Narciso Isa Conde •  Opinión •  05/05/2022

Abinader rinde honores a Duque y ambos se condecoran

En días recientes, finalizando el presidente Iván Duque su nefasta gestión de gobierno en Colombia,  fue invitado por su colega dominicano, Luis Abinader, para condecorarlo y rendirle honores.

Sí, Abinader invitó al mismísimo Duque.

Al pupilo de Álvaro Uribe Vélez, uno de los ex presidentes más perversos de Nuestra América.

El  ex-presidente asociado al paramilitarismo.

El de los más de 6,000 falsos positivos, repartidos entre su gestión de gobierno y la de Juan Manuel Santos.

El mandatario de la matanza de la colonia 13 en Medellín, con el general Montoya a la cabeza.

El de las moto sierras y los juegos de fútbol con las cabezas de los descuartizados-

El de las fosas comunes y las decenas de miles de familias campesinas cruelmente desplazadas.

El de Colombia con 10 bases militares estadounidenses, incorporada a la OTAN y sumida en la narco-política.

Álvaro Uribe, el astuto y eficaz presidente del narco-estado terrorista que sirve de plataforma de agresión contra países vecinos de la región; y, a la vez, como fábrica de mercenarios.

El de la ficha 82 de la DEA, perdonado por su servilismo al imperio y a sus estrategias de dominación.

Saboteador, junto a su heredero político, del proceso por la paz.

Acusado ya formalmente en Colombia de sobornos al Congreso y asociación con el paramilitarismo criminal.

Álvaro: el padrino político de Duque.

Duque: el continuador de la masacre.

El que carga en su mochila alrededor de 1,300 asesinatos de líderes sociales y ex guerrilleros.

Expresión relevante de la nueva colonialidad, de los nuevos gobernantes serviles, de los renovadores del lacayismo y del fascismo en tiempo de crisis y decadencia del Coloso del Norte.

  • DUQUE EN DOMINICANA ENVUELTO EN SANGRE Y LODO DE LA CABEZA A LOS PIES.

Llegó Iván Duque a esta hermosa Quisqueya cubierto de lodo,  con sus manos ensangrentadas y las culpas de sucesivas masacres en los días intensos del reciente paro nacional y las manifestaciones multitudinarias por el derecho a la vida en las calles colombianas

Llegó harto de dar órdenes de ametrallar multitudes.

Vino sin pueblo que representar, vacío de apoyo popular, desacreditado como el que más.

Vino chorreando sangre y lodo para abrazar a su  guate y colega Abinader y de paso sumarle inmundicias al Congreso Nacional.

Meses  atrás fue visitado por las elites capitalistas  dominicanas, que con la venia de un presidente-empresario, con su enorme fortuna familiar depositada en “paraísos fiscales” (banco off-short), han asaltado gobierno y Estado para terminar de apropiarse de lo que queda del patrimonio nacional.

Vino a regocijarse en el coloniaje practicado por los dos, gustosamente a las órdenes del Comando Sur y la IV FLOTA, que rondan aguas y países del Gran Caribe en descarado aliento a la voracidad  de las transnacionales mineras de Norteamérica, presentes sus garras en ambas naciones.

En el Congreso y en el Palacio de Gobierno se escenificaron los puntos altos de su periplo dominicano.

En el Palacio, para  firmar acuerdos comerciales a favor de las respectivas oligarquías y simular decisión de combate  a la narco-delincuencia desde dos Estados realmente delincuentes.

En el Congreso, para ser usado como escenario para atacar pérfidamente a Cuba, Venezuela y Nicaragua, en la misma tónica perversa empleada por el centro de mando imperialista para estigmatizar esas naciones, sin moral para hacerlo; y al calor de su torpe exclusión de la CUMBRE DE LAS AMÉRICAS, preparando el terreno para nuevas y crueles agresiones.

Solo que al Congreso dominicano, a la Asamblea Legislativa de este país, no le cabe mas descrédito en su doble condición de Cueva de Alí Baba y Madriguera de Mercaderes de la política.

Ambas partes, de todas maneras, se esforzaron en nutrirse con mas basura y en aplaudirse hasta la ridiculez, pretendiendo ofender a Estados y pueblos que han roto récord de solidaridad para con nosotros/as y la humanidad.

En fin, que son CÁSCARAS DEL MISMO PALO; y, por cierto, con un tronco bastante podrido.


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