

Esto significaba, por lo mismo, rebasar el statu quo dictado por la dictadura del Valor en un mercado internacional troquelado por y para China. Significaba derivar hacia un nuevo tipo de «coexistencia pacífica» donde se diera un quid pro quo entre productores nacionales, en lugar de la Ley del Embudo dictada por la buro-burguesía pequinesa contra el sujeto del trabajo, traicionado y arrojado a las cunetas del pos-salario por todas las izmierdas, sindicaleros vende-obreros y élites de «Occidente».

Este giro solamente podía consumarse pasando de las macro-estructuras supranacionales (OIT, OMC…) en manos de la gran burguesía liberal-izquierdista estadounidense importadora, y portavoza del Proyecto de Defund, Reseteo, Crecimiento ZERO, Decrecimiento y, en fin, HAMBRE Y MISERIA para mayor gloria del gran Capital-Estado chino. Y, así pues, a mayor gloria de los inversores «occidentales» en las ZEE chinas, empezando por esa burguesía bursátil neoyorkina y sus parásitos artísticos a sueldo de la Costa Oeste Pacífico.

Tan buenas noticias eran ésas, y tales los logros para los trabajadores, que una mayoría de Asian, chicanos, Caribbean Anglosaxon, Spanish…, se inclinaba electoralmente por Trump. Incluso hacía lo propio un sector nada despreciable, y creciente, entre los afroamericanos. Ello, muy a pesar del esclavismo concertado por el sistema de politeia tanto demócrata como republicano, que ha ido desmantelando toda perspectiva laboral proletaria para los negros, mientras los ataba a las Asistentas Sociales y a sus ideologías feminoides, con lotes de rollos de papel higiénico, de estufas a Diesel y de latas de conserva a cambio de fidelidad electoral izmierdista demócrata… ¡por los siglos de los siglos!

Si al final el gran Capital financiero e inversionista ha podido dar la vuelta a las votaciones, ha sido mediante una gigantesca campaña de atribución del “sanbenito” de «racismo», y, así pues, de coacción moral-emocional pesando sobre las cabezas de los votantes potenciales de Donald. Porque lo cierto es que, como trabajadores, a la mayoría interesaba el proyecto Donald más allá de las identificaciones, pertenencias u orígenes socio-culturales respectivos.

Las élites globales radicadas en las Costas USA no podían permitir tal cambio en ciernes, por suponerles el fin de sus negocios inversionistas con China, además de dar una perspectiva de salario creciente a los trabajadores estadounidenses. Y, con ello, librarles de la Agenda Demócrata en pro de la subsidiariedad para ligar la sociedad al Estado en una relación de dependencia hasta niveles supervivenciales latos.

Vean también los mensajes e histerias por parte de “nuestras” aterrorizadas élites “nacionales”, quienes han hecho, del clamar por “el cambio”, “el progreso”, “el fin de la opresión” y “la justícia” su lema-aseguradora de vida de clase. Se han comportado en el asunto, y a través de sus medios de masas y ruedas de prensa, exactamente como lo que son:

Coadyuvantes al socorro de los cimientos de la mansión del Amo, no fuera que cambiara algo en mitad de este bizarro failure sistémico de 4 años por cuya grieta se coló alguien (con todas sus miserias, dicho sea de paso).

Nuestros” liberales, progresistas e izquierdosos:

Los perfectos (ultra)conservadores loando la solución asesina de los poderes fácticos, y compitiendo por quien exhala el mejor suspiro de alivio ante las cámaras retransmisoras del “todo bien atado de nuevo”. Convertidos en perfiles virtuales insertos por sus superiores en la matriz de esas redes sociales de sus propios superiores supra.


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