Sergio Ortiz •  Opinión •  05/03/2021

Cuba no se rinde y tiene grandes logros en Salud

El bloqueo estadounidense comenzó poco después del triunfo de la revolución cubana, en 1959. En forma total se inició en 1962 y aún perdura. Sin embargo, la Mayor de las Antillas no se rinde y logra grandes éxitos en frentes como el de Salud.

 “Yo me muero como viví” cantó Silvio Rodríguez en “El necio”, que debería traducirse como “El consecuente”. En esos versos decía: “Para no hacer de mi ícono pedazos, para salvarme entre únicos e impares, para cederme un lugar en su parnaso, para darme un rinconcito en sus altares. Me vienen a convidar a arrepentirme, me vienen a convidar a que no pierda, me vienen a convidar a indefiniré, me vienen a convidar a tanta mierda”. Su respuesta fue que él se moriría como vivió.

En ese momento era muy joven: la canción fue escrita en 1991-1992 y entonces tenía 45 años. Este 29 de noviembre cumplirá 75 años. Y el paso del tiempo viene confirmando que Silvio seguirá viviendo como el joven revolucionario que fue internacionalista en la guerra de Angola contra el racismo de Sudáfrica. Y así será, hasta que la Parca le toque la puerta. Recién allí será realidad su poesía de que se muere como vivió, como sucedió, en mayor escala aún, con Fidel Castro, el gran inspirador de su cancionero, incluso de “El necio”, como lo contó el autor en algunos reportajes.

En 1992, cuando se conoció la famosa canción, en la isla comenzó a sufrirse con toda la furia el llamado “período especial en tiempos de paz”, o sea privaciones inauditas propias de una guerra y la correspondiente destrucción. Esta vez no tanto en las construcciones y tropas sino en el abastecimiento, la comida, la energía, los medicamentos y otros rubros esenciales para la vida.

¿Casualidad? 1992 fue de período especial por el recrudecimiento del bloqueo al caerse el aliado bloque soviético y de Europa oriental. Y al mismo tiempo la guitarra y la voz de Silvio dijo que no vengan a invitarlo con tanta mierda. Que él no tiene precio.

Otra casualidad nada casual: en 1992 fue la primera vez que la Asamblea General de la ONU votó la resolución cubana condenando el bloqueo de Estados Unidos contra la Patria de José Martí, presentado el año antes.

El resultado de la votación: a favor, 59 países; en contra, tres; abstenciones, 71; ausencias, 46. Los que votaron en contra fueron EE.UU., el genocida mayor; Israel, el genocida menor (comparado con aquél, pero de los mayores del mundo) y Rumania, que levantaba la mano con ambos con la furia de los conversos.

Daños del bloqueo

Con ese jalón inicial del 47 Período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU, se contabilizan 28 votaciones condenatorias del bloqueo. Lo notable de la evolución de cada votación es que se evaporó el alto número de países que se abstenían, en forma oportunista.

Las 71 abstenciones o “neutralidades” entre verdugo y víctima, ya en el año 200 se habían reducido a cuatro y esa tendencia se mantuvo hasta hoy.

Los números cantan que los votos favorables a la Patria de José Martí y Fidel Castro aumentaron desde los 59 del debut hasta los 191 de las últimas Asambleas. Como en la ONU están reconocidas 193 naciones, eso significa que la abrumadora y aplastante mayoría del planeta tiene posición tomada favorable a La Habana y condenatoria a Washington y la cloaca cubano-americana de Miami.

Subrayo. No sólo los países socialistas y el centenar largo del Movimiento de Países No Alineados y del G-77 más China votan de ese modo. También lo hacen las potencias capitalistas nucleadas en la Unión Europea; en este caso no por sentimientos humanitarios, un material escaso entre sus 27 gobiernos, sino por razones de bolsillo: el bloqueo les coarta un franco comercio con la Mayor de las Antillas.

Otro dato socio político que muestra la superioridad cubana. Entre quienes solían votar en contra, en el período 2004-2014, además de los dos socios genocidas, EE UU e Israel, figuraban tres ignotas islas del Pacífico: Micronesia, Palau y Marshall. Son “estados libres asociados” y sus autoridades fueron recibidas en forma conjunta el 21 de mayo de 2019 por Donald Trump. El comentario de ShareAmerica fue: “Cada uno lidera una nación que tiene un acuerdo compacto con EE UU. Como parte del pacto, EE UU es responsable de los asuntos de seguridad y defensa relacionados con el país respectivo. Los ciudadanos de los tres países sirven en las fuerzas armadas de los EE UU en tasas más altas que las de muchos estados de EE UU”.

En las últimas votaciones de la Asamblea General esas tres islas ya no figuraron. En la de 2019 el fascista Jair Bolsonaro se sumó a EE UU e Israel en el sufragio adverso a Cuba. Y la Colombia de Iván Duque (léase Álvaro Uribe) y la Ucrania surgida de la contrarrevolución de 2014 se abstuvieron. Con esa inconducta, Bolsonaro y Duque rompieron la unidad latinoamericana y caribeña.

Victorias cubanas

Las victorias cubanas en la ONU, con ser importantes, no son lo fundamental entre otras cosas porque este estado de cosas en la diplomacia mundial – de crisis irresuelta- permite que un país obtenga 28 triunfos seguidos pero el organismo no halla las maneras de hacer cumplir la sanción al infractor. Para colmo no es un delito menor sino algo que califica de genocidio y crimen de guerra según convenciones internacionales. Vistas las cosas desde ese ángulo, aumenta el costado de inservible de esta ONU nacida hace 75 años y que debería ser refundada con criterios tercermundistas y una sede fuera del imperio. 

Paradojalmente la pandemia vino a “salvar” la derrota número 29 del país bloqueador.  Donald Trump había adoptado durante su mandato 240 disposiciones reforzando el bloqueo contra Cuba y sancionando a 200 de sus empresas. Pero en 2020 la ONU casi no tuvo actividades presenciales, al inaugurar su 75 Período de Sesiones en forma virtual con su presidente, el nigeriano Tijjani Muhammad-Bande.

El 22 de septiembre pasado, al hacer uso de la palabra por teleconferencia, el presidente cubano Miguel Díaz Canel, enjuició al bloqueo y al magnate responsable del 38 por ciento del total de gasto en armas a nivel planetario.

El canciller Bruno Rodríguez Parrilla ya había presentado su Informe con toda la data sobre los daños del bloqueo, entre abril de 2019 y marzo de 2020, lapso durante el cual aumentó en 5.570 millones de dólares, hasta los 144 mil 413.4 millones de dólares, a precios corrientes. Ese cálculo deja afuera las pérdidas durante la pandemia, por lo que el informe que se hará desde abril de 2020 a marzo de 2021 será aún más grave. Es de esperar que en septiembre de 2021 se vote la 29 derrota del bloqueo yanqui.

A pesar de tanta criminalidad, y en medio de una situación muy difícil, el pueblo y gobierno de la isla han tenido grandes victorias. Por caso sus avances en cuatro vacunas propias, de las cuales la Soberana 2 ya entró en etapa 3 de pruebas clínicas y pronto será fabricada para inocular en el segundo semestre a la población cubana y atender las necesidades de otros pueblos, entre ellos el argentino.

El tablero del COVID-19 marca la extraordinaria performance de Cuba y la deplorable de EE UU. En la isla, hasta el 25 de febrero pasado había 46.896 contagios y 308 muertos. En el imperio, a la misma fecha, 28.4 millones de contagios y 507.000 muertos. Las diferencias políticas y sociales se traducen en la antinomia “vida versus enfermedad y muerte”.

En esa lid el país socialista presenta soberanos triunfos como los de sus vacunas. Cuba es “El necio”. La voz de Silvio ya no es igual que la que tenía en 1992 pero no pueden compararse con él los supuestos “artistas” del “movimiento” San Isidro y otros mercenarios comprados a bajo precio. También en eso la gusanería miamense sigue bajando su nivel. Al menos Celia Cruz se reputaba como una reina de la salsa. Los de San Isidro son una salsa de soretes.

ortizserg@gmail.com

Fuente: https://barometrolatinoamericano.blogspot.com/2021/03/todavia-en-2021-la-isla-sigue-bloqueada.html


Opinión /