Sin argumentos
“Hay hombres que luchan un día y son buenos.
Hay otros que luchan un año y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos.
Pero los hay que luchan toda la vida:
esos son los imprescindibles.”
Bertolt Brecht
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A veces no tengo argumentos o ideas para escribir, ¿de qué escribir, para qué y por qué? Preguntas que me hago siempre cuando voy a iniciar un artículo, a veces es cansino buscar un tema, mirar la prensa, y digo bien, mirar, porque leerla se me hace casi imposible, digo la prensa oficial, esa que nos dice qué, cómo y cuándo…
En fin que hay días que no tengo un tema concreto del que escribir o sobre el que opinar, bien he comenzado con esa cita que se adjudica a Brecht y que probablemente no lo sea, entre otras cosas porque a Brecht le gustaba usar frases o citas de otros autores y las hacía suyas, pero no voy a meterme con este dramaturgo alemán, que como todos saben fue un gran creador y luchador en contra del nazismo.
Y hablando del nazismo o el fascismo, ¿qué me dicen del tema de Brasil? A mí me resulta sorprendente, pero no increíble, ni imposible, porque a estas alturas, y de seguir así, acabaremos a garrotazos los unos con los otros, como bien refleja ese famoso cuadro de Goya.
Brutos, ignorantes, mezquinos, perdidos, cada vez más perdidos en este laberinto de lo vacuo, de lo falto de consistencia, de profundidad, vacío, vacío, frivolidad, vacuidad, y hedonismo puro y duro, capitalismo, consumo, nada de humanismo, nada de filosofía, nada de ética, nada de principios o valores, y no me refiero a los religiosos, sino a los humanos, a los racionales, la razón ha muerto, el sentido de la vida está quebrado, ¿ quiénes somos, a dónde vamos, de dónde venimos…? preguntas que en una sociedad del disfrute, el placer por el placer, no se pueden ni hacer y mucho menos contestar.
Si inicias un viaje puede que estés loco al buscar allí a dónde vas lo que no hay, ni habrá. Puede que te muevas movido por tus sentimientos, por eso que llaman corazón y que ha sido reducido al simple latir que nos mantiene vivos, inertes pero vivos, muertos pero vivos, muertos pero disfrutando del placer de lo efímero, del hedonismo, convertidos en seres que solo ven el placer como objetivo, comer, beber, follar, viajar, con el único fin del placer, no del conocimiento. Eso es, y no me canso de decirlo.
Emprendamos el viaje al otro lado para romper las fronteras, para acabar con tipos como Trump o Bolsonaro y todos esos adalides del mal, del fascismo, de la ultraderecha, Trump dando carta libre a sus gendarmes para disparar a aquellos que les tiren piedras. Habría que recordar que David venció a Goliat con una honda y una piedra.
Pero dónde están hoy esos David tan importantes para que el mundo no sea un estercolero, un lugar en el que un ser humano vale según el lugar en el que nace o habita, negando al resto la categoría de ser humano y por supuesto el derecho que debería ampararle para que tenga una vida digna.
Pero pensemos: ¿dónde reside la semilla de todo este mal, de dónde viene todo ese movimiento de seres humanos y por qué se produce? Lo he dicho tantas veces, que a veces creo que esas palabras caen en un vacío profundo, un no lugar donde ya nada se escucha, nada se entiende, un no lugar en el que seremos arrasados por ese Goliat del fascismo, del imperialismo, del neocolonialismo, con sus nuevas formas de guerra invisible…, porque ya no quedan Davides con honda y piedra, porque ya no quedan hombres como dice la frase con la que encabezo este artículo para esta semana.
SALV-A-E los que van a morir te saludan.