Carlos de Urabá •  Opinión •  18/03/2021

Yo maté al general Rodríguez Galindo

Yo maté al general Rodríguez Galindo

El pasado día 13 de febrero falleció el general Rodríguez Galindo -habiendo recibido los Santos Sacramentos y bajo el Manto de la virgen del Pilar- a consecuencia del coronavirus en la UCI del hospital General de la Defensa de Zaragoza.  No sufrió en lo más mínimo pues a pesar de estar conectado con un respirador artificial se le proporcionaron altas dosis de morfina  para evitar una dolorosa agonía. Y  justo cuando acababa de cumplir 82 años, por coincidencia la misma edad del Generalísimo Franco. Ambos murieron en la cama escapando al juicio popular que inevitablemente los hubiera  condenado al cadalso. Ahora  ambos ya gozan de la dicha eterna al lado del Todopoderoso. Rodríguez Galindo llegó a ser el general de la Guardia Civil  más laureado de la democracia y en su pechera lucía varias docenas de medallas por sus “actos heroicos al servicio a España”. Junto al Caudillo Francisco Franco son considerados por sus incondicionales grandes patriarcas de la ultraderecha y símbolos eternos de la España Una, Grande y Libre. La enorme paradoja es que haya muerto un 13 de febrero,  por coincidencia  el día contra la tortura en Euskal Herria que se conmemora en honor Joxe Arregi, militante de ETA militar, quien según relatan sus compañeros de celda ese luctuoso 13 de febrero de 1981 pronunció el legendario  “Oso Latza izan da” (ha sido muy duro) poco antes de morir tras las torturas infringidas por los matarifes en la Dirección General de Seguridad en Madrid. .

Los militares estaban muy decepcionados con la clase política postfranquista pues habían  traicionado los principios fundamentales del movimiento: empezando por la legalización del Partido Comunista y la aprobación del nuevo modelo de estado de las autonomías establecido por los artículos 143 y 151 de la Constitución del 78 y que atacaba la sagrada unidad de España. Y encima para empeorar las cosas se multiplicaba imparable la campaña de atentados lanzada por ETA.  El descontento entre los militares era más que latente pues la “democracia” les había quitado su protagonismo y sus privilegios. Esta  fue una de las causas tanto del golpe del 23F como también de la fundación de los GAL.   En el año 1983 el director de CESID Manglano le ordenó al coronel Perote que redactara el acta fundacional de los GAL y, además, que diseñara un emblema impactante -que se materializaría en el hacha cortando la cabeza de la serpiente-

La “hidra vasca” contaba con un poderosísimo aparato de propaganda: prensa, radio y televisión para llevar a cabo sus maquiavélicos planes. Los vascos se creen una raza superior diferentes al resto de los españoles y ese hecho diferencial le daba alas al independentismo para conspirar contra la corona borbónica que es garantía de las unidad y estabilidad del reino de España.  Tenían que tomarse severas medidas represivas e ilegalizar o clausurar las asociaciones, editoriales, radios, periódicos, Herriko Tabernas, partidos políticos nacionalistas que patrocinaban o apoyaban a ETA. Siguiendo el esquema franquista de “anular las culturas y las lenguas no castellanas”.

Era necesario aplicar los métodos más crueles de guerra sucia  para neutralizar la violenta ofensiva lanzada por el aparato militar de ETA con bombas, atentados, extorsiones, el impuesto revolucionario  y los secuestros.  Como lo dijo en su momento Felipe González “Había que utilizar las mismas armas y métodos de los terroristas”  “El miedo tiene que cambiar de bando. La libertad de España está en juego”

Y el comandante Rodríguez Galindo  había sido elegido por Dios para la gloriosa misión de pacificar las Vascongadas (termino despectivo franquista para denominar Euskal Herria) del mismo modo que cuando en 1815 Fernando VII envió Pablo Morillo a pacificar las colonias rebeldes de América. “La Benemérita  asumió el reto de someter  a sangre y fuego la colonia Vascongada al grito de ¡Santiago y cierra España!

El día 15 de octubre de 1983 fueron secuestrados en Baiona, País Vasco Francés, por agentes encubiertos de la Guardia Civil, los miembros del comando Gorki de ETA  Lasa y Zabala. Inmediatamente se les condujo al otro lado de la muga o frontera para confinarlos en la 513 comandancia de la Guardia Civil de Intxaurrondo, el centro neurálgico de la lucha contra ETA,  y donde “esas ponzoñosas alimañas inoculaban a sus víctimas el maléfico veneno rojigualda” -.Jon Idígoras destacado líder de HB. En vista de su “alta peligrosidad” se les aplicó la Ley Antiterrorista que daba margen para incomunicarlos 10 días. Luego de ficharlos y darles la “bienvenida” a base de garrotazos y patadas fueron transferidos a los sótanos del Palacio de la Cumbre, la residencia oficial del gobernador Civil de Gipuzkoa, el dirigente socialista Julen Elgorriaga, en el que discretamente se había instalado un centro clandestino de detención y de tortura.

El responsable de la 513 comandancia era el comandante de la Guardia Civil Rodríguez Galindo quien de inmediato comunica  al Ministerio del Interior en Madrid la detención de dos “valiosos etarras” que los podrían llevar hasta la cúpula de ETA. Era tal la sed de venganza que estas hienas rabiosas los someten a las más aberrantes torturas. Porque la clave era ablandar a los detenidos para que “canten”, según la jerga de los verdugos, delaten a sus cómplices y confiesen donde estaban los pisos francos o los zulos de armamento. Pero se dejaron llevar por la “furia española”  y les propinaron tan inclemente castigo que los dejaron completamente masacrados ¿Cómo presentarlos así ante un juez? ¿cómo reaccionaría la opinión pública? Definitivamente no les quedaba otra opción que deshacerse de ellos. Entonces sus superiores jerárquicos les dieron luz verde para desaparecerlos. Y así que se los llevaron a Alicante, a la otra punta de España,  donde en la finca “la Vitora” – perteneciente al municipio de Busot- los sicarios Enrique Dorado y Felipe Bayo obligaron a Lasa y Zabala a cavar su propia tumba para posteriormente ejecutarlos con sendos tiros en la nuca. Y para borrar cualquier huella de su existencia sobre la faz de la tierra los  enterraron en cal viva. Después de culminar su “patriótica tarea”  los agentes se marcharon a una whiskería a celebrar tan “heroica hazaña”.  -Juerga pagada, por supuesto, vía fondos reservados-   

Pero en nada nos debe sorprender este pavoroso asesinato pues dos años antes se produjo el famoso “Caso Almería”. Tres jóvenes que viajaban en un coche desde Cantabria hasta la localidad almeriense de Pechina para asistir a una fiesta fueron confundidos por la Guardia Civil con un comando de ETA que habían cometido un atentado en Madrid.  contra el teniente general Joaquín de Valenzuela. Los detuvieron en la playa de Roquetas de Mar donde se los llevaron a un Cuartel abandonado para someterlos a espantosas torturas. sin ni siquiera comprobar sus identidades. Y es que no se podía ser condescendiente  con los enemigos de España y en medio de un orgiástico  aquelarre los liquidaron a balazos. “Todo por la Patria” seguro que esperaban ser condecorados con la Orden del Mérito. Y para lavarse las manos  el Teniente Coronel de la Guardia Civil Carlos Castillo Quero preparó un burdo montaje en el que supuestamente cuando los “terroristas” estaban siendo trasladados a Madrid se hicieron fuertes  en su propio coche que tuvo que ser ametrallado para neutralizar su fuga.  Sus cuerpos aparecieron carbonizados y cosidos a balazos. No quedaba otra alternativa que eliminar  a los presuntos “etarras” (trabajadores metalúrgicos) pues la presentación con vida después de tan atroces torturas hubiera supuesto un duro golpe para la recién estrenada democracia. Finalmente, solo tres de los once guardias civiles de la comandancia de Almería que participaron en este “homicidio” (así lo denominaron los fiscales) fueron condenados a penas de 24 y 14 y 12 años de prisión. Una sentencia que indignó a la ciudadanía y a sus familiares.  Gracias a su buen comportamiento se beneficiaron con indultos y rebajas en sus condenas decretadas por el gobierno de Calvo Sotelo y luego por el gobierno del socialista de Felipe González. Un caso emblemático de terrorismo de estado del que los asesinos salieron impunes.

Ninguno de los Guardias Civiles implicados en este bárbaro crimen presentó el más mínimo arrepentimiento. Al contrario, al recibir la sentencia -igual que Rodríguez Galindo- se  reafirmaron en su inocencia. Para que no se “fueran de la lengua”  cobraron el retiro correspondiente con el dinero de los fondos reservados del Ministerio del Interior. España no podía dejar huérfanos a sus “hijos pródigos. El “caso Almería” no se ha reconocido por las altas instancias como un acto de terrorismo.  

El 26 de noviembre de 1985 en el curso de una operación antiterrorista en San Sebastián fueron detenidos varios jóvenes sospechosos de pertenecer a ETA.  Los agentes de la benemérita los trasladaron hasta al cuartel de Intxaurrondo para someterlos a un “interrogatorio de rutina”. Entre ellos se encontraba Mikel Zabaltza que al negarse a colaborar fue sometido a horripilantes torturas que le provocaron la muerte.  La Guardia Civil declaró que cuando el occiso los acompañaba a identificar un zulo de armamento de ETA, de repente se lanzó esposado al río Bidasoa en un intento por escaparse. Nada pudieron hacer por rescatarlo pues se sumergió en las caudalosas aguas sin dejar rastro. Unas semanas después misteriosamente su cadáver apareció en el mismo río dando pie a mil y una conjeturas. Las asociaciones de derechos humanos señalaron como culpables del crimen a los agentes de Intxaurrondo bajo las órdenes del comandante Rodríguez Galindo. “Se les ha ido la mano pues la bolsa de plástico que le pusieron en la cabeza para asfixiarlo le provocó una parada cardíaca”  Así consta  en un audio que se logró recuperar 35 años después y en el que el capitán de la Guardia Civil Gómez Nieto le cuenta al director del CESID Perote lo sucedido el día del interrogatorio. Nunca nadie fue condenado por este alevoso crimen.

Nadie podía llevarle la contraria al general Rodríguez Galindo, ni siquiera el propio Ministro de Interior. Él se jactaba en público de sus hazañas “ yo y  mis hombres éramos la primera línea de defensa de España y nos jugábamos la vida porque la patria estaba en peligro” Psiquiátricamente lo podíamos diagnosticar de un psicópata,  síndrome que padecen innumerables integrantes de la benemérita pero que tras la revisión médica para ingresar en el cuerpo son calificados de: “personas mentalmente sanas y equilibradas”

El expresidente de Gobierno Felipe González declaró en una entrevista  que “el comando de la lucha antiterrorista con sede en Intxaurrondo  ayudó a implantar la plena democracia en España”. En Madrid los responsables del Ministerio del Interior hablaban de “una campaña de desratización. A las bestias hay que encerrarlas tras los barrotes más gruesos” No cabía otra posibilidad que domar a esas “fieras etarras”,  e inculcarles el amor por España y  que acepten ser los más leales súbditos del Rey Juan Carlos I .  

Ante la escasa colaboración del gobierno francés para perseguir a los cabecillas de ETA  sin contemplaciones había que sembrar el terror entre las filas del movimiento separatista  y obligarlos a negociar.

El “generalísimo de Intxaurrondo” inspiraba miedo y los políticos miraban para otro lado, callaban cómplices; y como se creía intocable legitimado por el Decreto Ley Sobre Seguridad Ciudadana de 1979  o Ley Antiterrorista aprobada en la Constitución Española de 1978. Nadie lo denunció  pues desde el propio Ministerio del Interior  del Reino de España  le otorgaron licencia para matar.  En su prontuario se destaca en el periodo que va de 1980 a 1995 -en conjunto con la Policía Nacional- la desarticulación de 278 comandos y la detención 1550 presuntos terroristas vinculados con ETA ( de los que 437 se atribuyen a los agentes del cuartel de Intxaurrondo)  El llamado “GAL verde” es culpable de 27 ejecuciones extrajudiciales. En el País Vasco en cinco décadas y,  aunque lo nieguen las autoridades gubernamentales,  se ha torturado sistemáticamente a unas 4113 personas  en las comisarías de Policía, Guardia Civil y la Ertzaintza.

En 1984 se inician unos diálogos secretos entre el Gobierno español y ETA. En uno de los encuentros exploratorios se reúne  el comandante de la Guardia Civil  Rodríguez Galindo (¡mediador por la paz!) y el máximo dirigente de ETA Domingo Iturbe Abasolo “Txomin”. Pero al final no prosperaron. Tras la detención en abril del 86 de Txomin en Iparralde las autoridades francesas lo deportaron primero a Gabón y luego a Argelia. ETA afectada por los golpes policiales envía una señal a través del PNV de que está dispuesta a negociar.   Y así se producen unos históricos contactos en Argel que pretendían poner fin al llamado “conflicto vasco” con la convocatoria de un referéndum de autodeterminación. Pero lamentablemente Txomin muere en un accidente automovilístico en Argel y a partir de ese momento la dirigencia de ETA la asume la facción Artapalo más intransigente y combativa. Vera y Alfonso Guerra viajaron a Argel para reclamarle a las autoridades de ese país que los “terroristas” de ETA se entrenaban en sus campamentos militares.

El general Rodríguez Galindo había obtenido las mejores notas en los cursos de inteligencia y espionaje en la Brigada Político Social y luego en la Academia General Militar de Zaragoza se especializó en los manuales de tortura de la Gestapo. Este “noble picoleto” de rostro pétreo y mirada de inquisidor participaba personalmente  en los interrogatorios de los detenidos. Como buen aficionado a los toros sacaba a relucir su alto grado de sadismo pues le encantaba ver sufrir a sus víctimas. Algo que le producía un inmenso placer. Solo sonreía cuando torturaba. Si el torero hunde el estoque en el morrillo del morlaco y comienza a correr la sangre a borbotones en el albero  eufórico el “respetable” aplaude la antológica faena. Y él aplaudía pues “la tortura es trágica, pero salva vidas” Esas bellas artes de la fiesta nacional las aplicaban en los detenidos sin ninguna compasión. Que confiesen sus delitos los terroristas en la bañera, la picana eléctrica, el quirófano, la colgadura, la asfixia, los electrodos,  y si se terciaba vejaciones sexuales o simulacros de ejecución. -¿dónde están los compañeros del comando? ¿las armas? ¿las bombas? ¿los pisos francos? ¡canta alimaña que si no te vamos a machacar! Rodríguez Galindo como buen profesor aconsejaba a sus alumnos: “La capucha debe ser transparente para que él vea la vida y la sensación esa de muerte que está cogiendo” Si cumplían cabalmente con la tarea encomendada recibían una serie de estímulos económicos, ascensos y condecoraciones. Por cada etarra detenido cobraban unos jugosos sobresueldos, y si lograban desarticular algún comando, aparte de la paga extra, se les premiaba con días de asueto que aprovechaban para vacacionar en la Costa del Sol o en Canarias.

El 12 de octubre de 1984, coincidiendo con el día del Pilar,  la patrona de la Guardia Civil, fueron condecorados y ascendidos el Comandante Rodríguez Galindo y una veintena de agentes implicados en la guerra sucia -entre los que se encontraban Dorado, Villalobos,  Felipe Bayo y el capitán y jefe del servicio de información Ángel Baquero -un real decreto aprobado por el gobierno español y firmado por su majestad Juan Carlos I- premiaba su sacrificio y valentía para enfrentar al enemigo número uno del Reino de España.

No por casualidad el juramento ante la bandera rojigualda al ser nombrados Guardias Civiles es el siguiente: “¡Guardias Civiles!, ¿Juráis por vuestra conciencia y honor cumplir fielmente vuestras obligaciones, guardar y hacer guardar la constitución como norma fundamental del Estado (Reino), obedecer y respetar al rey y vuestros jefes y no abandonarlos nunca y, si es preciso fuere, entregar vuestra vida en defensa de España” ¡Si lo hacemos! Si cumplís vuestro juramento o promesa, España os lo agradecerá y premiará, y si no, os lo demandará” Guardias Civiles ¡Viva España! y ¡Viva el Rey!

Como si fuera un pavo real el coronel Rodríguez Galindo lucía en la pechera de su uniforme de gala  3 medallas, la más alta distinción la orden del Mérito de la Guardia Civil de Oro, 16 cruces y una estrella de general de brigada que increíblemente le fue concedida mientras enfrentaba su proceso judicial por el secuestro, tortura y asesinato de Lasa y Zabala. “Es de orgullo  el premiar las acciones o conductas de extraordinario relieve, que redunden en el prestigio del cuerpo e interés de la patria”  con el beneplácito del Jefe de Estado (el rey Juan Carlos I) y el Presidente de Gobierno (Felipe González) Consta en las hemerotecas que tanto los ministros del PSOE y políticos del PP estuvieron presentes en la entrega de condecoraciones. No podemos pasar por alto el grado de ardor guerrero  del españolismo que hasta el diario derechista y pro monárquico ABC le entregó al “Azote de ETA”  el “ABC de Oro” en una ceremonia espectacular en la que participó José María Aznar junto a los más destacados dirigentes políticos de la época.  

Es una infamia que se hayan concedido 17 millones de euros de recompensas por medallas policiales y 70 condecoraciones de los miembros de seguridad manchados por la guerra sucia. Crímenes que el reino de España ha intentado tapar bajo el tupido velo de la impunidad.

El general más laureado de la democracia y dueño de un magnifico prontuario que provocaría la envidia de genocidas como Pinochet o Videla, prestó grandes servicios al reino de España.  

El mejor soldado de la patria ocupará el lugar más destacado  en el panteón de héroes ilustres de la ultraderecha españolista. Sus correligionarios del partido borbónico-franquista  VOX publicaron en sus cuentas de Twitter los siguientes sufragios: “que dios con su infinita misericordia lo acoja en su seno  “que la tierra te sea leve mi general. hoy más que nunca Intxaurrondo en nuestro corazón. Descansa en paz.” “Se nos ha ido un gran hombre, luchó incansablemente y con honor contra la banda terrorista ETA”  

Los agentes de Policía José Amedo, el capataz de los GAL, y Domínguez su escudero, ambos en nómina del CESID, se encargaban de labores operativas como las de contratar mercenarios en Portugal para integrarlos en el comando Jaiztubia -según informaciones publicadas en D16-  la misión de estos hampones era la de atentar contra miembros de ETA tanto en el sur de Francia como en España. El fin justifica los medios en defensa de la democracia y el estado de derecho.  En represalia ante los numerosos atentados que cometía ETA contra los cuerpos y fuerzas de seguridad se aplicaron criminales métodos de la guerra sucia con el fin de desarticular a los comandos tanto legales (no fichados) como ilegales de ETA o liberados (a sueldo)

Todas estas operaciones de terrorismo de estado eran financiadas por el Ministerio del Interior a cargo de los fondos reservados  . Una trama muy bien estructurada en las que sobresalían figuras tales como el ministro Barrionuevo, su sucesor Corcuera, el Secretario de Estado Vera, Damborenea, el Secretario General de Vizcaya, Julián Sancristóbal,  Director General de la Seguridad del Estado, Rubalcaba, el cerebro de los GAL, Mr. X Felipe González -como en su día lo reconoció el finado Txiqui Benegas Secretario General del PSE, el vicepresidente Alfonso Guerra, consejero delegado de los GAL, el farisaico presidente de la Junta de Extremadura Rodríguez Ibarra y  la “maquilladora de los GAL” Rosa Diez, diputada, miembro de la ejecutiva del PSE y Parlamentaria Vasca. A ciencia cierta el propio jefe de la oposición, el derechista Fraga Iribarne, también estaba al corriente de la “cruzada liberadora” llevada a cabo por la Guardia Civil y  los GAL.

Y es que hasta su majestad  la reina Sofia como madrina de la Guardia Civil se le debe considerar como cooperadora necesaria pues guardó silencio cómplice a sabiendas de los crímenes cometidos durante la guerra sucia. Coincidiendo con la fiesta del Pilar se desplazaba por los distintos cuarteles de España para apoyar el invaluable sacrificio de los miembros de la benemérita. En  la entrega de enseñas nacionales a las diferentes agrupaciones siempre hacia énfasis en el “ímprobo, desinteresado y abnegado esfuerzo que los guardias civiles demuestran en su incondicional servicio a España”

Por supuesto, que todo este entramado mafioso, más propio de la camorra napolitana, contó con la bendición de su majestad rey de España Juan Carlos I. Porque  tal y como reza el artículo 62 de la Constitución:  “el rey de España ostenta el título de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas con el empleo de Capitán General” El Monarca conocía de primera mano las acciones de los GAL pues regularmente despachaba con el Presidente de Gobierno en la Zarzuela.

El GAL fue creado, amparado y financiados por el Reino de España.  La exitosa alianza borbónica-felipista contó con el brazo ejecutor del tricornio y la guadaña,  los servicios de información y espionaje del CESID, la inteligencia militar y hasta la colaboración con la CIA, Y para mayor grandeza consagrándose como los protagonistas de la mal llamada “transición democrática” Ni se sabe las millonadas de pesetas que se sustrajeron de los fondos reservados para financiar sus diabólicas actividades   Y es que estamos ante uno de los mayores escándalos  de corrupción del PSOE en toda su historia. Los jueces demostraron una continua malversación de caudales públicos con los que se lucraron personalmente funcionarios de alto nivel.   El mejor ejemplo de cómo actuaba  la mafia del puño y la rosa  es el caso de Rafael Vera,  hijo de un alto cargo del sindicato vertical franquista, fundador del grupo terrorista  GAL, nombrado por Felipe González subsecretario del Ministerio del Interior y más adelante Director de Seguridad del Estado. El desfalco y las corruptelas de las que se le acusaron ascienden a más de 600 millones de pesetas que luego transfería a cuentas de “terceras personas” o sus testaferros. 

Por este caso de terrorismo de estado la Audiencia Nacional condenó al torturador, proxeneta y narcotraficante (como consta en el censurado informe Navajas) Rodríguez Galindo a 71 años de prisión por el secuestro y asesinato de Lasa y Zabala. Aunque el glorioso general una y mil veces negó su implicación en dichos crímenes aduciendo que todo se trataba de una conspiración de los terroristas vascos para desprestigiarlo. El partido separatista HB estaba detrás de la trama urdida en su contra.  En su alegato de inocencia con tono enérgico, pero poco convincente, dijo: “solemnemente y sometiéndome a juramento por Dios, por mi honor  y por España que nunca he ordenado semejantes cosas; ni el secuestro ni las torturas ni el asesinato de estos hombres”  Al contrario le profesaba un “infinito amor el pueblo vasco”. Durante el proceso judicial eso si  dedicó grandes elogios a sus sicarios Dorado y Bayo “con seis hombres como ellos se hubiera podido conquistar América del Sur”  Ninguno de los condenados pidió clemencia ni mostraron arrepentimiento. Demostrando un alto grado de lealtad  tuvo mucho cuidado en no delatar a sus superiores jerárquicos: el presidente del Gobierno, el Ministro del Interior Barrionuevo o la Jefatura del Estado a cargo de Juan Carlos I. Porque la verdad sea dicha como militar él era un subordinado que le debía obediencia  y respeto a sus superiores ¿Quién compró su silencio? No lo sabemos.  Ese secreto se lo ha llevado a la tumba. Alabado y bendecido por la clase política de la época y de una sociedad española complaciente que celebraba cada golpe que se le propinaba a los “sanguinarios etarras”. descaradamente sus abogados alegaron que durante el juicio se violó el convenio europeo de derechos humanos. El CESID que conocía al detalle  todos los entresijos  de la guerra sucia se negó aportar las pruebas en el juicio contra el “heroico general”.

Pero los crímenes de lesa humanidad no prescriben y los familiares de las victimas del terrorismo de estado apuran todas las argucias legales para que antes de que mueran  sentar en el banquillo de los acusados al capo de capos Mr. X Felipe González y al jefe supremo de las fuerzas armadas, el rey emérito Juan Carlos I.  Ambos inviolables y protegidos por el pacto de silencio institucional.

El general Rodríguez Galindo fue internado o, mejor dicho,  “invitado de honor”  en la prisión Militar de Alcalá de Henares donde gozaba grandes privilegios ya que sus carceleros le profesaban una enorme admiración y respeto. “Quedamos a las órdenes de VE”  a su a su disposición tenía amplios jardines, instalaciones deportivas, sauna o piscina. Muy a menudo sus familiares,  amistades y simpatizantes le visitaban obsequiándole  lujosos presentes o le enviaban exquisitos manjares de los mejores restaurantes de Madrid.

Solo estuvo en esa “prisión-oasis” cuatro años y cuatro meses pues a causa de una supuesta “enfermedad cardiovascular” y un “trastorno mental grave”  (se hizo el loco) fue excarcelado en el 2004 con el visto bueno del Ministerio del Interior e Instituciones Penitenciarias a cargo del gobierno socialista de Rodríguez Zapatero.    Un indulto encubierto por razones “humanitarias” ante el “ delicado estado de salud”. Para seguir con el teatro  fue internado en un hospital en Zaragoza donde sería sometido a una “complicada cirugía a corazón abierto” Cuando fue dado de alta se le  traslado a su domicilio  donde se supone debería cumplir el resto de su condena. Mejor dicho, en “libertad vigilada” lo que significa que la policía no lo custodiaba, sino que se convirtieron en sus guardaespaldas que lo protegían de cualquier eventualidad (una posible venganza por parte de los “terroristas vascos”) Aunque en teoría el General había perdido su condición de miembro de la Guardia Civil  sus subalternos se cuadraban firmes ante su presencia -A mandar, mi general- ¿Quién iba a llevarle la contraria a un “héroe de la patria”  que había detenido a la cúpula de ETA en Bidart y desarticulado el comando Donosti?

El general del tiro en la nuca y la cal viva se pasó la mayor parte de la condena en “arresto domiciliario”, Aunque los vecinos del barrio Perpetuo Socorro aseveran que lo veían pasearse libremente por la calle en compañía de su mujer, de sus hijos  y su perrito caniche por el que profesaba un inmenso amor.” “Era tan buena persona. Se ha ganado el cielo” -manifestaron con tristeza al conocer su fallecimiento.  Disfrutaba de una de jubilación dorada  de más de 5.000 euros mensuales -exento del pago del IRPF- con el incremento anual  correspondiente.   Pero lo que no constan son las jugosas donaciones en especies y metálico que recibía por parte de las sus incondicionales que así demostraban su afecto y adhesión al “pacificador de las Vascongadas” . Jamás faltó a la misa dominical en la parroquia de su barrio donde de rodillas recibía la comunión sin pasar por el confesionario porque de nada tenía que arrepentirse. Cumplidamente todos los 20 de noviembre se dirigía en peregrinaciones al Valle de los Caídos para rendirle homenaje a su alter ego el Generalísimo Franco. A este apologeta del nazi-franquismo el gobierno fue incapaz de retirarle  sus condecoraciones (muchas de ellas con pensiones vitalicias) que conservó hasta el día de su muerte.  El godo genocida jamás se arrepintió de sus crímenes, se decía inocente porque el solo había cumplido con su deber  “la patria estaba en peligro” Autor del best seller ultra “Mi vida contra ETA” donde relata con un lenguaje “heterodoxo” los 16 años de lucha en el País Vasco. Un alegato que sublima al máximo el terrorismo de estado, un verdadero cantar de gesta en el que se compara con el Cid Campeador o el gran capitán Gonzalo Fernández de Córdoba.   

El General Rodríguez Galindo junto al teniente coronel golpista de la Guardia Civil Antonio Tejero y el teniente coronel de la Guardia Civil .Carlos Castillo Quero del caso Almería, conforman una tenebrosa trilogía que encarna fielmente ese espíritu del ¡viva Franco y viva Cristo Rey!

El pacto antiterrorista firmado entre el PSOE y el PP en el año 2000 le otorga carta blanca a las fuerzas de seguridad, a la Audiencia Nacional,  sus jueces y fiscales para que impongan con todo su rigor el imperio de la ley La monarquía borbónica y su aparato parapolicial aplica la represión, la tortura y las mazmorras inquisitoriales empeñados en humillar al pueblo vasco y rendirlo de rodillas.  Pero  han perdido la batalla  política ya que la inmensa mayoría de la  sociedad vasca está decidida cueste lo que cueste a concretar sus anhelos de independencia. La única posibilidad para que reine la paz y la tranquilidad en Euskadi es la salida de las “fuerzas de ocupación” realistas; la Guardia Civil, Policía Nacional y los espías del CNI. Que impere la democracia y el respeto a lo que decidan las urnas. 53 de 75 parlamentarios que conforman el Eusko Legebiltzarra pertenecen a los partidos nacionalistas-independentistas.

¿Será posible hablar de reconciliación? porque el gobierno de España ni siquiera ha pedido perdón ni reconocido los crímenes  cometidos durante la guerra civil como el bombardeo nazi franquista de Gernika, Durango, Bilbao, Elorrio o de Otxandio. El fascismo clavó sus sanguinarias garras dejando a su paso una estela de muerte y destrucción. Todo esto sumado a  40 años de represión dictatorial franquista que provocó miles de encarcelados, exiliados,  represaliados,  desterrados, fusilados y desaparecidos.

El españolismo piensa que las futuras generaciones olvidarán todas estas afrentas y que la amnesia colectiva ahogará los reclamaos de justicia con el argumento de que “No hay que ser tan rencorosos y pasar página” Pero va a ser muy difícil exorcizar los  sentimientos de odio y de venganza.  “¡Españoles kampora!” es la consigna, sobre todo, en las áreas rurales o la Euskadi profunda.  Hay que ser realistas y dejarnos de vanas ilusiones pues las heridas cerradas en falso, siempre sangrarán.


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