La muerte de Palestina se decretó con los Acuerdos de paz de Camp David de 1978

El 11 de noviembre de 1977, el primer ministro israelí Menájem Beguín invitó oficialmente a Al Sadat presidente de Egipto a visitar Jerusalén. A las 21:00 del 19 de noviembre de 1977, Al Sadat llegó a Israel convirtiéndose en el primer líder árabe en viajar el estado sionista. Y lo peor de todo es que todavía ambos países seguían en guerra. El 20 de noviembre Al Sadat se dirigió al pleno del Knesset comprometiéndose a reconocer al Estado de Israel. Y esa fue la sentencia de muerte, no solo de él, sino también de Palestina.
El 17 de septiembre de 1978 en Camp David (EE.UU) se firman dos acuerdos uno de paz entre Egipto, el estado de Israel y el otro el de la autonomía palestina -con EE.UU como mediador. Tras dos semanas de tensas negociaciones entre las delegaciones egipcia e israelí -bajo la intermediación del presidente USA Carter, el presidente egipcio Anwar Al Sadat y el Primer Ministro israelí Menájem Beguín firman dos acuerdos; uno de paz y otro con la parte no invitada a esas negociaciones: los palestinos. Yasser Arafat no participa pues la OLP exigía abordar la constitución de un estado Palestino y el derecho de los refugiados a regresar a sus tierras.
Egipto históricamente mantenía una enconada disputa con Israel desde hacía décadas con un resultado siempre adverso a sus choques belicistas. Herido en su orgullo luego de la derrota en la Guerra de los 6 Días en 1967 en la que Israel toma la península del Sinaí, los Altos del Golán (Siria), además de conquistar Jerusalén Oriental, la Franja de Gaza y Cisjordania. Luego en 1973 sedientos de revancha lanzan la guerra relámpago del Yon Kippur donde por primera vez hacen retroceder a las tropas israelíes, pero tras duros combates éstas contraatacan y consiguen la victoria.
Los conflictos con el estado sionista condujeron a Egipto a malgastar miles de millones de dólares en armarse militarmente y de ahí que estuvieran muy necesitados de ayuda monetaria para levantar la maltrecha economía interna. Así que no tuvieron más remedio que acercarse a los EEUU, paradójicamente el protector y aliado geoestratégico de Israel en Oriente Medio, y dejar a un lado la tutela de la URSS, en el contexto de la guerra fría. Egipto se consideraba la principal potencia del mundo árabe, y se proyectaba como un interlocutor válido para Israel y el gobierno de Carter. Al Sadat, heredero del general nacionalista Abdel Nasser, entiende muy bien esa situación y un año antes de la cumbre de Camp David, viaja a Israel para dirigirse a los políticos del Knesset (parlamento israelí) donde plantea la posibilidad de alcanzar un acuerdo de paz. Al Sadat (Que durante la Segunda Guerra Mundial fue encarcelado por los británicos acusado de ser colaboracionista de los nazis) estaba dispuesto a correr el riesgo que suponía estrechar las manos de sus enemigos. Con la firma de los acuerdos de Camp David Egipto se convierte en el primer Estado árabe en reconocer a Israel, su más encarnizado enemigo. Algo que para los pueblos árabes y especialmente a los palestinos, representaba una traición en su lucha de liberación. Occidente se complace con tan esperanzadora noticia pues callan los cañones y vuelan las palomas blancas y para celebrarlo Al Sadat junto a Menájem Beguín ganan el premio Nobel de la Paz en 1978. Asunto que increíblemente se puede repetir con Donald Trump autoproclamado “el pacificador”
La estrategia que se aplicó para alcanzar un acuerdo entre las partes en litigio fue muy innovadora pues se trataba de que los representantes israelíes y egipcios no se vieran las caras. Entonces, los mensajeros del gobierno USA llevaban y traían las noticias; los puntos positivos o negativos de ambos bandos. Este imaginativo método le daba una ventaja a Jimmy Carter y Cyrus Vance, su secretario de Estado (promotor de la guerra de Vietnam) de manipular a la delegación egipcia y prevenir a los israelíes sobre las confidencias que le habían confesado al presidente USA, o sea, que los sionistas salieron altamente favorecidos.
Días antes de la firma del acuerdo de paz, las negociaciones estuvieron a punto de fracasar por el hecho de que Israel no quería retirar sus bases militares de la península del Sinaí, ni los asentamientos de la Franja de Gaza. Pero todo se arregló por debajo de cuerda ya que el gobierno USA hizo prevalecer su papel de potencia mundial (amagó con apartarse de las negociaciones) y engatusó, mediante amenazas a Egipto que ya había dado el sí al reconocimiento de Israel. ¿Cuál era la amenaza? Algo muy sencillo, USA rompería relaciones con Egipto poniendo en peligro la legitimidad de Al Sadat que estaba sediento de dólares que salvaran su maltrecha economía. Pero realmente aquí actuaron fuerzas oscuras especializadas en extorsionar y comprar voluntades.
El tratado analizaría concretamente los intereses geopolíticos de Israel y Egipto. Tras un duro enfrentamiento se llegó a la conclusión de que la península del Sinaí regresaría a la soberanía egipcia. En correspondencia éstos tendrían que reconocer el Estado de Israel, que además podría explotar las reservas petrolíferas. USA en compensación se comprometía a construir dos bases aéreas en el desierto del Néguev. Algo fundamental es que Egipto debería establecer una zona franca en el canal de Suez, y proteger el libre tránsito de Israel por el mismo.
Igualmente se recomendaba que el tratado sirviera de ejemplo para que otros países vecinos de Israel como Jordania, Siria y Líbano, también se sentarán en una mesa de negociaciones con el objetivo de alcanzar la “paz”. Pero lo extraño es que en Camp David no había ningún representante de esos países, ni mucho menos de Palestina. Por lo tanto se perdió la oportunidad histórica de presionar a Israel para que en justicia reconociera un Estado palestino con capital en Jerusalén Este. Los países árabes se desentendieron por completo, empezando por Egipto, de la suerte de sus hermanos palestinos.
Pero curiosamente en el acuerdo se establecían unas disposiciones temporales por un periodo que no podría sobrepasar los 5 años con la intención de otorgarles plena autonomía a los palestinos de Cisjordania y Gaza.
Los acuerdos de Camp David de 1978 supusieron una gran estafa para el pueblo palestino pues perdieron la oportunidad de concretar una soberanía física y no virtual sobre su territorio. En cambio hoy continúan sufriendo más matanzas y asesinatos, el incremento de los asentamientos ilegales, miles de palestinos encarcelados donde un buen porcentaje son niños menores de 15 años. El gobierno ultraderechista de Tel Aviv decreta que todo palestino es sospechoso de terrorismo y merece ser exterminado. Y todas estas afrentas se llevan a cabo a los ojos de la ONU que no ha hecho nada a pesar de que se hayan emitido cientos de resoluciones de condena al respecto.
Al cumplirse los 47 años de los acuerdos de Camp David el resultado es que Gaza ha sido completamente demolida y borrada del mapa. El pueblo palestino al día de hoy no detenta plena autonomía pues son prisioneros hacinados en un gigantesco campo de concentración que restringe sus libertades.
Otra promesa incumplida es la que rezaba que: “El gobierno militar israelí y su administración civil será retirada tan pronto como una autoridad de autogobierno haya sido libremente elegida por los habitantes de esas zonas para reemplazar el actual gobierno militar”
En 1996 se llevaron a cabo las primeras elecciones en Cisjordania y Gaza que ganó por abrumadora mayoría el rais Yasser Arafat. Hamas llamó a boicotear las elecciones e Israel obstaculizó el conteo de votos y el acceso de los electores a las urnas. Años después se continuó el esfuerzo pacificador de la zona convocado a israelíes y palestinos a reunirse en Oslo, bajo la intermediación del Secretario de Estado de EE.UU y el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia. Los Acuerdos de Oslo se firmaron para enmendar la afrenta que supuso Camp David y frenar las violentas intifadas que amenazaban la seguridad de Israel. El escritor palestino Edward Said ya nos advertía: “Esos acuerdos están fundados en una especie de esperanza ingénua por parte de Yasser Arafat y la dirección Palestina (OLP) de que se podía poner en marcha una dinámica que conduciría a materializar un Estado palestino independiente”
Y por fin llegamos al mes de octubre de 2025 donde definitivamente se ha consumado el genocidio de Gaza. Solo quedan escombros, ruinas y cenizas, y miles de muertos, heridos desaparecidos y millones de supervivientes, sin techo, hambreados y psíquicamente desquiciados. Los sionistas aducen que “no hay genocidio porque esta es una guerra donde lamentablemente mueren civiles inocentes por culpa de los daños colaterales que se producen en todas las guerras”
Jamás hubiéramos podido imaginar un epílogo más triste y dramático para esta historia: el día 29 de septiembre en la Casa Blanca Donald Trump y Netanyahu expusieron los 21 puntos del “Plan de Paz para Gaza” con el aval de todas las potencias europeas, los países árabes e incluso de la ANP de Abu Mazen. Ahora Gaza se convertirá en un protectorado de USA e Israel y sus pobladores quedan en la más absoluta orfandad (dependiendo por completo de la ayuda humanitaria). Se ha tomado la decisión unilateral de que Hamas debe rendirse incondicionalmente, entregar las armas y liberar a los rehenes judíos en su poder. La soberanía de Gaza debe ser transferida a una “junta de paz” que tutele y garantice la seguridad del estado sionista. Junta que estará presidida por el propio presidente USA, el ex primer ministro británico Tony Blair y otras figuras árabes de reconocido prestigio; tecnócratas o “cipayos” de la lumpenburguesia de la ANP. Israel pretende no solo excluir a Hamas, sino exterminarlo por completo ya que representa un peligro latente para su supervivencia.
La carta fundacional de Hamas es muy aleccionadora “Las iniciativas y las llamadas soluciones pacíficas y conferencias internacionales están en contradicción con los principios de Hamas. Esta conferencias solo son maneras de instalar a los infieles en la tierra de los musulmanes en calidad de jueces. ¿Desde cuándo han hecho justicia los infieles a los creyentes? No hay solución para la cuestión palestina si no es a través de la yihad. Las iniciativas, las propuestas y las conferencias internacionales son una pérdida de tiempo y empresas vanas”
Y es así como Gaza por arte de magia se transformará en una “zona libre de terrorismo y será desradicalizada (que se traducen en la extirpación sistemática de la teología que predican los Hermanos Musulmanes) para que no represente una amenaza a sus vecinos. La franja se reconstruirá con la ayuda del Banco Mundial y donantes internacionales -principalmente de las petromonarquías del Golfo Pérsico, según los estándares urbanísticos de Dubái y Abu Dabi. Sus pobladores ya han sufrido lo suficiente y ahora merecen “disfrutar de la paz”. Lo que no está establecido es donde se refugiarán temporalmente pues se aproxima el crudo invierno ¿Tal vez voluntariamente deseen ser reubicados en terceros países? Lo cierto es que si quieren volver, Israel tiene la potestad de negarles nuevamente su entrada a la franja pues los considera “potenciales terroristas que regresan a cobrarse la venganza”.
El tiempo se agota y Hamas tiene que responder rápidamente el si va a aceptar el trato o, mejor dicho, come el peón envenenado que le han puesto sobre el tablero de ajedrez. Su situación es crítica pues tras dos años de intensos bombardeos sabe que debe tomar una decisión que garantice también su supervivencia. Se les presenta un dilema muy complejo pues si refrendan el acuerdo entonces firmarán la derrota del eje de resistencia. Israel a cambio retirará escalonadamente las tropas de la FDI, liberaría a 250 presos condenados a cadena perpetua y a 1700 gazatíes detenidos después del 7 de octubre de 2023. Ambos bandos devolverían los cadáveres que mantienen secuestrados. Los milicianos de Hamas que se comprometan a una coexistencia pacífica y al desarme recibirían amnistía, incluidos los miembros que deseen abandonar Gaza que se les concederá un salvoconducto para salir (expulsados) a los países que los acojan. Hamas tiene un plazo de 72 horas para contestar y si su respuesta es positiva de inmediato se terminará “la guerra” o de lo contrario el ejército israelí desatará el “infierno en la tierra”
El plan de paz de Donald Trump y Netanyahu definitivamente escribe el epitafio sobre la lápida de esa tumba en la que está enterrada Gaza. Así se cumple al pie de la letra el maleficio de los acuerdos de Camp David de 1978 donde se debió hacer realidad ese sueño de proclamar un estado palestino libre y soberano.
Carlos de Urabá 2025.