La gran decepción
Lecciones del 26-J para Podemos.
Los resultados de estas pasadas elecciones generales del 26 de junio en España son claros: el PP sube, el PSOE se mantiene como segunda fuerza, Unidos Podemos se mantiene en escaños pero baja mucho en votos y Ciudadanos baja. Para evitar las distorsiones de la ley electoral, es necesario, al analizar los datos, fijarse sobre todo en el número de votos. A falta del recuento del voto extranjero (una gran vergüenza lo del voto “rogado”, es decir, robado) los datos son: el PP ha recibido 690.655 votos más que el pasado diciembre, el PSOE ha perdido 105.984, Unidos Podemos ha perdido 1.062.704 (respecto de la suma de votos lograda en las pasadas elecciones de Podemos e IU, que acudieron por separado) y Ciudadanos ha perdido 376.677.
Parece claro que, teniendo en cuenta el número de votos, el partido que ha perdido más es, con mucho, Unidos Podemos. Una gran decepción. Un gran fracaso. Es verdad que el fenómeno Podemos, analizado con suficiente perspectiva histórica, no puede, al menos hasta ahora, calificarse más que de un gran éxito. Pero el hecho de haber perdido más de un millón de votos en unos pocos meses es muy preocupante. Por primera vez desde que nació, Podemos (o la coalición que encabezaba) ha dejado de crecer, incluso ha bajado. Los datos son claros y contundentes. Ahora bien, es importante, además de tener en cuenta los datos adecuados, saber interpretarlos bien. Y aquí radica el principal problema. No disponemos de datos que nos indiquen los motivos por los que los ciudadanos votan tal o cual opción, o cambian de opción. El ser humano es complejo y bastante imprevisible. No es fácil conocer por qué se comporta de tal o cual manera. Por tanto, la interpretación de los datos objetivos está sujeta a error. Sin embargo, hay varias cosas que han quedado bastante claras (si suponemos que no ha habido un pucherazo, lo cual creo que sería conveniente investigar): este país no castiga al partido más corrupto y que ha provocado la situación de emergencia social; las encuestas son muy poco fiables; los españoles no parecen, al menos por ahora, decidirse por cambios más contundentes, simplemente parecen decantarse por castigar algo al bipartidismo tradicional, pero sin acabar de finiquitarlo.
Es imprescindible, lógicamente, analizar con profundidad y sosiego los resultados electorales para sacar ciertas conclusiones en cuanto a las actuaciones de los distintos partidos políticos. Aquí me voy a centrar en las lecciones que estas elecciones dan a la formación que, en mi opinión, es la gran y por ahora única esperanza que tiene España de reconducirse: Podemos. Es hora de replantearse estrategias. Obviamente, el debate está abierto. Lo primero de todo, dada la necesidad que hay de formar un gobierno, es centrarse en las negociaciones que se avecinan. En este aspecto, creo que hay poco que debatir, pues ya se hizo y se le dio voz a las bases: no hay que entrar en un gobierno que no garantice un cambio suficiente, tanto en cuanto a regeneración democrática como en políticas económicas y sociales. Hacer lo que hizo Syriza en Grecia, o participar en un gobierno que siguiera aplicando el neoliberalismo, aunque fuese de manera más suave, yo pienso que sería el peor error. Sería el suicidio político de Podemos. Es preferible ir a la oposición que participar en un gobierno que siga machacando al pueblo, a las clases populares. Podemos no nació para eso. Por tanto, yo creo que, en paralelo, además de entrar en las negociaciones para formar gobierno, aunque no debe ser Unidos Podemos quien lleve la iniciativa esta vez, hay que entrar en un debate profundo y abierto sobre la estrategia a seguir a partir de ahora. Lo que está claro es que los resultados prácticos deben ser tenidos en cuenta. No estoy de acuerdo con la afirmación de Pablo Iglesias de que a pesar de los resultados de las elecciones la estrategia de unirse con IU es la correcta. Pienso que esto no puede afirmarse tan alegremente. La práctica manda sobre la teoría. La estrategia debe replantearse cuando los resultados son malos. Creo que, como mínimo, esa alianza debe replantearse, cuestionarse. ¿De qué otra manera es posible asegurarse de la corrección de una estrategia más que teniendo en cuenta el veredicto práctico de los ciudadanos en las urnas? ¿En base a qué afirma Iglesias que la estrategia empleada es la correcta? Más bien los resultados prácticos sugieren lo contrario.
En mi modesta opinión, hay varias cosas que deben plantearse en este urgente y necesario debate, aunque, por supuesto, puedo estar equivocado.
Si una gran parte de la ciudadanía sigue apoyando en las urnas a los partidos que han conducido al país a la situación actual es que hay que hacer mucha más labor de concienciación. Y diversificar las maneras de llegar a la gente. Salir en la tele es imprescindible, pero no basta. Creo que es necesario que los círculos asuman mucho más protagonismo en las campañas. Hay que ir a debatir con las personas en los barrios y en los pueblos. Hay que incitar mucho más a los jóvenes a votar, pero también a los mayores, que parecen el verdadero reducto del viejo bipartidismo, a cambiar el sentido de sus votos. Yo pienso que los mayores votan siempre a lo mismo, son personas educadas en el franquismo, con la mente bastante cerrada, de costumbres fijas. Pero esos mayores tienen hijos y nietos. Éstos pueden hacer una labor importante para intentar cambiar sus costumbres. Existe una gran parte de la ciudadanía que está muy desinformada y alienada, no por casualidad la que ha recibido peor educación, no por casualidad la que es analfabeta digitalmente, que nunca accede a Internet y sólo se “informa” en la caja tonta. Mientras esa gran parte de la ciudadanía siga estando en el mismo estado ideológico en que está, será muy difícil que se produzcan cambios. Éstos no se producirán sólo con los jóvenes, necesitan también a los mayores, los cuales parecen ser, además, los más fieles votantes. Es muy difícil convencer, incluso hablar, con esas personas mayores, pero es imprescindible por lo menos intentarlo. Y ésta debe ser una labor que no pueden hacer cuatro líderes elocuentes en la televisión, se necesita un gran “trabajo de campo”, una labor colectiva. El cambio no sólo vendrá de la televisión o las instituciones, también de las calles o pueblos. Los distintos medios para lograr el cambio se complementan entre sí, no puede prescindirse de ninguno, pues la población es muy heterogénea. Es importante ir también al mundo rural, al feudo del enemigo. La causa del trabajador urbano es la misma que la del pensionista o del trabajador rural. Pero no todas las personas se informan ni piensan igual y por tanto no todas las estrategias para llegar a ellas deben ser las mismas.
¿La alianza con IU es adecuada? Yo mismo he defendido en reiteradas ocasiones la necesidad de una convergencia, de la unidad de la izquierda. Siempre ha habido muchas dudas sobre esta cuestión. No sabíamos si la unidad sumaría, multiplicaría o restaría. Pues bien, parece que ha restado. Siempre que interpretemos el bajón por causa principalmente de dicha alianza. Ahora no especulamos, ahora analizamos los hechos acontecidos. No se trata aquí de buscar culpables. Sino de rectificar, de aprender de los errores cometidos. Los resultados prácticos parecen sugerir que dicha alianza no es la adecuada para lograr el sorpasso al PSOE. Sugieren que muchos votantes de IU, de Podemos, o de ambas formaciones, no han visto con buenos ojos dicha alianza. Porque no estamos hablando sólo de que Unidos Podemos no ha crecido lo que se esperaba (tal vez muchos potenciales nuevos votantes hayan huido por el miedo a los “comunistas”, dados los prejuicios que tienen muchos ciudadanos), sino que incluso ha bajado mucho en número de votos. No sólo no se ha logrado seducir a nuevos votantes, sino que ¡se han perdido más de un millón! Esto es muy significativo y grave.
¿La campaña ha sido la correcta? Yo he visto esta vez a un Pablo Iglesias demasiado condescendiente con el PSOE, lo cual no me ha gustado nada. No quiero decir que ésta sea la principal causa del bajón en votos, yo sólo expreso mi opinión particular. Pero sí creo que hay que analizar bien si la campaña ha sido la adecuada. En el debate a cuatro televisivo, ante los ataques de Pedro Sánchez de que Pablo Iglesias impidió un gobierno de cambio, el líder de Podemos apenas respondía, simplemente decía que había que mirar al futuro. Mientras Pablo era muy suave con Pedro, éste era muy agresivo con aquél. Podemos podría haber aprovechado la ocasión para desenmascarar al PSOE ante la ciudadanía. Los hechos estaban de su lado, pero tal vez pensando en un posible futuro gobierno, dejándose influir demasiado por las encuestas favorables, se prefirió tender la mano al principal rival de la izquierda, ser demasiado políticamente correcto, cuando el enemigo no lo era.
El PSOE es uno de los grandes enemigos de Podemos, esto nunca debe olvidarse. El PSOE no quiere hacer políticas de izquierdas ni de regeneración democrática. Va contra su razón de ser, contra los intereses de sus amos de la oligarquía. Si se ha apuntado ahora al “cambio” ha sido por puro oportunismo. El PSOE tiene bien claro que Podemos es enemigo suyo, por eso siempre que puede lo ataca, por eso, probablemente, ha rentabilizado mejor el fracaso en las pasadas negociaciones, cuando debía haber sido el gran perjudicado. Podemos debe aprovechar cualquier ocasión para hacerle ver el auténtico rostro de ese falso partido “socialista” a la ciudadanía. Tranquilamente, con muy buenas formas, pero hay que hacerlo. Por el contrario, el PSOE se presentó como la víctima de no haberse podido constituir un gobierno de progreso, cuando en verdad fue el verdugo. La inexperiencia y demasiada buena fe de los dirigentes de Podemos les ha pasado factura. Los hechos no hablan por sí solos a una gran parte de la ciudadanía alienada, hay que decirlos claramente, reiteradamente si hace falta. En estas técnicas de comunicación con las masas son unos grandes maestros los viejos partidos. Ellos repiten mil veces una mentira hasta que se convierte en verdad, nosotros tendremos que contrarrestar esta vieja táctica propagandística, pero diciendo la verdad y sustentándola con datos y hechos concretos. Lo peor es callarse o no contestar. Ante los ataques hay que defenderse siempre.
En la campaña electoral Unidos Podemos no sólo no ha atacado suficientemente a sus enemigos (que son todos, pues todos estos sí atacan a Podemos), cuando le sobran motivos, sino que tampoco se ha defendido, por lo menos no suficientemente. La política, desgraciadamente, hasta que llegue ese día en que sea meramente “la administración de las cosas”, como decía Engels, es esencialmente una lucha encarnizada. En la lucha política no atacar es una mala estrategia, y peor aun no defenderse o apenas hacerlo. Quien calla otorga. Creo que es imprescindible que Podemos recupere ese espíritu más combativo, de denuncia más radical, con el que nació. La casta ataca mientras Podemos poco a poco intenta ponerse de acuerdo con una parte de ella. Esto le lleva al suicidio. Ya sea de una manera o de otra. Ya sea participando en políticas que atenten contra su razón de ser (que es lo que pretendían el PSOE y Ciudadanos en las pasadas negociaciones fallidas para formar gobierno), ya sea mostrándose demasiado suave con sus enemigos, acudiendo al “ring” sin apenas luchar. Podemos no cayó en la primera trampa, pero sí en la segunda.
Después de una fase inicial en la que Podemos, con una gran estrategia, iba avanzando, la casta está contraatacando y logrando hacerle retroceder o por lo menos estancarse. La casta no se queda de brazos cruzados y readapta su estrategia continuamente, su gran experiencia no debe ser subestimada. Tiene muchos medios a su favor. Podemos no debe perder de vista sus objetivos esenciales y sus enemigos, por mucho que el lobo se vista con piel de cordero. El PSOE es uno de sus grandes enemigos. El PSOE es el partido clave del actual régimen. Si cae el PSOE cae el régimen. Pero el PSOE no caerá por sí solo. Para conquistar al votante socialista hay que poner en evidencia en público las contradicciones del partido “socialista”. En esto yo creo que ha fallado Unidos Podemos en esta pasada campaña. Podemos tenía los hechos de su lado, su propia coherencia y las contradicciones de sus enemigos, pero no los aprovechó. Creo que las encuestas demasiado favorables (quién sabe si premeditadamente) sí le han influido, a pesar de siempre mostrarse escépticos sus dirigentes. Los líderes de Podemos se han dormido en los laureles. ¿Para qué mostrarse “agresivo” si parece seguro el sorpasso? Pues bien, no era seguro. En política nada lo es. Esta vez parecía que no hacía falta hacer remontada y finalmente se produjo una gran bajada. Sin embargo, no está todo perdido.
Esta decepción debe servir para readaptar la estrategia y recuperar ese espíritu más combativo con el que nació Podemos. Es una gran lección de humildad que, si se aprende bien, puede convertirse en revulsivo. El cambio (real) no está garantizado y requerirá tiempo, esfuerzo, y mucho tesón. No resultará nada fácil. No hemos hecho más que comenzar, pero no podemos dejar de avanzar. Tal vez el pueblo español no esté todavía suficientemente maduro, quizás necesite sufrir unos cuantos años más, pero mientras hay que seguir preparándose. Las urnas han hablado y hay que saber escucharlas. El debate está abierto. Sin estrategia no hay revolución. Y sin adaptar la estrategia a la realidad tampoco.
¡Sí se puede! ¡Pero aprendiendo de nuestros errores!
27 de junio de 2016
José López