Con Franco se vivía de aquella manera (I)
Nadie lo hará por ti.
¿Con Franco se vivía mejor? Pocas personas van quedando con vida para poder contestar con solvencia esta pregunta. Puede sonar como muy fuerte pero, salvo algunas minorías, minoritarias, que les fue bien con Franco, al finalizar la década de los años 70 del siglo pasado, nadie podría imaginar que gentes jóvenes a estas alturas del Siglo XXI, pudieran tener en sus mentes la adoración al mito de Franco. La juventud de la última etapa del franquismo básicamente era “antifranquista”. Jóvenes y no tanto manifestaban en positivo el deseo de la llegada de la democracia a pesar de la represión. Durante toda la dictadura uno de los principales mecanismos para imponer “orden” consistía en impedir que las personas pudieran agruparse, asociarse en colectivos del tipo que fuera. Sólo cuatro excepciones: Actividades de la Iglesia católica, el sindicato vertical, la universidad o de entidades deportivas. Las eclesiásticas, permitían reunirse a quienes deseaban la llegada de la libertad de pensamiento, de expresión, de manifestación, de elección de representantes, de huelga…. El sindicato vertical fue utilizado por la militancia del movimiento obrero antifranquista para la defensa de derechos laborales. La juventud que se agrupaba en las universidades pretendía asumir la responsabilidad de participar en la vida civil incorporándose al mundo laboral en breve, para poder contribuir al desarrollo de una sociedad que esperaban más libre, más justa y equitativa. No es que los jóvenes universitarios (las mujeres representaban un porcentaje muy pequeño en la universidad) fuesen más inteligentes, ni más conscientes, que el resto de la juventud del momento. Simplemente el “régimen” permitía que en las universidades se relacionaran decenas de miles de estudiantes, en un entorno de cierta autonomía. En 1970 había algo más de 125 mil estudiantes, repartidos en 65 universidades, casi todas públicas. Se multiplicaban en todos los sectores, sociales y económicos, los motivos para la disconformidad con el régimen autoritario del General Franco. Desde quienes trabajaban en España, los más de 3.000.000 de emigrantes españoles que trabajaban en el extranjero; hasta sectores industriales y financieros que consideraban un lastre el aislamiento del franquismo y la “casta” política del régimen que era la que hacia negocios. Convendría que quienes deseen comparar lo que pasaba en tiempos de Franco, con el estado actual de cosas, se plantearan: a) Que nada aporta al presente, y menos a futuro, esa comparación “nostálgica”. b) Si les parece relevante conocer esta etapa histórica, al menos que obtengan información objetiva de lo que ocurría. Sobre todo del periodo posterior a 1959, denominado la “dicta blanda”, en el que la dictadura fue obligada poco a poco a abrirse a Europa. Se exportaba mano de obra emigrante y al mismo tiempo que se importaban turistas. Sobre todo considerar que el mayor impulso para iniciar la transición, hacia un régimen no autocrático, provino de las élites económicas, los oligopolios bancarios, industriales y terratenientes, precisaron del cambio político para aumentar sus negocios y beneficios.
Quienes cuentan que la transición, que estaba preparándose antes de la muerte de Franco un 20 de noviembre de 1975, (hace ahora 50 años) fue una obra “política” realizada por demócratas convencidos, con el único objetivo de servir al pueblo en libertad; cometen el mismo error de quienes ahora publicitan aquello de que “Con franco se vivía mejor”. Intereses económicos y financieros, nacionales e internacionales, promovieron la reforma política del régimen del General Franco. Parece que este slogan “Con Franco se vivía mejor”, está calando especialmente en la gente joven. Un interesante artículo titulado “Movimientos conservadores se hacen fuertes en la universidad pública” de la periodista Elisa Silió, de marzo de 2025 viene a aportar un análisis sobre la conformidad de un sector de la juventud, incluso universitaria, con ese enunciado. Quienes hoy son jóvenes, con edades entre 18 y 35 años, tienen información de esos años del franquismo por terceros. Poca o nula información objetiva sobre lo que ocurría en la España entre 1950 y 1970. Aún viven quienes entre esas fechas eran jóvenes y no acaban de explicarse, conociendo lo que vivieron, que alguien a estas alturas puede estar de acuerdo con que “Con Franco se vivía mejor”. Y es que no hay nada más fácil que contarle una milonga al “ignorante”. Sobre todo, cuando ese “ignorante” percibe que su presente es más bien oscuro y su futuro en más que negro oscuro. Quienes han sido testigos de la llamada “transición”, aquellas personas que pudieron votar la Constitución de 1978, han podido comprobar como la política partidaria lleva 40 años mostrándose autoritaria a no poder más. Cómo el aumento del poder de los “mercados”, es responsable de esa incertidumbre por la que atraviesa la juventud. Y las gentes jóvenes envueltos en un clima de cierta angustia ante el porvenir, en lugar de asociarse para transformar la realidad, prestan oídos a los chamanes de turno que anuncian el caos, señalan a los enemigos, y formulan los conjuros. Esto tiene mucho que ver con la tendencia ancestral de los seres humanos por recurrir a la magia para afrontar las incertidumbres. Si hoy no hay opciones políticas que, con honestidad y ejemplaridad, enarbolen la bandera de la Libertad, la tentación de la dictadura se impone. Enrocados en sus partidos políticos “democráticos”, los políticos se asombran del giro al fascismo que se está produciendo en la juventud de hoy. No perciben que son precisamente sus “políticas” las que están produciendo este resultado. Las conductas marrulleras, autoritarias, anti-éticas, de estos políticos partidarios, para conseguir el poder a toda costa, incluso sepultando principios hasta no mucho prometían sagrados, son la clave que permite explicar que personas de 20 y pico de años, sin oficio ni beneficio, abracen la causa fascista y crean los discursos míticos que proclaman la llegada de otro “Franco salvador de España”.
