¡Adiós a los albañiles!
Los empresarios se quejan de que no encuentran trabajadores entre los casi 4 millones de personas en paro. ¿Sorprendente? No tanto. Su nuevo grito de guerra es también “¡Todas a la FP!”: prefieren que les manden jóvenes en FP dual.
“La patronal lleva meses alertando de la preocupación que existe en las empresas porque no hay trabajadores suficientes para los proyectos y cifra en 700.000 el número de empleados que necesitan”. Desde hace meses venimos leyendo en la prensa titulares como el anterior. Indagando un poco más allá de estos sorprendentes titulares, encontramos que lo que supuestamente falta es fuerza de trabajo cualificada para los “nuevos oficios”, en este caso, en el sector de la construcción.
«¿Cómo vamos a incorporar 700.000 personas al sector cuando está pasando todo lo contrario y cómo vamos a construir todo lo que tenemos que construir con el personal cada vez más mayor y con menos formación?» clamaba hace unos días en un encuentro inmobiliario el secretario general de la Confederación Nacional de la Construcción (CNC), Mariano Sanz. Él confía en paliar el problema con la nueva ley de formación profesional que tramita el Congreso: “El sector inmobiliario reclama impulsar la FP dual por la falta de mano de obra”, se leía el 6 de noviembre en La Información, un periódico digital de información económica y empresarial. Lo que preocupa a la patronal de inmobiliarias, promotoras y constructoras estrechamente ligadas al capital financiero, no lo olvidemos, es esto: “Entre 2008 y 2020 el porcentaje de trabajadores menores de 34 años ha bajado en la construcción del 42% al 18%”. En el sector de la construcción reconocen que los jóvenes prefieren la hostelería y creen que la vía de la nueva FP dual servirá para “que puedan regresar muchos de los trabajadores que se pasaron a la hostelería” y reconducirlos al tajo, por lo menos a los varones. ¿Quizás pase aquí como en la agricultura intensiva? En Huelva los sindicatos saben que el bajo salario y la dureza del trabajo son la causa de que no se cubra la oferta de 10.000 puestos para la campaña de recogida de la fresa. En lugar de ofrecer salarios dignos, condiciones y jornadas de trabajo humanas, el nuevo grito de guerra capitalista es “¡TODAS A LA FP!”
Por supuesto, nada garantiza que el optimismo por la reactivación económica postpandémica sea duradero y les permita remontar una tendencia que viene de lejos: “Mientras que en la última década el número de alumnos que han optado por la FP se ha elevado en un 71%, en la FP relacionadas con el sector ha descendido en un 50 %”, declaraban desde la Fundación Laboral e la Construcción en el “Observatorio Inmobiliario”. Los jóvenes, ellos y ellas; no quieren ser albañiles.
El planteamiento empresarial está claro: en lugar de reciclar las plantillas de trabajadores, prefiere tirarlos al contenedor de los residuos sociales como mano de obra obsoleta y esperar que el Estado (¡da igual quién gobierne: liberales, fascistas o progresistas!) le sirva en bandeja una mano de obra joven y que trabaje mientras se forma en dual, incluso sin contrato y derechos laborales. Los empresarios en sus medios hablan claro: en el mejor de los casos, “los alumnos firman contratos con las empresas para trabajar mientras se forman”. Siempre les saldrá más barato que reciclar o contratar trabajadores a tiempo completo y correr con los gastos de formación. El grado de sumisión de los gobiernos a los intereses de las inmobiliarias llega al extremo de que la patronal da por hecho y habla de la nueva FP dual como si la ley aún en trámite estuviera ya en vigor. Ni que decir tiene que, como ya hemos visto en un artículo anterior, la fragmentación en módulos de la nueva FP dual “a la carta” les viene como anillo al dedo.
Nada nuevo. La misma estrategia, puesta en evidencia entre otros por S. Beaud y C. Pialoux en “Repensar la condición obrera”, que ya en los años 90 arrojó a la basura a millones de obreros en la industria con la puesta en marcha de la organización del trabajo en “flujo continuo” y “justo a tiempo”. El Estado, a todos los niveles y con gobiernos de todos los colores, al despreocuparse de esa mano de obra, al no obligar a las empresas a invertir en formación continua y reciclaje, se hace cómplice de esta ingeniería social con una ley de FP dual que responde exclusivamente a los intereses del capital. Todo ello además “acompañando” la inversión privada con los miles de millones públicos de los fondos europeos post-covid: “La falta de mano de obra amenaza 3.420 millones de los fondos de rehabilitación”, otro titular reciente (La Información, 3/10/2021) . Un problema que “quita el sueño a todos los implicados por la gran cantidad de fondos públicos que hay en juego”. Una deuda pública que tarde o temprano intentarán hacernos pagar otra vez a todas y no a los únicos beneficiarios: las empresas.
Pero eso no es todo. Las nuevas tecnologías están creando las condiciones materiales para acelerar esa tarea de sustitución masiva de trabajadores a través de la competencia entre la vieja y la nueva construcción: “Grandes promotoras y constructoras empujan para impulsar la construcción industrializada, lo que reduce los costes y el tiempo de fabricación y acaba con las molestias de las obras tradicionales” ¡Adiós al maestro de obra y su cuadrilla de peones!: “el actual sistema «artesanal, ineficiente, imprevisible y poco productivo está agotado«, dice el CEO de Aedas Homes, David Martínez, que añade que “para que cambie el modelo, hace falta capital, empresas y tiempo”. Obviamente también este proceso, a través de “la ocasión que ofrecen los fondos Next Generation para modernizar e industrializar el sector”, tiene el aval del Estado, ese supuesto poder público cada vez más privatizado: el propio Secretario General de Agenda Urbana y Vivienda, David Lucas, abogó por aprovechar la «oportunidad histórica de cambiar el modelo productivo». El Estado se rinde a los pies de la patronal. ¿Quién dijo que el neoliberalismo “adelgaza el Estado”?
Sin duda hay que felicitarse de las nuevas técnicas que permiten ya “acaba con los ruidos, suciedad y molestias de las obras tradicionales”. Estos avances nos liberan de trabajos duros y penosos, a la vez que reducen el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de bienes y servicios. El problema es que la desaparición de los “viejos oficios”, lejos de servir para dignificar el trabajo manual y liberar tiempo libre para todas y todos, sirve exclusivamente al capital y éste se apropia de las “reducciones de costes y tiempos de fabricación” para perpetuar sus ganancias y su poder con la ayuda de los gobiernos. Solo una reducción generalizada del tiempo de trabajo y una redistribución igualitaria de los saberes y las capacidades técnicas adquiridas por todas y todos, sumultaneando trabajo y estudio, puede acabar con la barbarie del capitalismo neoliberal.
Eduardo García, Profesor de Biología. Secretaría Formación CGT Enseñanza Málaga. Grupo de trabajo de FP de la Federación Andaluza de Sindicatos de la Enseñanza GCT.