Pablo Jofré Leal •  Opinión •  04/07/2019

Irán enfrenta un triple enemigo

La campaña de EE.UU. contra Irán se debe a que este país es un obstáculo para el dominio y la hegemonía en Oriente Medio de Washington y su eje sionista-wahabi.

La República Islámica de Irán representa una espina clavada en los pretendidos objetivos de dominio y hegemonía política, económica y militar de Oriente Medio, implementada por el régimen estadounidense, con apoyo del sionismo israelí y el wahabismo saudí. Una triada enemiga que no conseguirá doblegar a la nación persa.

No es casual que los sectores más beligerantes del gobierno estadounidense – representados principalmente por el secretario de estado Mike Pompeo y el ultrabelicista asesor de seguridad nacional John Bolton, vinculados estrechamente al complejo militar industrial – lancen sus mayores ataques contra Irán, utilizando para ello la asistencia de grupos terroristas que operan en la región. Organizados, armados y financiados por servicios de inteligencia de los propios Estados Unidos junto al Mossad israelí y el Servicio de Inteligencia saudí, (General Intelligence Directorate también conocido como Istakhbarat ) junto al apoyo financiero de las monarquias ribereñas del Golfo Pérsico. Una decisión, que paradojalmente fue denunciada por el propio mandatario estadounidense Donald Trump, en su época de campaña presidencial, el año 2016, al sostener, que en la lucha contra el terrorismo de Daesh, esta organización “rinde pleitesía al presidente Obama quien es el fundador de ISIS (Estado Islámico de Irak y el Levante por sus siglas en inglés) y diría que la tramposa Hillary Clinton es la cofundadora”.

La imputación, dada a conocer en plena campaña por la presidencia, en un mitin en Fort Lauderdale en Florida en agosto del año 2016 se complementa con las acciones denunciadas, a través de la filtración de miles de correos electrónicos a través de WikiLeaks (organización mediática internacional creada por el actualmente detenido Julian Assange) donde se señaló que la política de la Administración de Obama, de apoyar a los grupos salafistas contra el presidente sirio Bashar Asad provocó que Washington, acabara consolidando la idea y práctica del “califato” de Daesh en Siria, en el marco de la agresión contra ese país levantino desde marzo del año 2011 a la fecha.

En un informe de inteligencia del año 2012 dado a conocer por el medio ruso Sputnik se explica que la oposición anti-Asad fue encabezada por Al-Qaeda en Irak y el Estado Islámico de Irak, que un poco más tarde formarían la red terrorista Daesh, que servirían para llevar adelante una conducta político-militar que hunde sus raíces en la estrategia formulada en su oportunidad por ex subsecretario de defensa bajo el gobierno de George W. Bush, ex presidente del Banco Mundial (del cual tuvo que renunciar por acusaciones de corrupción) Paul Wolfowitz. Estrategia denominada bajo la denominación de “Caos Premeditado” cuyo propósito era sostener por la fuerza un mundo unipolar, liderado por Washington, de tal manera que se gestara como línea central el impedir el surgimiento de potencias rivales.

En ese marco, en Oriente Medio, se concretó una ruta de acción destinada a fragmentar países como Irak, Siria, amenazar a El Líbano, continuar la ocupación de Palestina. Todo ello, con el objetivo superior: de generar un proceso de desestabilización de la nación persa, que perturbe su influencia regional y al mismo tiempo, impedir el avance hacia occidente de la Federación Rusa. Wolfowitz es el instigador también de conceptos tales como “Eje del mal” y “Guerra preventiva” las cuales hay que leerlas como creaciones ideológicas, para justificar cientos de miles de asesinatos por parte del ejército estadounidense y sus aliados en sus guerras de agresión e intervenciones.

El propio ideólogo neoconservador declaró respecto a esta estrategia, de capa caída frente a la aparición de otros expedientes bélicos: como la de Guerra Híbrida, el Leading from behind,  pero aún peligrosa, en materia de sostener una agónica supremacía mundial estadounidense. “Nuestro primer objetivo, afirma Wolfowitz, es prevenir el resurgimiento de un nuevo rival que represente una amenaza parecida a la planteada anteriormente por la Unión Soviética, tanto en el territorio de lo que fue ese país como en cualquier otro lugar. Esta es la base de nuestra nueva estrategia de defensa regional y requiere esfuerzo nuestro para evitar que una potencia hostil domine una región cuyos recursos, bajo un control consolidado, serán suficientes para generar energía global” Refiriéndose claramente al Levante Mediterráneo y para mayor claridad, cuando habla de ese “poder hostil” se refiere a países con una política independiente haciendo referencia explícita a Rusia, China y la República Islámica de Irán.

Para Paul Craig Roberts ex secretario adjunto del Tesoro de los EE. UU. bajo el gobierno de Ronald Reagan y editor asociado del Wall Street Journal lo declarado, precedentemente, se convirtió en el manifiesto del imperialismo estadounidense y el establecimiento ya tradicional de la política exterior de este país. Para Robertson “Suavizar el lenguaje bélico que se tenía previó a la puesta en práctica de la estrategia de Wolfowitz, permitió a los neoconservadores elevar el nivel de la dominación política exterior. Los neoconservadores son responsables de los ataques del régimen de Clinton contra Yugoslavia y Serbia. Los neoconservadores, especialmente Paul Wolfowitz, son responsables de la invasión del régimen de George W. Bush a Irak. Los neoconservadores son responsables por el derrocamiento y asesinato de Gaddafi en Libia, el asalto a Siria, la propaganda contra Irán, los ataques con aviones no tripulados en Paquistán y Yemen, las revoluciones de color en antiguas repúblicas soviéticas, el golpe de Estado en Ucrania, y la demonización de Vladimir Putin” Escenario, que tiene hoy, como país destinatario de las agresiones formuladas por Estados Unidos y sus socios sionistas y wahabitas a la República Islámica de Irán;  en una triada decidida derrocar el gobierno de la nación persa usando todos los medios disponibles para ello.

En lo relativo a las acciones desestabilizadoras contra Irán se suma una ilegal política de sanciones, bloqueos y embargo basado en argumentos falsos, responsabilizando a Ia nación persa del incumplimiento de los puntos acordados en el llamado Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en inglés) firmado por el G5+1 e Irán.  Acuerdo del cual Estados Unidos se retiró unilateralmente, a contrapelo de las propias opiniones de sus aliados europeos y la constatación del pleno cumplimiento de Irán de cada uno de los puntos establecidos en el JCPOA. Incluso por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) que constató el pleno apego de Teherán a lo pactado en materia de enriquecimiento de Uranio, tratamiento y destino del agua pesada, el número de centrifugas en operaciones y la inspección a cabalidad de las instalaciones nucleares iraníes.

Irán, a pesar de cumplir lo acordado en el JCPOA, está sometida a la más cruenta campaña de desestabilización que se lleva contra país alguno. Agresiones terroristas, política de sanciones que violan las leyes internacionales. Chantaje a aquellos países que desean continuar sus relaciones comerciales con la nación persa, incluso países aliados de Estados Unidos como son Corea del Sur, Francia, Alemania, Japón entre otros, a quienes se les amenaza permanentemente, impidiéndoles acceder al mercado iraní. Atentados de falsa bandera con el fin de culpabilizar a Irán, como fue el ataque a dos buques tanques en las cercanías del estrecho de Ormuz, en momentos que el primer ministro de Japón, Shinzo Abe se reunía con Sayyed Ali Jamenei en Teherán el día 13 de junio pasado. Una provocación burda que generó amplia reprobación a las acusaciones lanzadas por Washington contra Irán. Se suman labores de vigilancia y espionaje, que obligó al sistema de defensa de misiles de Irán a derribar un dron RQ4 Global Hawk – cuyo costo supera los 240 millones de dólares – y que mostró el real poderío defensivo de las fuerzas armadas de la nación persa.

En esta labor de agresiones contra Irán, el gobierno de Donald Trump ha contado con el apoyo del régimen sionista y de la Casa al Saud – regímenes al cual se ha sumado con creciente entusiasmo los Emiratos Árabes Unidos –  que temen la consolidación del poder de Irán, visualizado hoy en el desarrollo del Eje de la Resistencia, que conforma una línea de lucha que va desde la frontera occidental de Irán hasta el Mediterráneo, que ha generado el terror del régimen ocupante israelí, que tiene en las fronteras de la palestina Histórica a miles de efectivos, como también en las cercanías de los Altos del Golán ocupado a Siria y que han cambiado la correlación de fuerzas en la zona. Misma situación visualizada en Yemen y su lucha contra la agresión saudí y que ha significado asestarle duros golpes al Ejército Wahabita y a los mercenarios que operan bajo el pago de la Monarquía saudí.

Irán, en este ámbito de agresiones permanentes vividas bajo el asedio de la triada conformada por el imperialismo, el sionismo y el wahabismo, ha logrado establecer sus líneas rojas, signadas con fuerza y decisión. Ejemplo más que claro para servir de ejemplo a aquellos países, sometidos a intensas presiones. Irán ha dejado establecido que no aceptará violaciones a su soberanía, que no está dispuesta a sentarse pasivamente a ver como se desestabiliza su país. Ha salido a la cancha, ha entrado de lleno en el ruedo de la diplomacia internacional, defendiendo sus posiciones en todos los foros que impliquen denunciar la política hostil de la triada, fortaleciendo su industria de armas, diversificando su mercado y haciendo caso omiso de las amenazas estadounidenses, que ha tenido que constatar que existen sociedades dispuestas a dar dura lucha por su soberanía.

Resulta, en este plano, evidente en grado sumo que la política antiraní de Estados Unidos está destinada al fracaso, no sólo por la fortaleza, dignidad y soberanía exhibida por Irán sino porque resulta evidente que los cantos de sirena del gobierno estadounidense para sentarse a negociar son simple propaganda. No es posible negociar con alguien cuando está sancionando y generando agresiones en todo ámbito. Washington, al imponer más sanciones contra Irán está intensificando sus esfuerzos de desestabilización en la República Islámica. Hay un escenario de presiones por parte de Washington, porque no le interesa el cumplimiento del Plan Integral de Acción Conjunta. Washington está decidido a hacer fracasar este Plan de todas las maneras que pueda hacerlo, sea por lo militar, económico y lo diplomático. Así viole los derechos humanos de la población iraní, sometida a sanciones en materias alimenticias, bienes humanitarios y acceso a tecnología.

A pesar de las presiones del gobierno estadounidense, lo timorato del actuar de los países europeos firmantes del acuerdo nuclear (Francia, Gran Bretaña y Alemania) Irán insiste en que va a cumplir el JCPOA ciñéndose a lo que el propio Acuerdo Nuclear señala, cuando algún firmante no cumple lo establecido, según lo signado en los artículos N.º 26 y N.º 36. Irán, bajo esta premisa, está en pleno derecho de liberarse de los compromisos asumidos en el acuerdo nuclear, ejerciendo legítima presión a los firmantes europeos, que desean ver consolidado el acuerdo de tal forma de seguir teniendo acceso a los recursos hidrocarburiferos iraníes y acceso a un enorme mercado en materia demográfica y de enorme proyección en Oriente Medio y Asia Central. Para ello, Europa debe dar un salto cualitativo en materia de soberanía frente al chantaje estadounidense.

Por su parte, la propaganda sionista ha salido al campo de batalla comunicacional para tratar de manipular y desinformar respecto a la decisión de Teherán, consignado que la nación persa camina hacia el enriquecimiento de uranio en contravención la JCPOA y podría con ello avanzar hacia la construcción de armas nucleares. La mentira siempre se pone en contra de quien la inventa y la hasbara sionista, la manipulación del imperialismo y a la subordinación indigna de la casa al saud no pueden contrarrestar la verdad histórica que muestra con evidencia incontrarrestable que irán ha sido un fiel firmante de acuerdos donde está empeñada la palabra de los países. Rusia, en este plano defiende el derecho de Irán a reducir varios de sus compromisos respecto al acuerdo nuclear tras la retirada unilateral de EE.UU. del mismo.

El canciller ruso, Serguéi Lavrov, ha precisado en variadas oportunidades que “el acuerdo nuclear contiene disposiciones claras que implican que Irán asumió los compromisos voluntariamente y podría suspenderlos si otros signatarios del pacto no cumplen con su parte”. Además  Moscú dio a conocer su opinión respecto a que “la medida adoptada por Irán de superar el nivel de 300 kilogramos de reservas de uranio se debe a las sanciones de Estados Unidos” con relación a lo señalado por el canciller iraní Mohamad Yavad Zarif, quien afirmó que “la República Islámica ha superado el límite de 300 kilogramos de uranio con poco enriquecimiento”, en respuesta a la salida de EE.UU. del acuerdo nuclear.

Teherán ha mostrado su responsabilidad internacional a la hora de esperar la acción de Europa para salvar el JCPOA y cumplir sus compromisos.  Los firmantes europeos del acuerdo quieren normalizar sus relaciones con Irán, pero al mismo tiempo, ceden al chantaje de EE. UU. Tienen que decidirse. Irán ha dicho con claridad que no puede esperar más y ha dado 60 días para que estos países implementen las medidas acordadas en julio del año 2015. Washington y sus herramientas regionales: Israel y Arabia saudí intentan, por todos los medios, que esos compromisos europeos no se cumplan pues saben que un Irán potente, libre de exportar sus riquezas energéticas, de fortalecer su economía, abrir su mercado y que se abran los mercados de Europa para su diversidad productiva, lo convierten en un enemigo formidable, un ejemplo para el resto de los países de Oriente Medio y sus sociedades que han vivido bajo la amenaza permanente de la triada entre Washington-Tel Aviv y Riad, que sólo ha traído desolación, y muerte.

La Monarquía Wahabita, junto al régimen sionista han señalado en todos los tonos que Estados Unidos debe mantener su política de “máxima presión” contra Irán. Ambos regímenes le temen a la nación persa, saben que más temprano que tarde la monarquía totalitaria de la casa al saud y la etnocracia sionista dejarán de existir, no sólo por sus contradicciones internas, sino también por la lucha y el alzamiento de los pueblos que han estado sujetos al dominio, la ocupación y la política criminal de estas entidades aliadas del imperialismo estadounidense. Desde el seno de los servicios de inteligencia estadounidense se lanzan voces de alerta “Tanto Arabia Saudí como Israel saben que no pueden vencer a Irán y a sus aliados sin la participación activa de Estados Unidos.  Ambos regímenes, quieren arrastrar a EE. UU. a una guerra incontenible.

Pero no sólo desde el interior de agencias vinculadas a la inteligencia estadounidense se lanzan estas advertencias. El pasado mes de mayo, en una entrevista concedida a la cadena ultraconservadora de televisión Fox News, Douglas McGregor – señalado como el posible sucesor de John Bolton el asesor de seguridad nacional de Trump –  indicó que “Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos e Israel intentan arrastrar a EE.UU. a un conflicto con Irán,en el oeste de Asia,  por por el bien de sus objetivos. Irán no nos amenaza en absoluto. (…) Por un lado, tenemos a Arabia Saudí, los Emiratos en el Golfo (Pérsico), que están tratando de arrastrarnos al conflicto aumentando la tensión. (…) En realidad, les gustaría meternos en un conflicto con Irán. Obviamente, los israelíes apreciarían eso también”, indicó Mc Gregor para quien la administración de gobierno estadounidense está plagada de “intervencionistas vinculados con ciertos países árabes e Israel, así que las autoridades estadounidenses van a hacer todo lo posible para abogar por un conflicto pese a que un enfrentamiento no esté en línea de los intereses de nuestro país”.

Los sectores  neoconservadores de Estados Unidos, los halcones de la Casa Blanca, los intereses económicos y militares del complejo militar industrial, el lobby sionista, las monarquías reaccionarias del Golfo Pérsico y todo aquel con ínfulas hegemónicas, se han lanzado a la tarea de crear una serie de amenazas, que les permita iniciar pequeñas acciones, escaramuzas que parezcan ser acciones defensivas o no controvertidas en el lenguaje sibilino de los organismos de inteligencia a fin de atraer a Washington en una decisión de ataque a Irán. Ataques de bandera falsa, desinformación y manipulación respecto al acuerdo nuclear y su violación por parte de Washington, asignando hoy la responsabilidad a Irán de reservarse el cumplimiento de los compromisos asumidos contemplados en el propio Plan Integral de Acción Conjunta. La campaña de difamación contra Irán ha comenzado y requiere dura batalla frente a una maquinaria comunicacional manejada internacionalmente por los poderes económicos del sionismo.

Efectivamente, en este trabajo cumplen un papel principal los lobbies sionistas que operan tanto en Estados Unidos como Londres y Paris, como también la alianza  tejida entre Tel Aviv y Riad, que a pesar de sus diferencias ven en la República Islámica de Irán un enemigo al cual deben combatir en función de la sobrevivencia de un sionismo y un wahabismo que tienen sus días contados. Esto, a la luz de los cambios geopolíticos en Oriente Medio, el surgimiento de potencias rivales a la hegemonía estadounidense, la resistencia palestina, siria, libanesa, iraquí y yemení. Un Eje de la resistencia que tiene en su mira la recuperación de todo aquello que ha sido usurpado por el sionismo y el despertar de una conciencia donde los conceptos de soberanía y dignidad se imponen sobre los de sometimiento y deshonra. Irán enfrenta hoy a un triple enemigo y en este desafío requiere del apoyo de una humanidad que debe destruir las cadenas que nos atan.


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