Abel Ros •  Opinión •  15/11/2016

De teorías y sindicatos

Fuente: Flickr

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Bingham Powell imparte la asignatura Introducción a la Política Comparada en la Universidad de Rochester. Ente sus investigaciones destaca: «la comparación de las protestas no violentas en veintinueve democracias», durante los años sesenta y setenta. Según este señor, las democracias con sistemas multipartidistas tienden a tener niveles más bajo de protesta. La explicación es muy sencilla: la presencia de partidos capaces de absorber los intereses de los ciudadanos, hace menos necesario la influencia de los movimientos sociales. Otros investigadores, como Haas y Stack, compararon las huelgas de trabajadores en setenta y un países, durante el periodo 1976 y 1978. Llegaron a la conclusión de que a más desarrollo económico menos huelgas y viceversa. Existe, añaden estos señores, una asociación positiva entre el volumen de protestas y la tasa de inflación, el grado de sindicación y el desarrollo de los medios de comunicación de masas.

Si contrastamos las teorías de arriba con el caso español, observamos que la evidencia empírica las corrobora. El movimiento 15-M, las recientes Huelgas Generales y la suma de manifestaciones específicas; se han producido en los momentos más álgidos de la crisis económica (durante los últimos meses de Zapatero y los primeros de Rajoy). Y se han producido, tal y como concluía Powell, durante un modelo de sistema bipartidista – de alternancia entre socialistas y populares. Así las cosas, los ”indignados de Hessel» reivindicaron más representación política de sus intereses sociales. Intereses que, según su protesta, no estaban reflejados en el reparto bipartidista de los escaños en el Congreso. Fue precisamente en esa coyuntura cuando irrumpió con fuerza la organización de Pablo Iglesias. Actualmente, el incremento del PIB, la ausencia del rescate y la disminución de la Tasa de Paro han espaciado el ruido sindical de hace cuatro años, tal y como concluían Hass y Stack.

Llegados a este punto, la legislatura que comienza se avecina tranquila; sin grandes turbulencias y sin el ruido de sables de los tiempos recientes. Por un lado, la configuración multipartidista del hemiciclo deja poco margen para las pancartas y panderetas, tal y como teorizó Powell hace cuarenta años. Y por otro, la salida de la crisis acalla las voces de quienes ahora cobran salarios, y antes prestaciones por desempleo. Ante este panorama, los sindicatos y demás movimientos sociales – feministas, ecologistas, estudiantiles, pacifistas, entre otros – verán reducidos, muy probablemente, sus niveles de protesta y, por tanto, sus números de afiliados, condición relacionada – como concluyeron Hass y Stack – con el volumen de las huelgas. Para evitar que los agentes sociales y demás voces colectivas pierdan fuelle en su nuevo papel de «influencers» del Ejecutivo; es necesario la ayuda de los medios de comunicación. Medios que determinan, de algún modo, la movilización social y la resurrección del silencio de las plazas.

Fuente: http://elrincondelacritica.com/2016/11/12/de-teorias-y-sindicatos/


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