Armando Reyes Calderín •  Opinión •  10/08/2020

La politiquería a la libanesa

La politiquería a la libanesa
Las explosiones en el puerto de Beirut pusieron los últimos clavos al ataúd con que los ciudadanos de El Líbano quieren enterrar al gobierno del primer ministro Hassan Diab.
La alineación gubernamental que asumió con Diab en enero último, comenzó a hacer aguas tras las renuncias recientes del canciller Nassif Hiti, de la ministra de Información, Manal Abdel Samal, y la del de Medio Ambiente, Damianos Qatar.

Hay una presión renovada sobre el jefe del Ejecutivo para que también abdique con amenazas de que el Parlamento retirará en breve su voto de confianza, según fuentes políticas.

Se informó que Diab contuvo la dimisión de otros ministros a la espera de una reunión durante la cual abordarán las implicaciones de la tragedia explosiva y la celebración de elecciones parlamentarias anticipadas.

Para los analistas, en cualquiera de los casos es más de lo mismo dentro de la politiquería en El Líbano.

Un ejercicio comicial con las mismas reglas que los anteriores derivará en nada para la sublevación popular iniciada en octubre pasado y que, con algunos paréntesis, a causa de las medidas anti-Covid/19, sigue latiendo en el país.

La nueva Asamblea escenificará un interminable debate para nombrar un primer ministro, quien a su vez requerirá de otra larga espera para designar un Gobierno que volverá a las mismas de siempre.

Una de las principales demandas de los miles de manifestantes libaneses incluye un cambio en la Constitución para que se deshaga el reparto sectario de las posiciones de decisión.

El acuerdo de Taif que puso fin a la guerra civil libanesa de 1975 a 1990, distribuyó los puestos estatales entre cristianos y musulmanes que en el caso de este país derivan en 18 confesiones de fe reconocidas.

Si no hay un cambio radical que obvie la cuestión religiosa, volverá a estar presente la politiquería de siempre que no pondrá coto a la corrupción ni al clientelismo político.

Y mientras, para reconstruir los daños de las explosiones requerirá de 10 mil millones de dólares, de acuerdo con cálculos de especialistas.

La voladura del pasado 4 de agosto en el puerto beirutí causó la muerte a 158 personas, heridas a más de seis mil y destruyó parcial o totalmente 300 mil viviendas, cuyos moradores ahora pernoctan en casas de amigos o parientes o deambulan por las calles.

El presidente de la República, Michel Aoun, destacó que la importancia de restaurar el daño antes del invierno por el tormento que significará el frío para personas sin techo.

Diab dialogó hace unas horas con al menos nueve ministros para discutir la posibilidad de una renuncia colectiva de los 20 miembros del Gabinete que sustituyó el 21 de enero al de Saad Hariri, quien dimitió en octubre bajo la presión de las protestas masivas nacionales.

Y se dice que por orden de agentes exteriores.

‘Si Diab se niega a dimitir ante la creciente rabia popular por la explosión de Beirut, es probable que los parlamentarios de varios bloques levanten su voto de confianza durante las próximas sesiones parlamentarias’, indicaron medios locales.

El presidente del hemiciclo, Nabih Berri, convocó a los legisladores para el jueves que interpelarán al Gabinete sobre la presunta negligencia estatal ante la tragedia de la terminal portuaria capitalina.

Fuentes citadas por la prensa bajo condición de anonimato apuntan que tras el fracaso de Diab y su equipo para resolver los problemas políticos, económicos y financieros o llevar a cabo reformas pendientes, Hariri parecía ser la carta de instalar un gobierno de unidad nacional.

En cualquier caso, a 10 meses de la rebelión masiva que obligó a la renuncia de la anterior formación gubernamental, volverían a la palestra las mismas figuras a las que la percepción popular achaca la corriente peor crisis económica y financiera del país en décadas.

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