André Abeledo Fernández •  Opinión •  13/10/2016

La clase obrera necesita una izquierda unida y fuerte con un partido comunista que sea su columna vertebral

De no existir Izquierda Unida tendríamos que inventarla, sé que es la opinión de un militante de una organización determinada, pero también y sobre todo la de un trabajador con conciencia de ser clase obrera

Una organización genuinamente de izquierdas es necesaria, son más de 30 años de IU, sin duda una historia con luces y sombras, pero sin duda ha jugado un papel fundamental en mantener vivas ideas y valores que hoy se hacen si cabe más necesarios que nunca para la clase trabajadora.

Como militante del Partido Comunista y de Izquierda Unida, como el resto de compañeras y compañeros, sé que debemos de hacer siempre una sana autocrítica para que podamos aprender de nuestros errores, pero también sabemos que sigue siendo imprescindible que una organización de izquierda anticapitalista que reconoce claramente al enemigo de la clase obrera siga viva y creciendo, una organización que capaz de dar alternativas a las políticas neoliberales, que defienda los derechos de la clase obrera, que trabaje para municipalizar los servicios básicos en los ayuntamientos, que diga claramente que hay que nacionalizar la banca y las compañías eléctricas, que luche por una sanidad universal, gratuita y de calidad, que defienda una educación 100% pública, laica, no excluyente y en pie de igualdad, que sapa que es necesario superar el régimen del 78 y que la monarquía es la herencia del fascismo y debe de ser superada a través de una tercera República, los militantes de Izquierda Unida sabemos que esta organización es imprescindible en el actual contexto. No importa tanto el nombre como el proyecto de país y de sociedad que defiende.

La sociedad se radicaliza en esta crisis sistémica de imposible salida desde el capitalismo que la provoca, una crisis de sobreproducción y escasez de recursos energéticos, para la que el capitalismo solo tiene una receta, recorte de derechos, aumento de las desigualdades, represión, instaurar la dictadura del miedo entre la clase obrera, miedo a todo, a perder el trabajo, a no encontrarlo, al presente, al futuro, miedo a protestar.

El capitalismo solo ofrece el regreso a las condiciones de vida del siglo XIX para los trabajadores y trabajadoras, quieren obligarnos a trabajar para sobrevivir para que no tengamos tiempo para pensar y organizarnos.

Para el capitalismo hay un ingrediente imprescindible en su fórmula para que la oligarquía pueda seguir aumentando sus beneficios, ese ingrediente es la guerra, necesitan de guerras de expolio, de rapiña de recursos energéticos para poder mantener este sistema bárbaro e irracional que más temprano que tarde, de continuar a este ritmo, acabará con nuestro planeta.

Ante todo esto solo la izquierda puede dar soluciones, porque busca alternativas a un sistema capitalista en putrefacción y no pretendemos refundarlo, pues sabemos que no existe un capitalismo bueno ni de cara amable, y somos conscientes de que no se puede acabar con la corrupción porque es inherente al sistema capitalista.

Debemos mantener un discurso claro yendo a la raíz del problema, el sistema se basa en la explotación, hay explotadores y explotados, la oligarquía se enriquece a base de que las trabajadoras y trabajadores venden su fuerza de trabajo a precio de saldo, y la lucha de clases esta tan vigente como siempre y sigue siendo el motor de la historia.

De todo esto la oligarquía, los explotadores, los amos del sistema no tienen duda alguna.

Warren Buffett lo tiene muy claro “Por supuesto que hay guerra de clases”, “pero es mi clase, la clase rica, la que está realizando la guerra; y estamos ganando”.

“Gobernar es repartir dolor”, afirmó Alberto Ruiz-Gallardón, siendo Ministro de Justicia, sin aclarar que el dolor siempre recae sobre los más débiles. La presunta complejidad de la política y la economía “sólo es un fraude”, apunta Chomsky.

El propio Jimmy Carter, ex presidente norteamericano, ha publicado un artículo en The New York Times, acusando al gobierno actual de violar claramente “al menos diez de los treinta artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos”.

“En el Nuevo Orden Mundial –escribe Noam Chomsky-, el mundo debe ser gobernado por los ricos y para los ricos. El sistema mundial no se parece en nada al libre mercado clásico; la expresión mercantilismo empresarial sería más acertada. El ejercicio del gobierno se halla cada vez más en manos de unas enormes instituciones privadas y de sus representantes”.

El enemigo de la clase obrera sigue un plan trazado desde hace mucho tiempo, desde la caída del Muro de Berlín y la URSS, un plan para despojar de derechos que fueron cedidos a la clase obrera europea por miedo al bloque comunista, un plan para destruir un supuesto “estado de bienestar” que la oligarquía aceptaba como mal menor para mantener tranquilas a las masas, una vez entienden que ya no hay peligro, con una sociedad atemorizada por la crisis y el terrorismo yihadista patrocinado por los mismos que dicen combatirlo, con una clase obrera que ha perdido la conciencia de clase, llego el momento para ellos de pasar a la ofensiva.

Como comunista defiendo la necesidad de un partido comunista capaz de ser vanguardia y punta de lanza en las luchas que se avecinan, para intentar parar esta ofensiva capitalista que además resucita a su perro de guerra el fascismo para hacerle el trabajo sucio, y como militante de Izquierda Unida defiendo la necesidad de que esta organización plural de la izquierda «rupturista» cumpla con la función para la que fue creada, ser el punto de encuentro de la gente de izquierda del estado español.

Defender la necesidad histórica de fortalecer al Partido Comunista y a Izquierda Unida como herramienta imprescindible para la clase obrera española, no significa que nuestra organización no deba participar en Frentes más amplios de unidad, por supuesto que debemos hacerlo, pero sin perder la esencia de lo que debemos ser, sin renunciar ni al primero de nuestros principios y a fortalecernos dentro de ese frente, tenemos que participar pero siempre bajo un programa aunque sea de mínimos que nos permita realmente defender los intereses de la clase a la que representamos, una cosa es ceder para avanzar y otra muy distinta diluirse en este mar de incertezas que ahoga a la clase trabajadora.

No podemos renunciar a tener una organización de clase capaz de defender los intereses de la clase obrera, pues sin esta herramienta estamos indefensos ante la ofensiva de la oligarquía.

 

*Concejal de Esquerda Unida en el Ayuntamiento de Narón, Militante del PCG y organizado sindicalmente en la CIG.


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