Frente al agresivo ocaso, construir un polo hispano
“Eres los Estados Unidos, eres el futuro invasor de la América ingenua que tiene sangre indígena, que aún reza a Jesucristo y aún habla en español. (…) Tened cuidado. ¡Vive la América española! Hay mil cachorros sueltos del León Español.” Rubén Darío.
Aunque la desalmada agresividad de la actual presidencia de Estados Unidos (EEUU), la única superpotencia realmente existente, oculta su profundo deslizamiento hacia su ocaso, los pueblos del mundo no debemos perder la perspectiva. Sus agresiones por todo el planeta, incluyendo a su propio pueblo, son paletadas que ahondan su propia tumba.
EEUU ha asesinado a unas 80 personas en 20 ataques a supuestas narcolanchas en el Caribe y el Pacífico desde el 2 de septiembre. Ha concentrado 15.000 soldados, un portaaviones (100.000 toneladas de guerra), fragatas y destructores, porque Trump ha decidido que Maduro “tiene los días contados”. Su sangriento objetivo es desestabilizar y derribar gobiernos iberoamericanos que no aceptan su dominio.
Apostemos por la unidad iberoamericana
Identificar la defensa del mundo hispano como algo “propio de la derecha” -predominante en la izquierda- no puede ser más erróneo y alejado de la realidad. La unidad actual del mundo hispano no la ha impuesto ningún centro de poder, la han forjado los países y pueblos en su lucha común contra el dominio estadounidense. Y lo mejor del mundo hispano -de su cultura, de sus tradiciones populares, culturales, de lucha y de sus valores- se corresponde con lo más avanzado y progresista de la humanidad.
Por eso, la identidad y la unidad de los pueblos hispánicos se hallan reconocidas por las grandes potencias imperialistas como una fuerza a la que es necesario controlar y anular. Porque el poder del mundo hispano no lo han construido las rancias clases dominantes a ambos lados del Atlántico sino los pueblos.
Un emergente polo hispano mundial
¿Por qué no dedicar toda esa valiosa riqueza al servicio de la transformación social? Y España -como una más, de igual a igual con el resto del mundo hispano- tendría otro presente y otro futuro. Es cuestión de voluntad política. Es una tarea primordial para todos nosotros y para cualquier verdadero revolucionario del mundo.
La enjundia del proyecto -el mundo hispano como un polo emergente en el planeta, impulsado por sus pueblos y fuerzas progresistas, en el turbulento periodo histórico que vivimos con un agresivo imperio en su ocaso y la aparición de potencias emergentes- necesita la construcción de la más sólida unidad para desarrollar su fuerza revolucionaria.
Porque somos mestizos pueblos poderosos
¿Por qué ignorar hoy en día el poder del mundo hispano en su rabiosa actualidad y fortaleza? Somos una potencia demográfica y económica. Somos la cuarta potencia mundial, por detrás de EEUU, China y la Unión Europea, y por delante de Japón y Alemania.
El mundo hispano en su conjunto -incluyendo más allá de la lengua por derecho propio un gigante como Brasil- inesperadamente posee los mimbres, las bases materiales fundamentales, para ser uno de los grandes actores globales. Su territorio -que se extiende a ambos lados del Atlántico, y abarca todo el continente americano, excepto EEUU y Canadá- es ya una condición importante para tener un papel global.
Tenemos una lengua global que no es solo un vehículo de comunicación, es también influencia y poder, el llamado “poder blando”. Solo un pequeño puñado de lenguas pueden considerarse (por número de hablantes, extensión territorial y presencia en los grandes medios) como “lenguas globales”. El español es sin duda una de ellas.
Y el poder de atracción de la cultura hispana. En uno de los últimos congresos de hispanistas, se destacaba que “la tradición española constituye uno de los puntos culminantes de la historia cultural de la humanidad, que sirve hasta hoy de modelo y de ejemplo de coexistencia de grupos humanos con culturas y religiones distintas”.
Más Iberoamérica, menos Europa
La Europa francoalemana nos metió en la Unión Europea destruyendo nuestra industria y nuestra agricultura con el objetivo de dominarnos y convertirnos en la “Florida europea”. Pero esa misma Europa -sus clases dominantes- es ahora un polo descendente, y está pillada entre su sumisión al imperio estadounidense en su ocaso y el pujante crecimiento de nuevos polos emergentes -unos, como China, en una pacífica competencia económica y beneficio mutuo, otro, como Rusia, con invasión militar y chantaje energético-, pero España y Portugal tenemos la inmensa puerta abierta iberoamericana.
Así como en EEUU se exterminó a los pueblos indígenas, lo que se planificó conscientemente y se ejecutó de forma fría, porque para desarrollar el capitalismo en América del Norte había que liquidar físicamente a los indios. Así nació EEUU, exterminando indígenas y robando a México más de la mitad de su territorio.
Sin embargo, España y Portugal unidos a Iberoamérica podemos emproar el mundo hispano -emproar es un verbo en catalán, gallego y portugués que en castellano es aproar, poner proa- y convertirlo en un polo emergente en la complicada transición mundial. Porque somos mestizos, y este histórico hecho ibérico define al creciente mundo hispano frente al menguante mundo anglosajón.
